Cine en cuarentena (7): Breve guía de cine latinoamericano liberado en cuarentena
Cada día se van abultando las listas de cortos y largometrajes de ficción y no ficción que las y los realizadores han colgado en festivales virtuales, han liberado durante lo que dure la cuarentena o por algunos días, por lo que hicimos una breve guía para no perderse entre tanto link, con una selección de imperdibles en tiempos de encierro.
Durante el complejo escenario de pandemia global en que el confinamiento surge como una posibilidad de hacer frente al coronavirus, varios son los/as directores/as de cine latinoamericanos/as que generosamente han puesto a disposición del público -de forma gratuita- sus producciones en diversas plataformas on line (principalmente Vimeo), ante la imposibilidad de reunirse presencialmente en una sala frente a una pantalla.
En este gesto surgido del mundo del arte y la cultura, la liberación de películas -principalmente de cine independiente- rápidamente se multiplicó en la región, contraponiendo a brutales expresiones del capitalismo surgidas en esta crisis sanitaria y económica sin precedentes, la solidaridad y la convicción de que el cine puede constituirse en un refugio frente a la amenaza e incertidumbre.
Cada día se van abultando las listas de cortos y largometrajes de ficción y no ficción -algunos más recientes y otros históricos- que las y los realizadores han colgado en festivales virtuales, han liberado durante lo que dure la cuarentena o por algunos días, por lo que hicimos una breve guía para no perderse entre tanto link, con una selección de imperdibles en tiempos de encierro.
La casa lobo, Joaquín Cociña y Cristóbal León (Chile, 2018)
En el primer largometraje chileno de stop motion, el artista visual Joaquín Cociña y el cineasta Cristóbal León trabajaron durante cinco años realizando figuras de papel maché y filmado cuadro a cuadro esta historia del escape de María de Colonia Dignidad. En tono de película fantástica, fábula infantil, homenajeando la tradición del cuento de hadas y con toques de terror, La Casa Lobo está pensada como si Paul Schäffer la hubiera dirigido para decirle a los niños que no se fueran del enclave alemán. Cociña y León usaron la técnica del juego de rol, eligiendo como narrador a este siniestro personaje de la historia reciente de nuestro país, con el que, por supuesto, no comparten su ideología ni moral. En esta mixtura entre arte visual y animación que tuvo su estreno en la sección Forum de la Berlinale, María se refugia en casa de chilenos en el bosque tras escapar del enclave en el sur. Allí se encuentra con dos cerditos a los cuales humaniza y trata de sanar del maltrato y abuso. En clave fantasmagórica y animista, la propia casa va registrando sus emociones y su temor al lobo que merodea afuera, una clara alusión a la amenaza de un Schäfer/maltratador vigilante. La figura del lobo, los objetos encontrados, el uso de carbón y de tierra en paredes y suelo, son técnicas del sello autoral de Cociña y León que encuentran antecedentes en sus cortos anteriores -Lucía (2007) y Luis (2008), que realizaron con el director de Rey (2017), Niles Atalah en la productora Diluvio- y surgieron inicialmente como instalaciones de videoarte que grabaron con una cámara de fotos digital. Después de seis meses de producción, en una original estrategia que combina arte y cine, León y Cociña trasladaron su taller que había funcionado en distintas casas de Ñuñoa a lugares de exhibición como museos y galerías en Chile, Alemania, Argentina y México, generando una exposición viva a la vista del público, a partir del propio proceso de creación de las animaciones hechas con cinta de embalaje, pegamento y cartón, de las pinturas, las esculturas y la filmación. La Casa Lobo es un proyecto multisoporte que sumó a la película una muestra en el GAM una vez estrenado el largometraje, con una réplica de la casa de madera como la del bosque posible de recorrer, figuras de los realizadores en tamaño real, proyecciones e imágenes descartadas en la edición, además de un libro editado por Metales Pesados.
