Booksmart: Adolescencia perfecta
El argumento es sencillo. Dos adolescentes a punto de terminar el colegio (high school), se dan cuenta que su vida enfocada 100% en los estudios las había dejado en el mismo lugar que sus compañeros que se dedicaron a pasarlo bien. Todos lograron ingresar a universidades de elite, consiguieron becas deportivas o consiguieron trabajo, por ejemplo, en Google. Por lo mismo, las dos protagonistas deciden ir a la fiesta que organiza el compañero más popular del colegio la noche anterior a la graduación. De esto trata Booksmart (o La noche de las nerds, como se "tradujo" el título), el debut en la dirección de la actriz Olivia Wilde (House MD, Tron: Legacy).
Nos encontramos en un momento del cine y de la televisión donde existe una amplia oferta de contenido sobre y para adolescentes. Las posibilidades de diferenciarse, sorprender y destacarse son cada vez más escasas, pese a que todo aparenta ser el nuevo hit o la nueva película-serie de culto. Particularmente Netflix se ha preocupado de saturar la oferta de contenidos abarcado la mayor cantidad de temáticas sobre la adolescencia: desde el paso de la niñez a la adolescencia con Stranger Things, la etapa de la exploración y del autoconocimiento con 13 Reasons Why o Sex Education, el cuestionamiento de la autoridad y de la sociedad en general con Riverdale o The Society, y el paso desde el colegio a la universidad con Atypical. Todo esto nos lleva a la pregunta ¿Qué tiene de novedoso Booksmart? O ¿cómo se puede insertar dentro de este contexto de abundancia en los contenidos de adolescentes?
La respuesta a esa pregunta es más compleja de lo que parece. Si bien se pueden decir clichés tales como que la película es divertida, funciona, sus personajes conmueven y que es un nuevo coming of age para esta generación, la película peca de varios problemas no resueltos o sencillamente ignorados por la trama. Primero que todo, Booksmart está ambientada en un barrio acomodado de Los Angeles, por lo que no sorprende que la única preocupación de los adolescentes sea ir a fiestas y entrar a la universidad. Aquí, la película automáticamente omite cualquier crítica al acceso a la educación superior en Estados Unidos o la realidad social del momento. El único que parece tener una vida menos privilegiada es el director del colegio que también es chofer de Uber por las noches.
Si bien no se le puede exigir a una película que hable de todos los temas posibles, si existen obras que son clásicos dentro de las comedias adolescentes que sí incorporan este problema clave en la sociedad estadounidense. En un breve repaso, basta recordar películas como Can’t Buy Me Love (Steve Rash, 1987) donde su protagonista trabaja de jardinero en las casas de muchos de sus compañeros, o incluso la serie musical Glee, donde varios de sus alumnos no tienen el dinero para ingresar a la universidad. Todo esto no existe en el mundo de Booksmart, donde, repito, el único dilema es a qué universidad vas a ingresar.
Por otro lado, se hace presente el tema de la aceptación y el crecimiento personal. Toda comedia adolescente gira en torno a la aceptación del otro como diferente, pero al mismo tiempo como un igual, todo de la mano de un proceso de crecimiento que permite ver estas diferencias y semejanzas. Es este sentido, la película gira en el crecimiento de Amy (Kaitlyn Dever) y Molly (Beanie Feldstein), dos amigas que han pasado todo el colegio juntas y que inevitablemente comenzarán a vivir la vida lejos de la otra. Amy es abiertamente lesbiana desde los 13 años y planea un año sabático ayudando en África a mujeres que no pueden acceder a productos de higiene femenina (tampones, toallas higiénicas, etc.). Por su parte, Molly va a estudiar en Yale y planea convertirse en jueza de la Corte Suprema. Ambas tienen una crisis en su amistad cerca del final de la película, motivada principalmente por la frustración de ver que el mundo no es ideal y no todo sucede de la manera en que lo han planificado. Aún así, su cambio sigue siendo dentro de una burbuja que la película no pretende en ningún momento presionar.
Insisto en que, si bien la película es interesante y divertida, si la ponemos en contexto de otras realizaciones adolescentes actuales, queda al debe al no ofrecer un retrato más real de la adolescencia. Los dramas son sumamente superficiales y los personajes no tienen ninguna otra necesidad más que la de demostrarse, los unos a los otros, que son mucho mejores que el resto. Y, al final, lo que los une es darse cuenta de que son todos “mejores”, y que todos podrán cumplir sus sueños perfectos. Mientras tanto, por otra parte, existen obras como Euphoria (actualmente en HBO), que retratando el mismo periodo y también a una clase media aparentemente acomodada, busca de una forma más visceral acercarse a dramas reales y complejos de la adolescencia. La serie resulta mucho más conectada con los jóvenes de finales de la presente década, algo que no sucede tanto con Booksmart, que se asemeja en demasía a lo que veíamos a finales de los noventa y mediados del 2000.
Nota comentarista: 5/10
Título original: Booksmart. Dirección: Olivia Wilde. Guión: Emily Halpern, Sarah Haskins, Susana Fogel, Katie Silberman. Producción: Megan Ellison, Chelsea Barnard, David Distenfield, Jessica Elbaum, Katie Silberman.. Casa productora: Annapurna Pictures. Fotografía: Jason McCornick. Montaje: Brent White, Jamie Gross. Reparto: Kaitlyn Dever Beanie Feldsten, jessica Williams, Lisa Kudrow, Will Forte, Jason Sudeikis. País: Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 105 minutos.