La invención & la herencia (12): Pensar la Fuerza al calor de la revuelta chilena
Podríamos pensar que un jedi que se autoconcibe como el elegido, percibe desde el yo hacia el horizonte. Y este es precisamente el viaje que vivió en su juventud Luke Skywalker. Por eso ahora de viejo mira el horizonte y, al hacerlo, comprende que la Fuerza no era lo que él creía. Agregaríamos nosotros que al mirar al horizonte se hace patente la relación entre una élite política y una Orden Jedi que entiende la Fuerza como propiedad privada y no energía común. ¿Existe alguna manera de partir al revés, con jedis mirando primero al horizonte sin sentirse elegidos?
En el Episodio VIII The Last Jedi, el penúltimo estreno de la nueva saga de Star Wars, vimos reaparecer a un envejecido Luke Skywalker para guiar a Rey, la joven chatarrera implicada en una guerra intergaláctica sin saber muy bien por qué. El Luke que vemos ya no es el mismo de antes y no por causa de la vejez o la soledad. No es el mismo porque el modo de entender la fuerza cambió, y con ello, su rol en el periplo intergaláctico entre buenos y malos.
Durante su encuentro con Rey, Skywalker ofrece una de las reflexiones más interesantes de toda la saga de George Lucas respecto a la verdadera naturaleza de la Fuerza. Lo que decía era algo más o menos así: la Fuerza no es un súper poder ni es algo privativo de los jedis, sino que es una energía que está en todas las cosas. Por eso para Skywalker la creencia de que sin jedis no hay lado bueno ni luz es mera vanidad.
Hasta aquí la figura del jedi gozaba de prestigio y reconocimiento. Sin embargo, al acusar vanidad Skywalker hace notar lo que tiene de sectario y evangelista pertenecer a la Orden. Los jedis, además de superhéroes, son predicadores, lo que equivale decir que son una policía moral que supervigila el orden del modelo. Quizás esto no resulta tan evidente porque en buena parte de la saga los jedis siempre son víctimas del poder imperial, como una metáfora de los primeros cristianos perseguidos por el imperio romano. Pero recordemos los episodios I, II y III, donde los jedis son una suerte de guardia pretoriana de la monarquía republicana. Es decir, sean víctimas del poder o sus dueños, los jedis siempre están al medio de un conflicto entre la elite.
Pero volvamos a lo que nos dice Skywalker: la Fuerza está en todo porque es el resultado del ciclo de la vida. La Fuerza es algo así como la energía vital, un combustible aparentemente infinito que moviliza a la naturaleza. Por eso no tiene sentido creer que hay algo así como elegidos que reúnen más méritos que otros para que se haga presente en ellos. La Fuerza está siempre, el asunto es percibirla, y no hay razones para suponer que una élite tenga el privilegio de acceder a esta percepción por su linaje familiar o por su singularidad sanguínea (como se intentó presentar en el Episodio I al ingresar los midoclorianos como medida hematológica de la presencia de la Fuerza en un sujeto).
Nadie es dueño de la Fuerza. Y la confirmación de eso es que una chatarrera de clase baja, al margen del margen, logre percibirla y manejarla. Esto nos plantea una segunda cuestión: si no es un súper poder privativo de unos pocos elegidos y si puede manejarla una mujer de clase baja, entonces en realidad nunca requerimos de súper héroes que nos defiendan ni predicadores que nos digan en qué creer. Es decir, no necesitamos de jedis. Si la Fuerza está en todo, bastaría con garantizar el acceso universal a formas de conocerla. Incluso en determinado minuto puede que su percepción se haga costumbre, como ver en colores o respirar. La Fuerza ya no sería entonces no una destreza física o síquica sino un sentido, un modo sensible de percepción y conocimiento.
¿Jedis de izquierda?
Dando vueltas por internet me reencontré con unas traducciones del abecedario de Deleuze, aquella larguísima entrevista dada por el filósofo francés a Claire Parnet a finales de los 80’. En una de las preguntas, el filósofo abordó el problema de lo que significa ser de izquierda. Para él no tenía que ver con ser gobierno, sino con un modo de percibir la realidad que “parte mirando el horizonte” hasta llegar a uno. Lo opuesto, es decir, ser de derecha, sería partir al revés: percibiendo siempre desde el yo para luego llegar al horizonte.
Podríamos pensar que un jedi que se autoconcibe como el elegido, percibe desde el yo hacia el horizonte. Y este es precisamente el viaje que vivió en su juventud Luke Skywalker. Por eso ahora de viejo mira el horizonte y, al hacerlo, comprende que la Fuerza no era lo que él creía. Agregaríamos nosotros que al mirar al horizonte se hace patente la relación entre una élite política y una Orden Jedi que entiende la Fuerza como propiedad privada y no energía común. ¿Existe alguna manera de partir al revés, con jedis mirando primero al horizonte sin sentirse elegidos? Acaso el resultado de esta forma de percibir sea la cancelación misma de la Orden.
Quizás por eso en la última entrega de la saga se da pie atrás despolitizando el relato. En el episodio IX Star Wars: The Rise of Skywalker Rey ya no es solo una chatarrera. Ahora resulta ser que esconde un linaje de elite, lo que justifica que sea quien es. No importa ya si su linaje pertenece al lado bueno o malo de la Fuerza, lo que importa es “pertenecer a”.
¿Quiénes no “pertenecemos a“? Todos los demás, el resto, los otros. Al igual que en casi todas las películas de superhéroes, en Star Wars la gente común y corriente participa como extra, como masa que se inmola voluntariamente para cuidar el orden desafiado, o bien, es el daño colateral de una guerra que no les pertenece. Nunca es pueblo ni posee la virtud de la autodeterminación y autodefensa. Y si es pueblo, aparece de modo sacrificial y sin derecho a definir si quiere participar o no de tal o cual acontecimiento, si desea ser defendido por mengano o zutano, o si le interesa continuar viviendo bajo ese ordenamiento social.
¿Cómo sería Star Wars si lo que sea que entendamos por pueblo, participara ya no solo como extras? ¿Cómo serían los jedis de Star Wars si la Fuerza se entendiera como Luke Skywalker termina de comprenderla? No tengo ni la más mínima idea, pero al calor de la revuelta chilena y la reaparición de la siempre problemática noción de pueblo, urge interrogar los modos de su representación.