En ondamedia.cl https://ondamedia.cl/#/player/la-casa-lobo-1
Zama, Lucrecia Martel (Argentina, 2017)
Es el diseño sonoro que la directora argentina Lucrecia Martel (La mujer sin cabeza, 2008; La niña santa, 2004; La ciénaga, 2001) creó para la que es sindicada como una de las mejores películas de 2017 -y, posiblemente, de toda la década pasada-, lo que le permitió acercarse a lo complejo del imaginario de Don Diego de Zama, corregidor del siglo XVIII que sufre la excesiva postergación de su traslado desde el Chaco paraguayo a España donde permanece su familia, en una interminable espera que va minando su dignidad y agudizando su sensación de desazón y desasosiego. Si en la obra de la Martel la imagen se puede constituir en un espacio inestable e inseguro debido al sonido, ello encuentra una muestra en escenas como la de Zama recibiendo al comerciante El Oriental en la orilla del río Paraná, donde por momentos pareciera que el hijo de éste hiciera una presentación en voz alta de Don Diego (“el enérgico, el pacificador de indios, el que hizo justicia sin emplear la espada”), mientras en otros se percibe como si fueran sus pensamientos y, ante tal ambigüedad, Zama le pregunta si le habla a él. “El sonido que una construye es donde ocurren los pensamientos de un personaje”, sostuvo Martel en su paso por Chile, en cuya filmografía es el sonido el recurso que organiza lo que se ve y no al revés. Los estados anímicos y de conciencia en que se sumerge Zama se representan a través de sonidos (zumbido de cigarras, tintineo de copas, rechinar de un abanico) que se estiran, se repiten (al igual que en ocasiones las frases), vibran, se vuelven eco, constituyendo envolventes atmósferas que mezclan realidad, pensamientos y ensoñación en esta película basada en la novela de Antonio Di Benedetto -que forma parte de la trilogía de “la espera”-, que por la complejidad del imaginario de Don Diego muchos consideraban que era infilmable.
Exhibida en el Festival de Cine On Line de Mujeres y Disidencias, en www.vandacine.com.
Ema, Pablo Larraín (Chile, 2019)
A partir de una adopción fallida de un niño colombiano institucionalizado, el director chileno Pablo Larraín indaga en su octava y más arriesgada película en la tensión y culpa de una pareja conformada por el coreógrafo Gastón (el mexicano Gael García Bernal) y la bailarina Ema (Mariana De Girólamo) y la forma en que la joven 20 años menor que él explora las relaciones afectivas y sexuales, con personas del opuesto y mismo sexo que ella. La esterilidad de Gastón los ha llevado a adoptar un niño que Ema decide devolver al Sename, luego de que el pequeño quemara el rostro de su hermana, recibiendo el cuestionamiento de la comunidad educativa en la que trabaja como profesora de baile que la considera “mala madre” y desencadenando en ella una pulsión incendiaria e insurrecta. Centrada en escenas de baile como expresión libre de los cuerpos con el puerto de Valparaíso como telón de fondo, Ema genera inicialmente cierta sensación de desajuste, por lo que es necesario dejarse llevar por el movimiento y libertad de jóvenes que tejen vínculos de una manera distinta de la concepción más tradicional y monógama de construir pareja y familia. Sólo después de despojarse del prejuicio y la condena machista y conservadora, Ema comienza a fluir con otros códigos y se atan cabos desde una perspectiva desprejuiciada y poliamorosa, en que Larraín escudriñó, en esta película con un tono algo diferente a su filmografía anterior, para tratar de entender cómo se relaciona una generación que ha sobrepasado las convenciones sociales y se rebela contra las viejas estructuras.
