Cine Chileno 2012: Las 10 de El Agente
Cuando comenzamos el blog hace un par de meses atrás, sabíamos que queríamos extender el diálogo y la discusión más allá de mesas de café, llamados telefónicos, mails inoportunos y chats nocturnos. Más bien, llevar esas pequeñas – y placenteras- angustias a un espacio público, hablar de aquello que nos gustaba y apasionaba respecto al cine visto aquí, en Chile, en festivales, en estrenos, pero siempre con un especial énfasis en el cine chileno, al que creíamos necesario no sólo “criticar” – es decir, valorar si está bien o mal- si no también otorgarle un espacio mental.
De forma casi natural salió la idea de “hacer la lista de las mejores cintas chilenas del año” desde nuestra perspectiva. La discusión, y sistema de votación duró días y semanas, coincidía esto con una evaluación cualitativa y general – consensuada, diría, por casi todos los que participamos aquí- de que el 2012 había sido un buen año para el cine chileno. Al empezar a hacer un recorte de criterios, nos dimos cuenta que el solo recuento de estrenos no nos alcanzaba para dar cuenta de lo que considerábamos necesario enfatizar- la variedad y calidad de propuestas- sobre todo, cuando quedaban afuera cintas esenciales que nos parecía marcaban el año, y que habían sido vistas en circuitos paralelos, tales como festivales de cine, funciones pequeñas o copias improvisadas. Viendo criterios internacionales, nos inspiramos a romper las reglas y asumir como “cine chileno del 2012” aquel cine que se encontraba, por uno u otro motivo, en la palestra, en la conversación, considerando que haya tenido algún estreno en festival el 2011 o hubiese tenido estreno para público el 2012. Es así como enfrentamos la votación generando al interior criterios de ponderación y rankeo. Bueno, dejando atrás explicaciones, aquí van Las 10 Chilenas de El Agente.
Votaron: Iván Pinto, Isabel Orellana, Juan Eduardo Murillo, Felipe Blanco, Carla Olivares, Raúl Camargo, Samuel Olivares, Felipe Azúa y Luis Pérez
10. Carne de Perro (Fernando Guzzoni)
Premio a la mejor película en San Sebastián en la categoría de nuevos directores. Carne de Perro es un desgarrador relato sobre la miseria y los retazos de la dictadura en la vida de un ex torturador. La segunda película de Fernando Guzzoni se mueve por una delgada línea entre la sutileza y la brutalidad extrema para retratar la culpa, la soledad y la psicopatía de un hombre que cae en picada, dejando entrever por momentos la humanidad de un monstruo y desnudando, de paso, los rasgos más profundos de los patriotas huérfanos del régimen Pinochetista. Mención aparte merece la interpretación de Alejandro Goic y la impresionante visualidad de la directora de fotografía Bárbara Álvarez. (Luis Peréz). Crítica en El Agente.
9. El año del tigre (Sebastián Lelio)
Una película que logra entremezclar humanidad, espiritualidad y divinidad de forma coherente y sensible. Donde la cualidad humana se ve empequeñecida ante la magnitud de lo natural. Filmada y construida In Situ, con una urgencia que logra impregnar de una desolación abrumadora el periplo de un reo, que ha cambiado sus anhelos de libertad por la incertidumbre de saber si sus seres queridos aún están vivos. (Samuel Olivares)
8. Hija (María Paz González)
Vista durante el 2011 en circuito de festivales y ganadora de Fidocs del mismo año, Hija es una road movie autobiográfica llena de sorpresas. Primero, es la historia de una hija, en busca de su padre a quien no conoce, y de una madre que busca a su hermana. Pero es también la historia de dos mujeres que se tienen una a otra y deciden acompañarse en esta búsqueda de su propia identidad, dando resultados distintos para cada una de ellas. Y es, claro, una reflexión sobre la “idea” de familia, la relación entre “géneros” del relato y de los otros, en la historia subrepticia, silenciada de Chile. Sin victimismos, en Hija gana la vida, la autoaceptación, el humor y la ironía. (Iván Pinto)
7. Sentados frente al fuego (Alejandro Fernández Almendras)
El segundo largometraje de Fernández es como una de esas heridas que tardan en sanar y que en un principio ni sabías que tenías. El retrato de una pareja adulta que debe lidiar con una enfermedad terminal es una reflexión sobre el paso del tiempo pero también de las contradicciones en el campo chileno actual. La actuación de Alejandra Yáñez – actriz no profesional que ya aparecía en Huacho – es la mejor del cine chileno en mucho tiempo. (Isabel Orellana Guarello)
+ El destapador (José Luis Sepúlveda, Carolina Adriazola)
La polémica pareja de realizadores vuelve este año con un cortometraje que retoma algunos de sus tópicos habituales: la marginalidad y el cuerpo. En El destapador la sangre está ahí, como materialidad de la exclusión mientras los personajes deambulan por una casa okupa, intercambiando diálogos inconexos sobre una sexualidad latente o contradicciones sobre el trabajo y el placer. Un cine en donde la política se inscribe en el cuerpo y sus formas cinematográficas. (Isabel Orellana Guarello). Crítica en El Agente.
