Álvaro de la Barra: "Chile, sin que sea un personaje en la película, también es parte de la búsqueda y quizás es lo que más sea contradictorio conmigo”

Antes de que siguiera su periplo por festivales internacionales que lo llevaron a Mar del Plata y La Habana, conversamos largamente con el director, productor, fotógrafo e historiador Álvaro de la Barra sobre su documental autobiográfico Venían a buscarme, que relata su proceso de búsqueda de identidad tras volver a Chile desde su exilio, al que debió salir con apenas un año y medio de vida luego del asesinato de sus padres, militantes del MIR, cuando iban a buscarlo al jardín infantil.

Doblemente ganador de múltiples premios, como productor del filme chileno-venezolano La Familia de Gustavo Rondón (Mejor Película en Sanfic, Mejor realización técnica para película latinoamericana otorgado por SICA en Mar del Plata) y como director de su documental autobiográfico “Venían a buscarme” (Mejor Ópera Prima en la Competencia Nacional de Fidocs), de la Barra analiza las tres aristas que son parte de su búsqueda cinematográfica: su padre, su madre y Chile.

Venían a buscarme es una película que siempre supiste que ibas a hacer y fuiste derivando desde la fotografía a la dirección, desde que volviste a Chile en 2010 tras recuperar judicialmente el apellido de tus padres. ¿Cómo fue el proceso de realización de este documental autobiográfico?

Antes de venir a instalarme a Chile, mis viajes siempre fueron de vacaciones, las primeras veces más esporádicos y los últimos años, más seguido. Tenía 17 años la primera vez que vine a Chile en el año 90 cuando trajimos los restos de mi abuelo (el director de teatro Pedro de la Barra) y llegamos un 5 de octubre. Después de ese viaje empezamos a hacer viajes de turismo y así fui conociendo a mi familia materna, porque yo crecí sin conocerlos a ellos. De vez en cuando, algún tío de Valdivia se podía acercar a Santiago y yo lo conocía. Luego empecé a hacer viajes más largos, ya no de una semana, donde podía yo ir a Valdivia y estar más con ellos. Sin embargo, nunca tuve el tiempo de vivir con ellos, de disfrutar con ellos como lo he podido hacer a partir del 2010 para acá, más allá de poder compartir una oncecita, las fiestas, los aniversarios, pelearte, reconciliarte, cosas de familia. La obtención de los apellidos de mis padres, sí se convierte en un gatillo disparador que me dice: “hagamos la película”. Yo filmé en 2006 cuando decido venir a Chile y con toda la familia celebramos lo que llamamos “el bautizo”, que es la primera escena de la película, y cuando vuelvo a Francia pienso que es el momento de empezar a escribir sobre este proyecto. Con eso escribí un tratamiento, lo mandé desde París a Corfo, me lo aprobaron y decidí venir con un pie más seguro a Chile para escribir un guión y preparar el proyecto para buscar financiamiento.

Durante la filmación de este proyecto y en el contexto de tu búsqueda de identidad personal, ¿cuáles son los principales cambios que experimentaste en relación a la figura de tus padres, que estabas conociendo, sobre todo la de tu madre?

Es una película que a nivel de línea dramática, de guión, es un poco difícil de plantear, no es tan obvia, no es tan evidente, porque no soy el hijo que nace sin saber quiénes eran sus padres y descubre que sus padres eran nazis, no es eso. Yo soy hijo de dos personas que yo no conocí, pero con las cuales yo puedo llegar a comulgar en sus ideales; no está en contradicción lo que ellos pensaron con lo que yo pienso. Pueden estar en contradicción decisiones o actitudes del momento que tuvieron, pero más allá de eso no me voy a encontrar con el personaje de la SS que participó en algo, no. Entonces, a nivel dramático había que indagar en cómo la búsqueda podía ser interesante para que el espectador me acompañara en el documental, ése fue uno de los mayores retos a nivel de guión. Creo que sin tener que desvirtuar nada de la historia ni nada de lo que yo pensara ni mi posición, lo logramos. A nivel dramático, a nivel de cine se puede jugar, con información antes o después. Pero yo no tuve la necesidad o, por lo menos, siento que no tuve la necesidad de hacer eso. En ese sentido, creo que la historia termina siendo muy fiel a lo que yo pienso, a la mirada que puedo tener frente a las cosas que voy encontrando de ellos, que voy descubriendo tanto de él como de ella y de Chile también, porque también estoy descubriendo Chile: el país donde nací, pero no conocía.

