Spider-Man, un nuevo universo: La inteligencia de una máquina

Héroes en serie

En LEGO Batman: La película (Chris McKay, 2017) existe un pequeño chiste que esconde varias claves respecto a la clase de ironía que se aplica en la saga. Después de un torpe forcejeo, el Guasón le advierte a Batman que en realidad no puede deshacerse de él, ya que en el fondo necesita de una némesis para ser un superhéroe. Para Batman, sin embargo, la tesis del Guasón apenas se sostiene. Este le explica al villano que, en realidad, solo será su enemigo mortal “lo que dure esta temporada”. El chiste no solamente ironiza respecto a la solemnidad con que Batman ha tratado la dialéctica héroe/villano en entregas anteriores, sino que además plantea la existencia de un Batman que comprende que sus intereses cambian según lo que indique cada nuevo arco narrativo. Mientras que la razón de existencia del Guasón es acabar con Batman, para el héroe murciélago este objetivo puede variar entre el Guasón, el Pingüino o Bane, dependiendo de lo que ordene cada nueva entrega.

La gracia del Batman LEGO es que se encuentra diseñado a partir de un mundo post-Batman. La función del héroe animado está planteada de manera doble: a la vez como personaje y como símbolo cultural. Por esta razón, el Batman de LEGO Batman es un superhéroe capaz aglutinar todos los clichés de su prototipo de manera intencional. La voz ronca, el tono sombrío de conversación y una fragilidad oculta se convierten en la base cómica con la que el nuevo Batman se ríe de sus versiones anteriores, al mismo tiempo que no es más que otro modelo que deriva de estas.

El pensamiento de lo heroico en un mundo en el cual los superhéroes son un signo reconocible, y en pleno apogeo de popularidad, es uno de los centros de Spider-man: un nuevo universo. Miles Morales, la nueva versión del héroe arácnido, es parte de un universo en el que Spider-man es ya una figura reconocida. Esta figura, al igual que el Batman de LEGO, es tanto un superhéroe real como un personaje del que se desprende todo tipo de merchandising. En este caso, sin embargo, se trata de algo más que una herramienta para el humor meta. Las nuevas audiencias infantiles, habituadas a los spin-off, juegos virtuales derivados de películas (o películas derivadas de juegos) y universos “en expansión”, parecen poseer una desconfianza natural a la originalidad del relato. En Spider-man: un nuevo universo, los diversos personajes desprendidos de un mismo “modelo narrativo” se convierten, colectivamente, en el héroe de la obra.

 

El trazo colectivo

Spider-Man-Into-The-Spider-Verse

En Spider-man: un nuevo universo, el adolescente Miles Morales se acaba de trasladar, debido a la presión de sus padres, a un internado de elite. El joven afro-latino, fanático de la cultura hip-hop y de Spider-man, se encuentra incómodo dentro de su nuevo entorno. Después de un paseo que realiza junto a su tío Aaron para graffittear, es picado por una araña radioactiva. Los efectos de esta picadura le resultan preocupantes, pero también reconocibles: su cuerpo empieza a mutar tal como lo hizo el del famoso Peter Parker. Más adelante, Miles descubre un laboratorio en el que el malvado Kingpin intenta combinar dimensiones paralelas a través de un acelerador. Después de que Kingpin consigue asesinar al Spider-man original, Miles asume que su misión es tomar su lugar. Para su sorpresa, Miles descubrirá que las múltiples dimensiones abiertas traerán todavía más versiones de Spider-man para ayudarle en su misión.

Los juegos con el multiverso están lejos de ser inusuales en el cine contemporáneo. Desde los universos “tangenciales” de Donnie Darko (Richard Kelly, 2001) hasta la versión pop de la física cuántica que entrega Rick y Morty (Dan Harmon y Justin Roiland, 2013-) -una serie en parte encargada de masificar el término “multiverso”-, las bifurcaciones narrativas borgianas ya son parte de la cultura popular. Estos esquemas narrativos a menudo se configuran en forma de “puzle”, un tipo de relato que exige un armado mental atento para poder “entenderse”, como sucede con las muñecas rusas de Christopher Nolan. Lo novedoso de su uso en Spider-man: un nuevo universo es que la película no tiene como objetivo crear esta clase de confusión, sino que utiliza los universos paralelos para hablar de una experiencia más cercana.

El hecho de que Miles Morales sea protagonista y fan de la saga potencian esta lectura. Muchos de los chistes de la película tienen que ver con su propia predictibilidad narrativa. En una escena, después de que Miles escucha horrorizado que el generador de Kingpin se activará pronto, el recién aparecido Peter B. Parker (una versión “venida a menos” del original) lo calma explicándole que los planes de los villanos siempre funcionan en plazos de 24 horas. Desde esta escena la película reconoce su trampa narrativa, la de establecer un plazo temporal para aumentar la tensión, pero no por esto renuncia a utilizarla. A diferencia del cinismo cómico de LEGO Batman, la nueva versión de Spider-man es capaz de reírse de su esquema narrativo al mismo tiempo que puede apreciar su belleza.

