Informe V AricaDoc (4): Focos Ana Vaz y Carlos Vásquez
Aricadoc ha destacado recientemente con muestras, charlas e invitados de la talla de Trinh T. Minh-Ha, Travis Wilkerson o el Grupo Chaski. Ya estos indicios nos hablan de una suerte de hipótesis programática que lo diferencia de otros festivales de documentales: anclar su programación a una dimensión no sólo estética y experimental, sino que incluir a su vez un arraigo político, territorial y comunitario muy claro. Una suerte de base que hace eco de diversas crisis -ambientales, coloniales, extractivistas- desde alcances que siempre tienen una llegada al documental como recurso, herramienta o dispositivo de exploración. Dos ejemplos son los focos dedicados a Ana Vaz y Carlos Vásquez.
Tal como hemos comentado en el último año, aunque la pandemia produjo un daño fundamental al circuito nacional de festivales, podemos contar con casos en que algunos de ellos pudieron sortear mejor la crisis, a partir de un mejor apuntalamiento y difusión de su programación, destacando con programas de excelencia e innovación, así como de un impacto mayor en el visionado virtual, pasando de ser festivales meramente anclados en el territorio a verdaderos “polos” curatoriales. El primer caso, sin duda, ha sido Frontera Sur de Concepción, del cual hemos hablado bastante este y el anterior año.
El segundo es Aricadoc, festival al norte de Chile, cuya gestión ha destacado recientemente con muestras, charlas e invitados de la talla de Trinh T. Minh-Ha, Travis Wilkerson o el Grupo Chaski. Ya estos indicios nos hablan de una suerte de hipótesis programática que lo diferencia de otros festivales de documentales: anclar su programación a una dimensión no sólo estética y experimental, sino que incluir, a su vez, un arraigo político, territorial y comunitario muy claro. Una suerte de base que hace eco de diversas crisis -ambientales, coloniales, extractivistas- desde alcances que siempre tienen una llegada al documental como recurso, herramienta o dispositivo de exploración. Dos ejemplos, que se suman a los ya señalados por Alvaro García en su extenso informe, son los focos dedicados a Ana Vaz y Carlos Vásquez.
La primera es una artista audiovisual de origen brasileño que ha dedicado su trabajo a combinar el cine documental con interrogantes respecto a la ecología, el conocimiento, la otredad y el poder colonial. Las seis piezas que se incorporaron a la retrospectiva tienen llegadas a latitudes diversas, todas cruzan un universo de crisis contemporánea que implica tanto a su objeto de estudio como al sujeto observador. Se trata de piezas experimentales, pero la experimentación comprendida ya no como militancia política o estética, sino como exploración a través del dispositivo documental de determinadas problemáticas. La percepción, la fugacidad, la materialidad de la imagen, la exploración imagen/texto, la composición sonora, son todos elementos que se entienden como una forma de saber, aprehender, interrogar. Siguiendo una clásica idea de Trinh T. Minh-Ha, no se trata de hacer una película “sobre”, sino más bien “con”. Esa búsqueda de horizontalidad respecto a los objetos, los paisajes, la propia materialidad de una imagen en super 8, las entiendo como “materialidades agentes”, las cuales la cineasta busca hacer hablar.
Pseudosphynx (2020), por ejemplo, trabaja con diapositivas y registros de una particular oruga tropical que se transforma en polilla, desde la cual la cineasta establece una particular reflexión sobre la metamorfosis, la mutación y lo mimético. Occidente (2015) es otro ejercicio experimental, desde un registro en fílmico la película trabaja con paralelismos y asociaciones respecto a las representaciones de “occidente” a partir de una mirada turística. Contraposición de gestos, monumentos, alimentación, cocina, se superponen con el mar, la extravagancia animal y la tonalidad cromática azulina. Una mano busca “tocar” el paisaje, y con ello la imagen, implicando así la posibilidad de una imagen “táctil”, más que “óptica”.
