Rezagadas 2013: Rosita, la favorita del Tercer Reich (Pablo Berthelon, 2012)
Si la cosecha 2013 se definió en parte por un género documental de un territorio más ficcionado, la entrega de Pablo Berthelon sobre su famosa tía abuela realzó que si la historia es trascendental para nada perderá potencia, aunque transite por una senda clásica en términos fílmicos. Rosita, la favorita del Tercer Reich es la afirmación del rescate pormenorizado de una de las exponentes locales más valoradas del canto popular en Europa. Una femineidad de delicado desborde, arrojo de sobra, capaz de seducir a las altas esferas de uno de los capítulos más negros en la historia mundial que incluye a Hitler, Goebbels y Göering, todo al interior de una Alemania cruenta.
Un recorrido construido por Berthelon, quien no dimensionaba en una primera instancia la preponderancia de Rosita Serrano, que merodeaba en el núcleo familiar precisamente por las historias que se contaban sobre ella. Una mujer que comenzó a hacer carrera a partir de los 23 años golpeando puertas –sin olvidar que su madre fue la destacada soprano Sofía del Campo–; que logró actuar en el Winter Garden; que fue amada y odiada por el Tercer Reich; que, según su propio relato, escondió judíos en su casa, además de cantar a favor de ellos en Suecia; que era tan conocida como Marlene Dietrich; que vivió como una reina tras contraer nupcias con un millonario egipcio; y que terminó con el deterioro de su salud, la pérdida de sus bienes y en el olvido tras su regreso a Chile.
Rosita… se dictamina por una visualidad aislada de pretensiones, en que los testimonios se tornan las voces determinantes para (des)mitificar tanto la intimidad como el legado musical de Serrano o Esther Aldunate del Campo (su real identidad). Un relato que en un orden cronológico –dirigido por familiares, amistades, historiadores y coleccionistas– va enalteciendo el valioso material de archivo (desde películas y grabaciones de audio y video, recortes de prensa, fotografías, entrevistas a la artista) y en que más que elevar a la cantante –un “ruiseñor chileno” bastante relegado en su país considerando su impresionante biografía– se dignifica su rol en torno a un activismo que fue eludido por aquella misma preponderancia obtenida durante el régimen hitleriano.
Un documental –rondando lo que sería un gran reportaje para televisión– que logra sostenerse igualmente por el carácter performativo que cae siempre sobre la figura de Rosita mediante su canto agudo, los golpes a su guitarra, sus silbidos en la puesta en escena y una teatralidad a toda prueba; y que, por sobre muchas cosas, no se distrae a la hora de otorgarle relevancia a una chilena en el período fundamental de la historia de la Alemania nazi. Es así como esta construcción, configurada con cierta distancia, se termina convirtiendo en un material clave en términos de establecer una “enciclopedia de música popular”, permitiendo que no se extravíe de la memoria una de las voces más concluyentes a nivel mundial de la primera mitad del siglo XX.
Leyla Manzur