André Bazin propuso, en abierta oposición a sus discípulos de Cahiers, que la perfección de las películas clásicas hollywoodenses no residía en la capacidad de algunos “genios” particulares. Mientras que la “política de los autores” se esmeraba en reconocer los estilemas de John Ford o Alfred Hitchcock, Bazin pensaba que en Hollywood funcionaba una suerte de “genio” colectivo, creado a partir de reutilizar y copiar esquemas descaradamente. Spider-man: un nuevo universo es, en parte, una película sobre cómo ese estilo colectivo se ha forjado en el cómic y el cine de animación.

En una emotiva escena, Miles pierde súbitamente a un ser querido. Emocionalmente afectado, le dice al resto de los Spider-man que ellos son incapaces de comprender su dolor. Ante esto Gwen (una joven Spider-man de traje blanco) le responde que son justamente ellos los únicos que pueden comprenderlo totalmente. En ese momento, entendemos que esta muerte es una réplica de la afamada muerte del tío Ben en el Spider-man original, y que el resto de los Spider-man han pasado, más o menos literalmente, por duelos idénticos en sus historias. Lo baziniano de esta escena se encuentra en que no se trata de reconocer con ironía que se trata de una escena “calcada”. Lo importante en este punto es que ya conocemos a Miles, por lo que somos capaces de emocionarnos y compartir su dolor, sin importar que sepamos de antemano que se trata de otro reciclaje narrativo.

Asimismo, la película nos permite entender que su lenguaje visual está atravesado por esta idea. Spider-man: un nuevo universo es, declaradamente, una imitación estilística de la visualidad del cómic, que agrega sombreados y líneas de movimiento ajenas a la animación digital. Además de esto, la imaginería de la película roba motivos visuales de Looney Tunes, el cine negro, la animación japonesa y las diversas series animadas de Spider-man. Entonces, el “canibalismo” estilístico practicado por la cinta replica en otra clase de escala los múltiples universos que chocan en el relato. Las caricaturas de Tex Avery, las transiciones perfectas de Satoshi Kon, o la visualidad plástica del videojuego son parte de las opciones creativas que se combinan con una libertad inusual para una película de animación mainstream.

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We Can Be Heroes

Por último, la relectura que Spider-man: un nuevo universo hace del prototipo del superhéroe también contradice la noción usual que han entregado las películas de esta clase. La idea del superhéroe remite, por lo general, a una especie “excepcionalidad” contenida en quien se convertirá en el personaje “salvador”. Bruce Wayne, Diana Prince o Peter Parker son “elegidos”, personas excepcionales destinadas a salvar el plantea. Una película como Los increíbles (Brad Bird, 2004) ha llegado a ser comparada, incluso, con las novelas de la derechista Ayn Rand por su retrato de individuos “excepcionales” que ven su potencial limitado por las leyes estatales.

Miles Morales, en un comienzo, pertenece a la misma clase de héroe. Se trata de un adolescente “normal” que asume, al igual que lo hizo Peter Parker, la responsabilidad de poseer un poder excepcional. Sin embargo, la aparición de Gwen y el resto de los Spider-man desarticula cualquier idea de excepcionalidad contenida en Miles. Spider-man: un nuevo universo realiza el traspaso ideológico desde Ayn Rand a Espartaco, un heroísmo que se entiende como un potencial oculto en cualquiera.

Lo único lamentable, si se me permite la queja, es que una película como Spider-man: un nuevo universo difícilmente logre un reconocimiento más allá del que se le permite a una cinta animada de sus características. Mientras que un sector de la cinefilia ha abierto un espacio de reconocimiento a otras obras industriales como Logan (James Mangold, 2017) o Misión imposible: repercusión (Christopher McQuarrie, 2018), el rótulo de “animación” inclina a la crítica a ver este tipo de obra con cierta condescendencia. Si directores como Jan Švankmajer o Hayao Miyazaki han sido capaces de entrar al canon cinéfilo, es justamente porque practican una animación que se aleja de lo que se puede considerar entretenimiento infantil. Si las películas de Studio Ghibli gozan de un reconocimiento diferente es porque “detrás” de su envoltura de fábula infantil se esconde una profundidad relacionada con temas más “adultos”.

Spider-man: un nuevo universo no es una película en la que se tenga que rasgar la superficie para descubrir su profundidad. Su diversión desenfrenada es parte integral de su discurso. Finalmente, el asombro del fan y la ilusión de participar en una narrativa mayor son los elementos que convierten a Miles en un superhéroe. El hecho de que la película sea rápida, graciosa e inmersiva son, entonces, elementos de identificación con el protagonista que potencian el discurso de heroísmo en potencia.

 

Nota comentarista: 9/10

Título original: Spider-man: Into the Spider-Verse. Dirección: Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman. Guión: Phil Lord y Rodney Rothman. Montaje: Robert Fischer Jr. Música: Daniel Pemberton. Reparto: Shameik Moore, Jake Johnson, Hailee Steinfeld, Mahershala Ali, Lily Tomlin, Nicolas Cage, Liev Schreiber. País: Estados Unidos. Año: 2018. Duración: 117 min.