En ondamedia.cl https://ondamedia.cl/#/player/ema-1
Pirotecnia, Federico Atehortúa Arteaga (Colombia, 2019)
El joven realizador colombiano que estudió en la Universidad del Cine de Argentina, Federico Atehortúa Arteaga, hace en su primer largometraje un ensayo que vincula lo personal con lo político al recuperar imágenes de archivo de los inicios del cine silente de su país y tejer un vínculo con el intempestivo mutismo de su madre -simpatizante de grupos insurgentes de joven y maestra de una escuela rural donde montaban obras de teatro con niños vestidos de guerrilleros-, que una noche simplemente dejó de hablar. En un sensible y meticuloso ejercicio de arqueología de la imagen, tanto de archivos históricos como de pequeños ritos familiares, Atehortúa hace un reflexivo análisis sobre las puestas en escena y las falsificaciones sistemáticas de eventos de guerra como una constante en la historia colombiana. Desde la representación de un atentado contra el Presidente en 1905 que se convirtió en un falso documental que daría inicio a la historia fílmica colombiana, hasta la expresión cúlmine del artificio en el conflicto interno colombiano, los falsos positivos: miles de jóvenes asesinados por el Ejército Nacional de Colombia y hechos pasar como guerrilleros para ser presentados como victorias militares; práctica tan habitual que hubo más víctimas de este tipo de crímenes que el total de personas desaparecidas durante la dictadura chilena, según informa su voz en off en la película. Atehortúa indaga en este documental, estrenado en el Festival Internacional de Rotterdam del año pasado (y presentada en FicValdivia 2019), en los dispositivos fotográficos, la escenificación de hechos violentos, las imágenes convertidas en actos de guerra y en la pirotecnia desplegada para construir una identidad nacional y un relato histórico.
En Vimeo https://vimeo.com/309207110
Esto no es un golpe, Sergio Wolf (Argentina, 2018)
En Semana Santa de 1987, cuatro años después de que Argentina volviera a la democracia, el fallecido presidente radical Raúl Alfonsín debió enfrentar la amenaza de un grupo de militares liderados por el teniente coronel Aldo Rico, que se amotinaron en Campo de mayo exigiendo el fin de los juicios contra militares violadores de derechos humanos. En el documental que sigue desde dentro de la Casa Rosada las presiones, tensiones y negociaciones frente al primer alzamiento de los carapintadas (al año siguiente habría otro encabezado por el mismo militar), Sergio Wolf hace una reconstrucción casi cronológica de esos días feriados que pusieron en vilo al régimen democrático trasandino, a través de material de archivo, testimonios y entrevistas de los protagonistas, contrastando versiones que se contradicen entre sí. La tensa conversación con el irónico y prepotente Aldo Rico (que recuerda a la realizada en Chile por CNN al genocida Manuel Contreras desde Punta Peuco), que insistiría en que su reivindicación y amotinamiento no era una golpe de Estado, fue tan compleja que dio origen al libro “La escena documental” (Editorial Monte Hermoso), con detalles sobre el rodaje y este personaje siniestro que con el tiempo fundaría un partido político y se convertiría en diputado. Uno de los hitos de ese fin de semana santo fue la reacción popular al alzamiento militar que muestran las imágenes de la época que se hicieron parte de la memoria colectiva: la masiva movilización de miles de argentinos que se congregaron en la Plaza de Congreso para defender la institucionalidad. Desde un balcón frente a la multitud, Alfonsín les pide esperarlo hasta que vaya a hablar con los insurrectos, para volver al cabo de algunas horas y expresar que “la casa está ordenada y no hubo sangre”.