La cordillera de Los Andes que tenía una fuerte carga emotiva para tu familia, para ti no era más que un macizo de roca.

Como el resto de Chile. El resto de Chile para mí tiene que ver con lo que yo me podía imaginar a través de los recuerdos de mis tíos que se fueron; es decir, el Chile que ellos me cuentan es un Chile que hoy en día no existe y es un Chile que ni siquiera cuando yo vine en los 90 existía. Entonces, para ellos volver también fue duro, porque se encontraron con que el Chile que ellos dejaron no estaba. Y yo me encuentro con que el Chile que me formaron como ideal, tampoco estaba. Y ahí comienza mi choque en las tres aristas que son mi búsqueda: mi padre, mi madre y Chile. Chile, sin que sea un personaje en la película, también es parte de la búsqueda y quizás es lo que más sea contradictorio conmigo. Sin que yo lo quiera convertir en un personaje, Chile se vuelve en un personaje porque también se termina volviendo mi búsqueda.

¿Chile se fue convirtiendo con el tiempo en un personaje o desde el principio tenías claro que era un tercer personaje no explicitado?

Yo creo que estaba no explicitado porque no lo conocía, yo no había vivido en Chile. Con mi nomadismo, yo cuento cuatro países donde crecí (Francia, Venezuela, Bélgica y España), porque siento que si uno no se queda mucho tiempo en un país (cinco o seis meses), no has vivido ahí.

 

Rescate de la memoria, archivos y mirada

A tus padres los mataron cuando tenían 24 y 26 años y tú pensabas que la vida llegaba hasta esa edad. La primera etapa de tu propia vida fue rápida, porque pensabas que hasta ahí llegabas. ¿Cómo es tener más edad hoy, de la que tenían tus padres antes de ser asesinados por la dictadura?

Primero fue inconsciente. Hasta la adolescencia yo creo que no me di cuenta de eso: la avidez de hacer cosas que tenía a los 11 ó 12 años, hasta los 15 ó 16 en que caí en cuenta que tenía un apuro que de repente no era mío, que la vida me lo había dado. A los 23, 24, cuando se acercaba la edad de la muerte de mi padre, me di cuenta de que me estaba apurando y era por eso. Y comencé a sentir que no pasaba nada a mis 24 y a mis 26, que tenía toda una vida por delante, empecé a entenderlo y a relajarme. Eso hizo que me preocupara de otras cosas, como de viajar más, de estudiar más, de formarme, de disfrutar el día a día, que no lo estaba haciendo. Al final eso implicó que tuviera más tiempo de ocio para dedicarme al cine; si el cine necesita del ocio para poder crear.

Venían-a-buscarme (1)

Estoy pensando cómo habría sido tu película si la hubieras hecho en la primera etapa de tu vida, cuando estabas apurado por vivir.

Tengo un guión ficción que escribí cuando tenía 16 años y lo encontré cuando estaba terminando la película. Es un corto de ficción, tiene muy pocas páginas y aparte de lo ficcionado del planteamiento, los elementos están ahí y la película se mantiene en su esencia, es la misma.

Pero habría sido una película distinta en el ritmo, la de un joven que cree que va a vivir hasta los 24 que de la de un adulto.

Y seguramente el punto de vista y la visión que yo pudiera tener iba a ser distinta. Yo creo que si yo hubiera hecho antes la película, no habría tenidos los elementos, porque me preocupé de obtenerlos en toda la etapa formativa que me busqué como camino de formación, me dieron los elementos para poder enfrentar como enfrenté el tema rescate de la memoria, rescate de archivos, la mirada. De qué manera los veo hoy y qué tan distinto es de lo que los pude haber visto ayer. Porque yo estoy trabajando con testimonios de la familia o de amigos muy cercanos a ellos, con una premisa muy particular que me fijé, que era no entrevistar a personas que fueran menores que ellos, porque los idolatraban mucho más que los mayores. En la familia, por ejemplo, traté de que fueran personas mayores que ellos y no hermanos menores. La imagen que tiene mi padre tanto en militancia como en la familia es muy heroica, entonces durante mi infancia yo tuve mucho del súper héroe y poco de la calidad humana del ser humano. Y eso lo fui logrando con la película: ella me dio esos rasgos de humanidad que no pude encontrar cuando venía de visita.

