Tres instantes, un Grito (Cecilia Barriga, 2013): Cuando las imágenes mueven

Llegamos con ganas de ver imágenes que nos implicaran en nuestro actual recorrido político. El recorrido por el derecho a una educación pública, gratuita, de calidad y feminista en Chile. Un derecho que más que conseguir queremos recuperar. Y para eso queríamos mirar imágenes que nos implicaran en su aparecer, nuevamente.

Si hay algo que el documental de Cecilia Barriga Tres instantes, un grito estrenado el pasado jueves 17 de octubre de 2013 en el Centro Arte Alameda sabe mostrarnos, es que la forma de cómo aparece el descontento, la indignación y organización de la rebeldía social es el foco político de su representación. Y esto aumenta su importancia si pensamos en cómo aparecen la mayoría de las imágenes que muestran los medios de prensa sobre la protesta social, esto es, de una manera represora y estigmatizante. Sin embargo, en los ojos de Cecilia, esto va por otro lado. Sin duda, uno radicalmente opuesto.

El documental muestra tres instantes condensados siempre en un mismo grito, el de la molestia y la insurrección social. “Nos une un descontento general ante la situación actual” dice una mujer en la ocupa a la plaza de Madrid, como cristalizando ese grito de protesta que nos lleva además a recorrer con una maravillosa banda sonora social, el Occupy Wall Street en Nueva York, y la entrega de los colegios el año 2012 luego de siete intensos meses de movilización estudiantil en Chile. Cuando ya el cuerpo se cansa.

Cecilia recorrió estos tres lugares con una cámara que en momentos pareciera sólo registra y que en otros momentos se hace parte del entorno a través de la pregunta. Esta mirada-documental nos muestra la cotidianeidad de estas tres ciudades que organizaron una rebeldía al injusto sistema capitalista que nos rige, mostrando no sólo los territorios en los que la política pareciera trabajar, sino en aquello que lo político nos implica y constituye: en las relaciones que establecemos en momentos de indignación, en la solidaridad con nuestros hermanos, en nuestras formas de organización, en la pasión por cambiar el orden de las cosas. Así, en el documental  Cecilia registra las intimidades que quedan dentro de las ocupaciones y se esfuerza particularmente en exponer esos momentos desolados de la toma de los colegios en Santiago. Es posible apreciar los momentos cuando lo comunitario se hace parte de la vida de los estudiantes: ordenar, cocinar, bailar, tener conflictos con los padres y las autoridades represoras. Se presentan los momentos dentro de la toma como aquellas imágenes domésticas donde la vida del hogar adquiere una inusitada politicidad al exponer aquellos encuadres en los que la cámara en su potencia subjetiva pocas veces pone su acento.

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En este trabajo, Cecilia Barriga se esfuerza por mostrar las tensiones o contradicciones que estos tres momentos políticos también poseen. Contradicciones muchas veces dada por la fuerte presencia patriarcal o nula discusión de las diferencias sexuales en nuestros contextos, algo particularmente explícito en Chile. Ahora bien, una de las apuestas que para mí adquiere una gran importancia es haber elegido estos tres momentos no en su etapa de mayor desarrollo sino que mostrar el proceso de término de la ocupación. Creo que en esos momentos, los que el sentido común llamaría finalización o fracaso, tienen la capacidad de mostrarnos que las resistencias no tienen un plan claro ni trazado de antemano sino que se van articulando de maneras insospechadas para emerger aún con más fuerza contra la injusticia. Y ahí está Cecilia, siempre con su cámara,  para mostrarnos que son esos los momentos que importan. “No nos vamos, nos expandimos” se dice en el documental.

Ocupar la ciudad es siempre un cambio a las disposiciones arquitectónicas de la supuesta vida democrática. Unas disposiciones separadas por clase y diferencia sexual como ya lo ha demostrado el feminismo. Cuando un grupo interviene esos lugares, rompe de alguna forma, nuestra actual certidumbre de lo que significa vivir en comunidad, dentro de fronteras, con identidades puntuales.

Las imágenes tienen la posibilidad, de la misma manera que la tiene predominantemente el texto o la palabra escrita, de transmitir conocimientos sobre nuestra actual situación del poder. Cecilia Barriga nos transmite que nuestras formas de organización social o de rebeldía cultural son valiosas formas de transmisión de conocimiento que debemos capturar, revisar, agenciar y hacerlas críticamente nuestras. Quizás por eso mismo, en el documental se exponen imágenes grabadas por otros, rompiendo así con la idea de la presencia del cineasta como cuerpo presente en cada escena, prefiriendo entregar la cámara a quienes son parte también de aquella revolución y así mostrar desde diferentes registros (cámaras caseras, registros dentro de las tomas, secuencias de fotografías de las marchas) aquellos momentos de gran fuerza contestataria como por ejemplo, la ocupación al ex-congreso nacional el año 2011.

Llegamos ese día jueves 17 de octubre de 2013 con ganas de ver imágenes que nos implicaran políticamente. Durante estos 96 minutos que dura el documental Tres instantes, un grito sentimos la emoción de la ver la rebelión compartida en pos de hacer de nuestro entorno un lugar más justo donde existir. Una desobediencia trans-nacional, que cruza fronteras pero que une rebeldías.  Ese día jueves fue la última marcha estudiantil convocada para este año 2013. No llegaron esos estudiantes al estreno. Ellos y ellas estaban ahí trabajando, combatiendo, en la calle.

Cecilia Barriga y su maravillosa sencillez hablando antes que se apagaran las luces y comenzara la función, repetía: allá están ellos, luchando, donde siempre han estado.

Por: Jorge Díaz