En https://vimeo.com/287546945
Viejo Calavera, Kiaro Russo, Colectivo Socavón (Bolivia, 2015)
La primera película sobre la minería de Bolivia hecha por los propios bolivianos estuvo a cargo del colectivo de jóvenes realizadores Socavón, bajo la dirección de Kiaro Russo y la fotografía de Pablo Paniagua, quienes lograron el desafío de filmar la oscuridad de las minas sin usar demasiada luz, utilizando la luz natural de la luna llena en escenas nocturnas en exteriores y sencillas técnicas para iluminar sin saturar (como luces duras en los cascos de los mineros y luces led portátiles a batería) en las tomas subterráneas, además de cámaras más sensibles en la oscuridad. Viejo Calavera cuenta la historia de un irresponsable y bebedor, Elder Mamani, que reniega del trabajo y genera roces con el resto de los mineros del Sindicato Mixto de Mineros de Huanuni, al cual efectivamente pertenecen los personajes (la mayoría actores no profesionales), quienes buscaban que la película fuera un reflejo de su cultura minera, su folclor, fiestas tradicionales y viajes recreacionales. Se trata de un cine sensorial en que pareciera que se puede oler la humedad bajo tierra, las bocas que mascan coca formando una bola que hincha la mejilla, la suciedad de los cuerpos esforzados que cada día bajan a la mina sin saber si volverán a la superficie. Este largometraje estrenado en FicValdivia en 2016 encuentra su antecedente inmediato en Juku, un corto de 2011 en que los realizadores se enfrentaron a los mismos desafíos de iluminación, precariedad y dificultades de filmación a 30 metros bajo tierra, que lograron sortear en Viejo Calavera y que vuelven sensitiva la presencia permanente de la muerte rondando en las minas que da nombre a esta película boliviana.
Vela aquí https://vimeo.com/162318171
La mujer de los perros, Laura Citarella y Verónica Llinás (Argentina, 2015)
No es necesario saber cuáles fueron las razones por las que una mujer que vive sola en una choza en el campo, sin servicios básicos y rodeada de perros, terminó en esa situación de exclusión, para compenetrarse con el devenir cotidiano por su sobrevivencia sobrellevando las estaciones del año. Tampoco se requiere siquiera escuchar su voz ni muchos diálogos (casi no hay) para conmoverse con la soledad digna, libertaria y en rebeldía de la mujer de la que no conocemos ni su nombre. A diferencia del documental chileno Los Reyes (Iván Osnovikoff y Bettina Perut) donde los perros y su humanización son los protagonistas, aquí son los compañeros de ruta leales y cariñosos que evidencian el espíritu de comunidad desde sus características animales. En una de las escenas más emotivas de este cine contemplativo, social y comprometido incluso con los seres aún más desvalidos, la mujer contempla desde lejos cómo abandonan a un perro viejo y enfermo, al cual ella termina alimentando con lo poco que tiene y acompañando de forma compasiva en su adiós. Integrante en su juventud del colectivo de teatro “Gambas al ajillo”, la actriz Verónica Llinás (hermana mayor de Mariano, director de la maratónica La Flor y a quien influenció con el teatro under) es la protagonista y co-directora de La mujer y los perros junto a Laura Citarella en un equipo mayormente de mujeres, logrando con esta película el premio a la Mejor Actriz en el BAFICI 2015.
En Youtube https://www.youtube.com/watch?v=LEcTQBsKH00
El hombre del futuro, Felipe Ríos (Chile, 2018)
Filmada en la Patagonia chilena en difíciles condiciones geográficas y climáticas, la ópera prima de Felipe Ríos es un road trip y un viaje intimista que transcurre en la Carretera Austral donde se cruzan los caminos de Michelsen (una maravilloso José Soza, que hacía un tiempo no se veía en el cine chileno), un camionero que comenzó a conducir a los 13 años y que emprende un último viaje hacia Villa O’Higgins ya anciano y enfermo; y el de su hija Elena, a la que no ha visto hace 15 años y para la cual no supo ser un padre. A pesar de que en los títulos de sus obras Ríos nombra a los hombres (como en el corto El hombre de la maleta de 2003, también realizado en condiciones climáticas extremas), en su primer largo es el personaje principal femenino el que tiene futuro -a diferencia de su padre-, no sólo por su juventud, sino por su entereza y lucha por hacerse su propio destino. Elena vive en Colchane en la Región de Aysén, un pueblo que considera atrapante, por lo que deja el colegio y emprende un viaje a Caleta Tortel para hacer una exhibición del boxeo que practica, pero para el cual no es buena. En la localidad de los puentes de madera y el río Baker se produce el encuentro entre padre e hija, donde Michelsen le pregunta a Elena si tiene alguna pregunta que hacerle. Ella le dice que él no la conoce y éste le contesta que no fue capaz de ser un padre para ella, que no supo hacerlo. Una escena con tal intensidad dramática y con una actuación tan sentida y profunda de Antonia Giessen (le valió el premio revelación en el festival clase A Karlovy Vary), que bien podría quedar en los anales del cine chileno de esta época, en que los hombres pueden ser capaces de reconocer sus carencias afectivas y las mujeres, de perdonar y seguir adelante solas a pesar de la ausencia.
