Alexandra Cuesta: un continente invisible
La muestra dedicada a la cineasta ecuatoriana Alexandra Cuesta durante el XXI FICVALDIVIA dio cuenta de una obra frágil, silenciosa y muy emotiva, vinculada al soporte fílmico (16 mm) y a la filmación de espacios fronterizos e invisibilizados en Estados Unidos. Con un tratamiento fotográfico destacable, Cuesta recorre barrios marginales de Los Angeles situando la cámara desde la puerta de un bus o detrás de una reja. Todo su trabajo habla de cierto desplazamiento y añoranza. Cuatro filmes breves pero rigurosos que se proyectaron juntos en dos sesiones durante el festival. Alexandra conversó con El Agente Cine y de pasó inauguró esta nueva sección.
El otro día comentaste que habías comenzado trabajando con la fotografía fija ¿Cómo fue el paso a trabajar con imágenes en movimiento?
Empecé a hacer fotografías porque no me interesaban las estructuras del cine, sin tener una explicación intelectual aún. Pero sabía que no quería trabajar de esta forma…el proceso de por sí me parecía mal hecho, el hecho de escribir y después crear, porque lo que pasa ahí…me parece que ilustra una historia o una idea, eso me parece aburrido.
Eso pasa en la ficción y en el documental, uno ilustra una dramaturgia y el otro un tema…
Exacto. Desde que nacemos estamos rodeados de imágenes y aprendemos un lenguaje visual que tenemos que seguir y nunca cuestionar. Y hay tantas otras tradiciones, puedes llamarlas más experimentales o de vanguardia. Y bueno, yo tuve suerte de conocer a gente que venía de esta tradición en Estados Unidos. Pude conocer a gente como Jonas Mekas, Robert Fenz… quien fue mi mentor…también conocí a James Benning, quien fue mi profesor y su trabajo Ten skies (2004) fue una de las primeras películas estructurales que ví y requiere mucha paciencia. Recuerdo cuando la vi empecé a desesperar y luego pensé: “tengo que dejarme ir”. Y fue una de las experiencias más increíbles de mi vida. Y ahí me di cuenta de lo que pasa con el cine que no solamente es mirar y entender, si no también el tener una experiencia.
El 16 milímetros es un formato frágil, en extinción podríamos decir…sin embargo tú lo utilizas. Ayer comentabas que te interesaba el proceso que genera.
El proceso es parte esencial de cómo llego a la obra final. Y con el video es totalmente diferente. El proceso para mí empieza con una curiosidad…no con una idea sino más bien una imagen. En Despedida (2013) caminaba mucho por ese barrio y miraba mucho ese colegio, esa cancha de futbol que estaba detrás de esas rejas. Me encantó esa idea de estar mirando ese otro espacio al que no puedes acceder, habla un poco de la psicología de los espacios. Despedida empezó con una imagen y no sabía que iba a ser la película.. .sin embargo salí a filmar. Entonces la experiencia que se tiene en la sala de cine yo la tuve al momento de filmar…
El 16 milímetros incide también en el tratamiento y el proceso. Ayer comentabas del lugar que tenía el revelado y la toma completa
El rollo de cine lleva el orden en que filmaste…tienes siempre que verlo todo de principio a fin y ves conexiones que no habías pensado, editadas en cámara y esa casualidad (que no es tan casual) se revela. Partes desde ahí para encontrar la forma. En la edición se “revela” la película, ahí vas encontrando o esculpiendo la película…
Otra cosa: Lo que me llama a filmar en 16 es la limitación del material. Estoy mucho más consciente de lo que estoy mirando, y como lo miro y en qué momento aprieto el botón. Fenz decía que tienes que aprender tu técnica, desarrollar la relación entre técnica e intuición. Y eso no aplica al video.
Respecto a tus temas, ellos se encuentran vinculados a la ciudad y los espacios urbanos, también vinculados a trayectos y sujetos que no son los más visibles…
Intento encontrar algo que me acerque a mi propia identidad…o continente. Son espacios que existen fuera de latinoamérica. Lugares de migración. Pero no sólo por algo social, si no también por la psicología de esos lugares. La añoranza de algo que ya no existe y que no se puede recuperar. Espacios desplazado del poder, marginados, escondidos. Y me encanta revelarlos, visibilizarlos…y no de una forma discursiva, porque yo no quiero hablar por ellos. Es simplemente mostrar esos espacios de una forma cotidiana y como la película puede trascender algo tan banal.