La serie Una pelicula recuperada (2015), Mira bien las montañas (2018) y Apiyemiyekî? (2015) tratan de forma aún más directa la crisis ambiental y extractivista, situada en un horizonte doblemente epocal y territorial. Epocal, en Una película recuperada, que puede considerarse un film más discursivo y explícito, un llamado de alerta y un manifiesto de esta crisis, desde un montaje que intercala voces y citas fílmicas. Mira bien las montañas es una suerte de mirada comparativa entre Norte-Pas-de-Calais (Francia) y Minas Gerais (Brasil), ambas zonas que han sido lugar para la explotación minera. Mientras la primera pasa luego de siglos a una patrimonialización, la segunda deja huellas de esta explotación así como de registros de poblaciones indígenas que han la han sufrido y resistido. El título “mira bien las montañas” es una apropiación de una frase del artista Manfredo de Souzanetto que la directora resignifica desde una defensa de una observación atenta a los detalles, gestos y espacios. Apiyemiyekî? toma ilustraciones de la población amazónica Wamiri-Atroari, las que registran particularmente la violencia ejercida hacia ellos de parte de la dictadura. Las películas de Ana Vaz pasan por el apunte, el registro móvil. Cruzan determinado experimentalismo formal con el registro y la observación, buscando, por múltiples vías, activar un pensamiento sensorial que interroga desde ahí el “mundo sentido” de las formas de vida, el paisaje, la naturaleza, así como unos modos de pensamiento-otro, aplastados desde Occidente.
Carlos Vásquez Méndez, por su parte, es un cineasta chileno que se encuentra viviendo hace ya varios años en España. Ha desarrollado un trabajo vinculado al documental, los formatos fílmicos y cierto formalismo poético, algo que pudo percibirse en la obra co-dirigida con Teresa Arredondo, Las cruces (2018). En AricaDoc se exhibió parte de su trabajo en solitario, presente en piezas como Vientos del Oeste / Vientos del Este (2014), mtDNA 1Ce hg (2019) y [Pewen] Araucaria (2016). En todas ellas se observa las constantes del rigor compositivo, el protagonismo del paisaje y determinado principio estructural que las rige.
Vientos del Oeste / Vientos del Este es un trabajo en torno a la frontera nortina de Chile desde un tratamiento fílmico en blanco y negro. Rigurosos encuadres, espacios vacíos, trabajo con las luces, así como una reflexión sobre los espacios-frontera que cruza hacia una reflexión sobre el dispositivo mismo como creación de espacialidad. Un cine atmosférico y lírico que en la búsqueda de rastros y vestigios se emparenta con mtDNA 1Ce hg, situado en el frío paisaje de Islandia. Lo que en Vientos...es el paisaje desértico, aquí pasa al paisaje rocoso, la neblina y una luz mortecina que trabaja en el borde de lo monocromático con tenues ráfagas de color. Ambos filmes son ejercicios de observación y silencio, de persistencia y fijeza, que abren un paisaje-límite con casi ausencia de figura humana.
[Pewen] Araucaria es un largometraje, dividido internamente en dos partes. La primera es en blanco y negro y fílmico, una ¿ficción? que sigue a un poeta que pareciera retornar a su tierra natal mapuche. A partir de un tratamiento ascético, casi bressoniano, el filme va intercalando distintas citas provenientes de poemas, libros de historia y crónicas en torno al paisaje y la cultura pehuenche, interrogando la herida colonial. La segunda parte, en color y video, asemeja, más bien, un intento de establecer un puente más claro hacia la cultura mapuche, desde el seguimiento de la vida cotidiana. La película, en su primera parte, es estilizada, visualmente relacionada con las primeras dos piezas comentadas, aunque aquí cuenta con el poeta, a través del cual pareciéramos observar el paisaje humano y geográfico. El segundo segmento tiene un tratamiento un poco más tosco y “directo”. En forma de díptico, [Pewen] Araucaria es una reflexión sobre la imposibilidad del abordaje del otro, interrogando circularmente una pregunta por el extrañamiento y la otredad. Un ensayo que no busca renunciar, sino hablar desde esa dificultad sobre una identidad históricamente maltratada. Ambos focos vistos en AricaDoc, Ana Vaz y Carlos Vásquez, parecen caminos legítimos para reflexionar sobre las transformaciones del cine documental en una época de crisis socio-ambiental.