Great Freedom: Libertad bajo palabra
Con varios saltos cronológicos y experimentos formales, Great Freedom es una película cuidada, mordaz, incisiva y, a ratos, tristísima. Es un alegato contra la ignorancia y la intolerancia instaladas en la médula y los cimientos de sistemas que dicen transformarse, pero en los que el “huevo de la serpiente” no se cerró del todo.
Great Freedom, segunda película del realizador austriaco Sebastian Meise, se erige tanto como un perturbador trabajo de puesta en imágenes y despliegue de recursos actorales, como en un testimonio necesario en estos tiempos de involucionismo y desmemoria histórica. Eludiendo muchos tópicos comunes de filmes acerca del nazismo y sus secuelas, la película ahonda en las tripas de un sistema kafkiano sin abandonar el romanticismo. Great Freedom nos narra tres momentos de la vida e historia en los que el joven Hans (un excepcional, a la vez comedido, alucinatorio y pasional trabajo del intérprete alemán Franz Rogowski), es encerrado en prisión por la justicia de la República Democrática Alemana (RDA), debido al tristemente célebre “Parágrafo 175”, vigente hasta 1969, que permitía encarcelar a la gente que fuese “sorprendida” realizando “actos homosexuales”. Una legislación bochornosa que condujo a miles de personas LGBTIQA+ al exterminio en los campos de concentración y, al igual que la “Ley de Peligrosidad Social” en España, tardó tiempo en “abolirse” completamente.
El filme se fragmenta en tres distintos encuentros de Hans con tres hombres bien diferentes entre sí: un joven profesor de violín; un chico judío del que acaba locamente enamorado, con en el que se comunica mediante mensajes cifrados y que se arroja desde el techo de la cárcel deshaciendo la entereza de Hans; y ese hombre “que nunca mató a nadie hasta que acabó la guerra” y que ahora es un heroinómano que se cierra a sí mismo las posibles salidas. Algunos momentos del filme nos hacen dudar de las intenciones del realizador, en sentido de intuir lo previsible y temer ciertos clichés. Sin embargo, el realizador juega sus cartas a la perfección para que su drama “¿romántico? lírico” funcione con soltura y admirable contención en sus resoluciones narrativas. Incluso, tal vez, se erija en una de las películas recientes más singulares en contra del heterosexismo regulado, la uniformización y en contra las instituciones de control manejadas por gente impía. Hans es un gay promiscuo, cazado varias veces por las fuerzas del “orden” en el mismo parque público, vigilado por las cámaras y que ama de formas distintas hasta un final demoledor, ambivalente, de un romanticismo visceral y que termina por noquear al público.
Nos hallamos frente un filme construido de forma elegante, ascendente, y a la vez tenue y ágil. Una película poética, pero de una inusitada fuerza vital, dinamismo y extraña melancolía, denunciando la hipocresía social, no solo hacía la gente LGBTIQA+, sino que también hacia toxicómanos, tales como Viktor (Greog Friederich), del cual el protagonista acaba visceralmente enamorado, incapaz de olvidarlo cuando deja atrás los muros de la cárcel y no encuentra lo que estaba buscando. El actor y bailarín alemán Franz Rogowski ejecuta una perfecta coreografía interpretativa tras su aparente desparpajo, cosiendo con solvencia paños de todos los colores en los talleres del lugar mientras no quita ojo al resto de los hombres, deshaciéndose emocionalmente tras el suicidio de su primer amor verdadero en la cárcel, enfrentándose a los carceleros en su empeño por hacerle la existencia imposible. Al final de la película, luego de transformar los lugares más insospechados espacios de encuentro sexual, la expresión neutra de Hans en el plano final nos lleva a pensar en que el filme es más complejo de lo que parece.
Con varios saltos cronológicos y experimentos formales, Great Freedom es una película cuidada, mordaz, incisiva y, a ratos, tristísima. Es un alegato contra la ignorancia y la intolerancia instaladas en la médula y los cimientos de sistemas que dicen transformarse, pero en los que el “huevo de la serpiente” no se cerró del todo. Mezclando el lirismo, con una espléndida fotografía de Crysten Fournier – que filma con destreza tanto la belleza como la sordidez, la ternura y la violencia- estamos ante una película que da mucho de qué hablar porque, además de ser un reclamo contra la fobia a las personas LGBTIQA+ instalada en nuestras sociedades, es un canto de justicia y libertad más allá de las falsas promesas; de las normas escritas, reescritas, dictadas o heredadas por los descendientes de los tiranos.
Título original: Great Freedom. Dirección: Sebastian Meise. Guion: Sebastian Meise, Thomas Reider. Fotografía: Crystel Fournier. Reparto: Franz Rogowski, Georg Friedrich, Anton von Lucke, Joachim Schoenfeld, Thomas Prenn, Fabian Stumm, Ulrich Faßnacht. Año: 2021 País: Austria. Duración: 116 min.