6. Joven y Alocada (Marialy Rivas)
En el universo de Joven y Alocada, Daniela es un ángel caído. Como una Eva expulsada del paraíso su trayecto introspectivo es solitario y el grado de incomunicación con su entorno (primero familiar y luego social) es creciente e irremontable. Marialy Rivas filma ese extraño mundo de la clase alta evangélica con estrecha profundidad de campo y desmarcando a su personaje de su entorno inmediato. Si bien la empatía hacia Daniela y sus padecimientos es obvia, en un punto la cinta se distancia de ella -y de su relato altamente subjetivado- para observar ese mundo tenso y violento de las convicciones religiosas con una amplitud y profundidad que sobrepasan el discurso militante. (Felipe Blanco)
5. No (Pablo Larrain, 2012)
Pablo Larraín tuvo que lidiar con diversas reacciones por este filme que buscaba relatar – en un primer nivel, el más visible- la historia de la franja del No, y desde ahí, la historia de un país que entraba en democracia. Un segundo nivel de lectura, desmiente toda épica en la anécdota a manos de un publicista. Y un tercero, disuelve las referencias históricas para forzar la creencia en un mundo cinematográfico, y una alegoría sobre el marketing político, con una pregunta sintomática por el lugar de la política hoy. Lo cierto, es que hay aquí una sofisticada- y astuta- noción de ficción cinematográfica.(Iván Pinto)
4. La noche de enfrente ( Raúl Ruiz)
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos: el poema de Pavese encarnado por un magistral Sergio Hernández, quien en su vida adulta recuerda su niñez, y transita cual Orfeo moderno, esperando a su muerte encarnada en Rododendro. El testamento fílmico de Ruiz contiene lo esencial de su filmografía: desentrañamiento de la chilenidad y fantasmagoría filosófica, en un relato que gracias a su protagonista Celso y la cándida Magnolia confirma una máxima: el primer amor siempre es el último. (Raúl Camargo). Crítica en El Agente.
3. De jueves a Domingo (Dominga Sotomayor)
El premiado y esperado debut de Dominga Sotomayor hipnotiza por su ritmo pausado y las pequeñas acciones que forman parte de un viaje. La mezcla de épocas, ritmos y sensaciones nos ayudan a pensar que asistimos a nuestros propios recuerdos de tiempos de asueto. Así es como Sotomayor construye de manera muy sobria un relato cinematográfico que nos vuelve a la mirada de los niños sobre un tema familiar complejo, en una muestra de madurez poco vista entre los realizadores jóvenes. (Felipe Azúa)
2. El otro dia (Ignacio Agüero)
Según se sabe, en latín las palabras «inventar» y «descubrir» son sinónimas. La cita de Borges es puesta en práctica por Agüero con un film construido en su particular Aleph: su propia casa, fuente de historias familiares pero que a su vez se abre a la historia del país y, a través de un simple y original dispositivo, a la de sus habitantes. Con ello Agüero, con la sabiduría de quien no se cree maestro pese a serlo, nos enseña que el cine siempre será nuestro hogar. (Raúl Camargo). Impresiones FICV en El Agente.
1.Verano (José Luis Torres Leiva)
¿En qué consiste el trabajo de un director de cine? ¿Dónde se resuelven las disyuntivas entre aquello que se dice y lo que es, concretamente, una práctica cinematográfica? En este quinto largometraje – contando sus tres documentales- José Luis Torres Leiva da cuenta de una obcecada, muy a contracorriente y singular tarea fílmica que no sólo ha ido afinándose con el paso de los años, si no, que ha ido apostando cada vez más por el riesgo, sin ceder un ápice a los intereses y discursos neurotizantes dedicados juzgar y obligar una noción de Industria cinematográfica. Por sobre todo ello, Verano respira. Respira libertad y claridad en las operaciones fílmicas que la definen, poniendo en primer lugar la experiencia material de la la imagen fílmica por sobre todo otro recurso- “drama”, “historia”. Por todo ello, Verano tiene un merecido primer lugar en esta lista. (Iván Pinto). Crítica en El Agente.