 

Imágenes inéditas del golpe

Justamente una de las grabaciones de momentos después del golpe de Estado que están incluidas en Venían a buscarme, son de uno de los hermanos menores de tu padre, Leonardo de la Barra. A lo mejor esta premisa tuya de no incluir a menores, dejó fuera esa mirada de una persona que estuvo ahí, que tiene archivos que tu película muestra de manera inédita.

No, al contrario; está ahí, porque ése es su material. Yo le hago a él no solamente ese homenaje, sino que las partes de Queridos compañeros (1976, película filmada durante la Unidad Popular por Pablo de la Barra, su tío-padre), son partes donde él aparece. Y la persona que aparece y habla en las escenas del “bautizo” es él. No es que él no aparezca, sino que yo no hago una entrevista propiamente tal. Aparte que mi tío fue una persona torturada, que hablar del tema le cuesta. No era una entrevista en que la hubiera pasado ni estado bien. Hay algo que podemos decir que hemos conseguido en la película y es la dignidad que logramos con todos los personajes de su parte y de mi parte con ellos.

Habría sido bastante más fácil tocar la “tecla emotiva”, sin embargo eso no ocurre. ¿Fue una decisión de tu parte?

Siempre estuve muy pendiente de eso. O sea, si pasaba en el rodaje no importaba. Lo que la persona que me dio la entrevista necesitaba para hacerla era asumible. Ahora, en el montaje ya era distinto. Ahí sí ya era una premisa. En todo caso, yo no les llamo entrevistas; les llamo encuentros. Yo voy al encuentro de la gente, voy a encontrarme con ellos. A muchos los conocí en el momento de la entrevista. A Lautaro, la persona que me habla en la Villa Grimaldi, lo conocí ahí. Ángeles, la persona que trabajaba con mi padre, también.

Respecto de las imágenes que tú crees que pueden ser de tu infancia, ¿cómo funcionan en la construcción de tu memoria y de tu identidad, las pocas imágenes y fotografías que tienes, pensando además que eres director de fotografía?

Yo tenía un par de imágenes que me recorrían en la infancia, en que no reconocía los lugares, así es que siempre me extrañó que yo tuviera imágenes de lugares que no recordaba. Yo tenía 11 ó 12 años y un día me tocó ir a Mérida en Venezuela, y ahí me sentí muy plácido, como en casa; no fui con mi familia, fui solo. Fue para mí muy llenador ese viaje; era un campamento de trabajo social en vacaciones. Y ahí descubrí que Mérida me parecía muy familiar. Cuando yo vuelvo de ese viaje, le comento a Pablo (su tío-padre) y le pregunto si había estado ahí porque me parecía muy familiar. Y me dijo que él encontraba que Mérida se parecía mucho a Chile, porque tenía la montaña muy cerca, nieve en la montaña, por el tipo de construcción y ahí comencé a sospechar que tenía recuerdos de Chile. Un día Pablo me pregunta qué creo yo que me acuerdo exactamente y le comienzo a relatar todas las imágenes que pudieran ser recuerdos de Chile y él creía que sí, que me estaba acordando de Chile. Eso forma parte de ese imaginario y tú te quedas preguntándote si a los 6, 7 años podía estar convencido que tenía recuerdos de Chile, a los 12 empiezas a creer que no, hasta que tu tío-padre te dice “creo que sí” y empiezas a creer en ello. Entonces aquella imagen de aquella mujer con el pelo largo quizás pueda ser ella (su madre), quizás no y empiezas a aferrarte un poco más a eso y se van reafirmando esos recuerdos. Ahora, si tú me preguntas a mí si yo lo sé con certeza, no lo sabría decir. Si me sorprende que al año y medio (edad que tenía cuando mataron a sus padres) te puedas acordar de algo, me sorprende. ¿Crees que es posible? Es posible, yo creo que sí. ¡Pero tenía un año y medio! Puede ser que esa imagen (la ventana) sea de ese día, que me haya quedando tanto rato esperando (que lo fueran a buscar al jardín), que haya sido traumático, puede ser que esa imagen sea de otro día, que haya sido muy feliz y me acuerde de ese día. Ahora, que son parte del imaginario, son parte del imaginario.