Disponible en ondamedia https://ondamedia.cl/#/player/el-hombre-del-futuro-1
Il Siciliano, Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda y Claudio Pizarro (Chile, 2017)
Los realizadores de este documental, militantes de un considerado cine de resistencia o marginal y creadores del Festival de Cine Social y Antisocial (FECISO), al principio se acercaron al propietario de las míticas pelucas Avatte para hacer una ficción donde él sería el padrino de un personaje que quería salir de la pasta base para empezar a estafar con cheques, pero cuando estaban en pleno rodaje los otros dos actores cayeron en la cárcel. Entonces decidieron hacer un documental del propio Juan Carlos Avatte, con el que ocurrió lo que los realizadores llaman “derecho a encuadre”: cuando algo o alguien reclama su derecho a aparecer por el magnetismo que genera en la película y en torno al cual se produjo un giro a lo largo del rodaje, desde una mirada inicial irónica y burlona sobre la excentricidad del personaje a un acercamiento casi afectivo a su soledad. Il siciliano retrata con habilidad y humor al séquito chabacano e interesado que revolotea alrededor de este hombre que se definía a sí mismo como “un borracho de vino y no de wisky”, que mantiene una escopeta cargada detrás de la puerta y que, después de años de interrumpida filmación, cambió la forma en que los directores miraron a este personaje que empezó su negocio haciendo pelucas para enfrentar su propia calvicie y que construyó un pequeño imperio de postizos, tal como el afecto que lo rodeaba.
En OndaMedia
https://ondamedia.cl/#/player/il-siciliano-1
25 watts, Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella (Uruguay, 2001)
Que a casi 20 años de su filmación la película de ficción que sigue por 24 horas las andanzas de tres jóvenes de un tranquilo barrio de Montevideo mantenga la frescura, siga funcionando en su humor y refleje con naturalidad el desgano y la cotidianeidad de la generación que se asomaba al año 2000, habla de que el clásico del cine uruguayo 25 watts envejece más que bien a pesar del tiempo transcurrido. Filmada en 16 mm en blanco y negro, en un estilo que luego se haría distintivo del cine charrúa reciente, 25 watts cuenta la historia de los amigos “Leche”, Javi y Seba, que se reúnen un sábado y viven pequeñas aventuras juveniles y cotidianas desde su apatía, sin el apremio del tiempo, en esas interminables tardes en que la tele estaba prendida aunque nadie la viera y resonaba la voz del chileno Don Francisco en el maratónico Sábados Gigantes. Como dato anecdótico, a cargo de la continuidad de la película e interpretando un papel secundario de un joven con discapacidad mental, aparece Federico Veiroj, quien se convertiría más tarde en el director de la icónica película de 2010 La vida útil (con la actuación del recientemente fallecido crítico de cine y programador Jorge Jellinek), El apóstata (2015), Belmonte (2018) y de su última entrega Así habló el cambista (2019), protagonizada por Daniel Hendler, el mismo actor que personificó a “Leche” en 25 watts, veinte años antes. Por su parte, los directores de esta película que marcó la época del cambio de siglo, realizarían tres años más tarde la premiada en Cannes y en los Goya, Wisky (2004), la última película que dirigieron juntos, dos años antes de que Rebella terminara tempranamente con su vida a los 31 años.
Estuvo disponible en vimeo sólo algunos días (Vimeo.com/230651937).
https://www.youtube.com/watch?time_continue=132&v=yLH7eg7iF6o&feature=emb_logo (trailer).