Tres anuncios por un crimen (1): La estupidez humana

Ya desde su titulo original, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, esta es una película singular. A los pocos minutos reconocemos en su argumento los ecos de westerns postmodernos como Hell or High Water (David Mackenzie, 2016), Winter’s Bone (Debra Granik, 2010) o Frozen River (Courtney Hunt, 2008), películas situadas en la “América profunda”, lugares estériles en donde no crece nada que no sea la impotencia, la ley del más fuerte y la aridez moral de personajes encapsulados en un tiempo estancado por cierto maleficio inapelable. Pero, así y todo, Tres anuncios por un crimen, a partir de la simpleza de su puesta en escena y la reducción voluntaria de cualquier alegoría, busca presentar un camino novedoso y osado en su intención de describir una realidad lóbrega, absurda y, sin embargo, reconocible para todos nosotros.

Esta es la historia de Mildred Hayes (Frances McDormand), una madre que vive el calvario de ser víctima de un crimen sin resolver. Su hija Ángela fue secuestrada, violada, asesinada y quemada a las afueras del pueblo de Ebbing, un lugar más en medio de centenas que conforman el “cinturón blanco” americano. Después de siete meses de no encontrar rastro alguno de los culpables, Mildred utiliza un acto de auxilio casi terminal: la instalación de tres inmensos avisos a las afueras del pueblo en donde increpa a la policía a hallar a los criminales. Lo que en realidad hace es una suerte de admonición que busca remecer las pequeñas conciencias de las autoridades del lugar, personajes pusilánimes, racistas, homofóbicos, groseros y agresivos, una suerte de espejo lúgubre en donde se depositan todos los males del americano medio.

La jugada de Mildred es arriesgada pero en absoluto ilógica. Si la policía del lugar es un grupo de imbéciles con uniforme, sus carteles llamarán la atención de la opinión pública y suscitarán algún tipo de respuesta por parte del comisario Willoughby (Woody Harrelson) y sus subalternos. Y claro que lo logra; en medio de la indiferencia de los habitantes del pueblo, Willoughby y su mano derecha Dixon (Sam Rockwell), un policía zángano, alcohólico y violento, buscarán desanimar a Mildred para que retire sus carteles sirviéndose de todo tipo de métodos: la amenaza, la coacción, incluso la crueldad.

Lo que hace única a Tres anuncios por un crimen es la desactivación casi total del sentimentalismo y la tentación heroica del que se podría hacer uso de Mildred. Es cierto, ella es una persona que lucha con diversos obstáculos, todo con tal de encontrar la verdad sobre los asesinos de su hija. Es terca y valiente casi hasta la temeridad, ha sufrido y padecido la violencia de diversas formas, vive desde una tenacidad férrea y persistente. Pero Martin McDonagh se cuida de de no omitir lo principal: esta es la historia de una venganza inacabada dentro del marco de un pueblo enfermo, en donde la crueldad emana como un estado mental, o una excrecencia de algo mucho más profundo e inescrutable: el miedo que corroe a las personas. Se necesita talento y algo de atrevimiento para reunir esos elementos y hacerlos calzar con cuotas nada desdeñables de humor, y McDonagh lo tiene.

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Ya había realizado un ejercicio similar en su opera prima In Bruges (2008) al componer un thriller desde el espacio fronterizo de la comedia negra y el existencialismo absurdo. Pero en Tres anuncios por un crimen la apuesta de reunir los opuestos es llevada al límite de sus posibilidades, volviéndose un ejercicio narrativo por momentos políticamente incorrecto, traficando de forma incesante con diversos géneros que varían de una escena a otra, pasando del drama familiar al slapstick, del suspenso naturalista a la comedia física cercana a Blake Edwards.

En fin, una mixtura potente pero que ha cada paso puede irse al barranco de la indecencia y el mal gusto. En esas transgresiones genéricas se siente cómodo McDonagh, y en ese cruce de tonos esta película es única, incómoda y salvaje. Es un ejercicio de equilibrismo que nos traslada de un extremo a otro: los personajes pasan de ser odiados a optar por un intento de redención, la cólera irreflexiva bien puede ser la expresión de una necedad que merece cierta indulgencia. Tal vez sea la única forma, o la más cercana a la realidad, para describir una violencia que explota a ráfagas inacabadas, transitorias, fuera de control. Perplejidad quizá sea una buena palabra, perplejidad ante la insondable estupidez humana.

 

Nota comentarista: 9/10

Título original: Three Billboards Outside Ebbing, Missouri. Dirección: Martin McDonagh. Guión: Martin McDonagh. Fotografía: Ben Davis. Reparto: Frances McDormand, Woody Harrelson, Sam Rockwell, Caleb Landry Jones. País: Estados Unidos. Año: 2017. Duración: 115 minutos.