Capitana Marvel (1): Armas por la libertad
Desde su gestación tras el éxito de la primera Iron Man (2008), el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) se ha asentado en una premisa tan básica como eficaz: la seguridad del mundo -por lo tanto, su libertad, asumimos- depende de la altura a la que esté su tecnología y de la moral de los individuos capaces de blandirla. Las armaduras de Tony Stark y sus inventos (portaaviones voladores, nanobots, inteligencias artificiales rebeladas) son el ejemplo más claro de esto. Ahí está también el súper-suero aplicado al cuerpo del Capitán América, los rayos Gamma que desatan a Hulk, la araña genéticamente alterada de Spider-Man. Hasta el multiverso que presencia Dr. Strange en sus delirios místicos podría ser alcanzado vía ciencia, se sugiere.
Capitana Marvel, la más reciente entrega de la franquicia, no se aleja mucho de este uso del dispositivo tecnológico como origen de la superheroína, pero lo elude de manera sutil, invirtiendo el orden los acontecimientos y nublando la memoria de su protagonista; jugando así con una estructura poco común para el género (Guardianes de la Galaxia ya lo había intentado, con resultados similares), y que resulta económica al momento de contar su historia. Igual de importante es el hecho de que este no es sólo el origen de la Capitana y sus poderes, sino que también de la idea que terminará dando forma al equipo de los Avengers y todo su aparataje en pos de la defensa global.
Cronológicamente ubicada antes que las otras veinte películas del MCU, Capitana Marvel se centra en la guerrera espacial Vers (Brie Larson), su nebuloso pasado y su presente como parte de la milicia Kree, una fuerza de orden intergaláctico en lucha contra la raza de los Skrull, invasores cambiaformas de aspecto goblinesco. Durante una misión fallida, Vers es arrojada a la Tierra en el año 1995 y desde ahí, con la ayuda de un novel Nick Fury (Samuel L. Jackson, rejuvenecido de manera digital), deberá descubrir quién es en realidad.
Como buena película de origen bajo el sello de la Casa de las Ideas, Capitana Marvel cumple el checklist que se ha impuesto este tipo de producciones. Es lo suficientemente entretenida para toda la familia, tiene una banda sonora con hitazos de la época, giros predecibles, personajes bidimensionales, el casting está en su punto, calza con el resto del universo ya creado y efectos especiales atractivos para el ojo (en su clímax, los fanáticos de Dragon Ball sabrán reconocer cómo debería verse en pantalla grande un Supersaiyajin).
Sin embargo, el aspecto que parece querer diferenciar a Capitana Marvel es el de su arista política. Por primera vez escuchamos de manera explícita a un personaje denominar a los villanos como “terroristas”, se habla de “refugiados” y de planetas “fronteras”. El film sondea superficialmente aquello que tan bien trabajado estaba en Capitán América: El soldado del invierno (2014): la posibilidad de que los héroes sean parte de una gran estructura de vigilancia y control de la que no son conscientes. La toma de posición de la Capitana ante la guerra Kree/Skrull termina siendo el bastión progresista que sostiene la película, de la misma forma que el Capitán América terminaba dudando de las instituciones en su propia cinta.
Más que sus reflexiones sobre políticas de género (Larson encarna a la primera superheroína de Marvel con título propio), el motor que mueve la película es su mirada en torno a la inmigración y el desarraigo. El film está interesado en mostrarse abiertamente demócrata, preocupado por el Otro y definitivamente no-racista, con fronteras galácticas abiertas para todos. En esta línea, no es casualidad que un soldado Kree se refiera al planeta Tierra como un “shithole”.
Esta postura se siente abierta y progresista, por supuesto, sólo para el país del norte. Capitana Marvel se viste de manera explícita con los colores del ejército de Estados Unidos para llevar libertad al universo. Coherente con las películas que la preceden, hacia el final de la cinta se consolida la idea de que, más que una superheroína, la protagonista es realmente un arma que puede asegurar la hegemonía de quien esté dispuesto a usarla de manera justa, al igual que el resto de inventores, científicos y soldados que componen el panteón del MCU.
Preocupada por la paz, con la amenaza constante de una destrucción masiva y con villanos-cambiaformas capaces de infiltrarse en cualquier lugar, cabe preguntarse, ¿por qué Capitana Marvel no se ambientó derechamente en plena Guerra Fría? La respuesta tiene que ver con los intereses comerciales, que siguen pesando más que la libertad creativa en este tipo de cintas (Blockbuster, Nirvana y Altavista son marcas de rápida identificación para el público masivo); además de las restricciones que representa ser parte de un universo cohesionado. De cara a Avengers: Endgame, entrega número 22 y supuesto cierre de esta saga, Capitana Marvel cumple con lo que se espera de una película del MCU, confirma los preceptos y limitaciones de su propio mundo y, más importante aún, de su no-tan-implícita ideología.
Nota comentarista: 7/10
Título original: Captain Marvel. Dirección: Anna Boden, Ryan Fleck. Guion: Anna Boden, Ryan Fleck, Geneva Robertson-Dworet. Fotografía: Ben Davis. Música: Pinar Toprak. Reparto: Brie Larson, Samuel L. Jackson, Jude Law, Ben Mendelsohn, Lashana Lynch, Gemma Chan, Annette Bening, Lee Pace, Mckenna Grace, Clark Gregg, Patrick Gallagher, Connor Ryan, Duane Henry, Ana Ayora, Stanley Wong, Don Cheadle, Scarlett Johansson, Mark Ruffalo, Stan Lee. País: Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 125 min.