Apuesta maestra: El juego de Sorkin

El fuerte de Aaron Sorkin es el relato, que duda cabe. Una historia que acaso podría servir para un telefilme es  transformada en una historia interesante, levantando personajes de capas dramáticas en un relato ágil y lleno de giros. Es, más menos, lo que ha hecho como guionista en MoneyballLa red social o Steve Jobs. Tomar de la vida real una historia, poder construir a partir de ello una lógica interna de interés, encontrando motivos en sus personajes que tienen un carácter universal.

En Apuesta maestra, su primer largometraje como director, se sirve de la vida de Molly Bloom (Jessica Chastain), una mujer dedicada a crear casas de juego de póker para millonarios y estrellas de Hollywood. Lo que podría haber sido sólo la adaptación de unas memorias, Sorkin lo transforma en las repercusiones judiciales del libro. La historia está astutamente repartida en tres tiempos. La infancia y juventud de Bloom, quien parecía destinada a ser una campeona nacional de ski, si no fuese por un accidente (situación presentada en los primeros minutos); el relato de cómo se introdujo en el "mundillo" del póker; y el “presente” judicial, donde surge con fuerza el abogado protagonizado por Idris Elba (AKA “Stringer Bell”). Lo que moviliza el relato de la película es hallar el nudo gordiano de la protagonista, asentado en la relación con su padre (Kevin Costner) y la ruptura con un pasado que decidió resetear.

Entre ida y venida, Sorkin utiliza un recurso que sabe usar con maestría: la voz en off en primera persona, a lo que se suma un montaje narrativo sin pausa que va y viene entre pasado y presente. El efecto es esa narrativa que conocemos con el Scorsese de Goodfellas o Casino, cierto frenesí que por acá o por allá va motivado por alguna incógnita que sirve a modo de  “golosina” o "mcguffin".  Ayudan bastante las situaciones y personajes secundarios. Diría que hay unas dos o tres escenas memorables en la situación de los juegos de apuesta: personajes adictos o situaciones límite en las que Sorkin confronta a su personaje central. Hay, también, una excelente construcción de diálogos, los que utiliza en la lógica de una Molly “mental”, “rápida”, "competitiva", siempre buscando estar un paso más adelante. En definitiva, una jugadora de jugadores.

mollys-game-molly_unit_01869r_rgb

En sentido de esto último, entender a Molly se vuelve un elemento central. Sorkin establece en un inicio una incógnita que podría entenderse más menos así: ¿cómo es posible que una ex-deportista de elite se haya transformado en una apostadora que lidió con la mafia rusa? ¿cómo se reconstruyó después de su accidente? Todo ello impulsa y hace cómplice al espectador de un relato que devela su “origen” hacia el final, en una escena Padre/hija que debe ser una de las mejores actuadas por Costner en los últimos años.

Tenemos acá una factura muy correcta y un desafío narrativo que Sorkin sortea poniendo todos los recursos que sabe manejar sobre la mesa. Sorkin es, aquí, también un "gambler", un "jugador" con el espectador, su experticia es que no nos demos cuenta. Apuesta maestra es, para mí, muchísimo más interesante que ese dramón de Tres anuncios por un crimen, pero, con todo, no pasa de ser la demostración efectiva de un savoir faire.

Nota comentarista: 7/10

Título original: Molly's Game. Dirección: Aaron Sorkin. Guión: Aaron Sorkin. Fotografía: Charlotte Bruus Christensen. Reparto: Jessica Chastain, Idris Elba, Michael Cera, Kevin Costner, Jeremy Strong, Chris O'Dowd, Bill Camp, Graham Greene, Bryan D'Arcy James. País: Estados Unidos. Año: 2017. Duración: 140 min.