¿Y estás más reconciliado con Chile a estas alturas? Pensando que es el país donde naciste, pero no te criaste acá y a poco andar a tu vuelta te diste cuenta que no era el país por el que lucharon tus padres.

Ni siquiera creo que se acerque a lo que era antes de que ellos quisieran cambiarlo, para hacerlo un poco mejor. Yo creo que en ese sentido, como sociedad humana, Chile se pegó un salto hacia atrás y va a ser muy difícil que eso cambie. Yo estudié historia, de formación académica soy historiador, entonces, hablando como procesos históricos para que Chile cambie, tendría que pasar por muchos procesos, pero además por muchos cambios ahora, para que nosotros en 70 años podamos ver cambios. Si no hacemos nada ahora, en 70 años tampoco habrá cambiado. Eso quiere decir si yo hoy no veo los cambios que deberían estar ocurriendo, siento que no voy a ver cambios en Chile, Chile no va a cambiar.

 ¿Cuál es el rol del cine en este proceso de generar cambios, más bien en relación a la memoria?       

Si bien el cine es un acto político, desde todo punto de vista, yo creo que el cine (por lo menos el que yo quiero hacer) no tiene que ser panfletario, no tiene que ser buscador de cambios, porque no lo va a lograr. No estamos haciendo publicidad, no estamos haciendo campañas pro algo. Lo que sí creo, y eso lo sigo creyendo desde el día que decidí hacer cine, es que los cambios podrían venir por un nivel de concientización y en éste sí podía colaborar el cine. Y por eso decidí hacer cine. Creo que a partir de ahí, sí creo que el cine puede lograr un tipo de conciencia que lleve a la gente en el futuro, junto con muchas otras cosas, a incentivar cambios. Uno de los grandes problemas de Chile es que la gente no está consciente que vive en una sociedad completamente inhumana. Si no les haces ver que vive en una sociedad completamente inhumana, por qué la va a querer cambiar. Uno de los primeros puntos de concientización que debería tener Chile, su cultura, los medios de información o todo el que tenga acceso a niveles de concientización, debería ser ése: hacerles ver el Chile que es muy distinto a cualquier otra sociedad occidental, incluso neoliberales. No digo sociedades occidentales o no occidentales de izquierda o socialistas; ya yéndose a lo más occidental o neoliberal que podamos encontrar, estamos muy lejos.

 

Desde la perspectiva histórica, pensando como historiador y también como cineasta, ¿cómo miras el hecho de que, sólo entre el año pasado y este año, haya habido a lo menos cuatro documentales de hijos o sobrinos, que representan las otras memorias sobre las violaciones de los derechos humanos en dictadura, que tuvieron impacto en su vida directamente, pero que representan otra generación? ¿A qué lo atribuyes?

Es que es justamente eso, un tema generacional. Eso se está estudiando en Argentina en la Facultad de Ciencias Sociales, de cómo van apareciendo por generaciones, oleadas de temas recurrentes. Lo bueno, y eso es lo que se está estudiando, es que los puntos de vista van cambiando; eso es lo interesante. No he visto todas las películas a las que te refieres, pero todas en su manera, por ser de una generación distinta, vienen con otra mirada, otra perspectiva, otro sentido de la mirada. Ya de partida son elaboraciones distintas que es bueno que todos las veamos, porque ya no es la mirada de una generación anterior, que puede estar más marcada por la rabia, venganza, por enjuiciamientos. Quizás ésas son más como miradas del por qué. Qué pasa cuando hay quiebres tan fuertes en la historia como el que hubo en Chile, de perpetuación de un sistema y de un borrón de memoria que se hizo por varias generaciones y que todavía se mantiene: tenemos una o dos generaciones que no están conociendo a nivel de análisis, su pasado reciente. Entonces, qué va a pasar en el futuro, pueden llegar a cometer los mismos caminos de los dos lados, de cualquier lado, porque no los estamos estudiando, no somos conscientes y no lo analizamos.-