Dead Candi: El cine que no queremos ver
Quiero abrir esta reseña con una reflexión personal sobre el ejercicio de la crítica. Siempre es complicado abordar una película donde uno ve más elementos negativos que positivos, más aun, si esta es producida o dirigida por realizadores locales. Para mí, resultaría más sencillo desglosar las falencias narrativas, políticas y estéticas que tiene una obra, siendo un observador más lejano al contexto de la película en sí. Sin embargo, creo que, si bien el crítico debe ser responsable con su juicio frente al objeto observado, también existe una responsabilidad de los realizadores y productores con su misma obra. Bajo esta premisa, es que abordo el estreno de Dead Candi, la última película producida por la Universidad del Desarrollo.
La película cuenta la historia de Lucas (Armin Felmer), un adolescente introvertido que le cuesta comunicarse con su entorno, y que vive junto a su madre (María Olga Matte) y su insoportable y consentido hermano Elías (Nicolás Durán). Lucas y Elías comparten amistades y pasan el verano en fiestas, consumiendo alcohol y drogas, sin ninguna mayor preocupación que la partida de Lucas a final del verano. Lucas quiere escapar de algo y no sabemos por qué. Mientras, prepara con su hermano una "revolucionaria" forma de drogarse, las dead candi, dulces con efectos alucinógenos que comercializaran en sus fiestas.
Siendo generosos con la historia, podríamos decir que la película intenta abordar o retratar a un grupo de jóvenes ABC1, en su soledad y "miseria" emocional. Sin embargo, nada de eso sucede. Si pudiésemos hacer un símil, Dead Candi es una mala copia de lo que hizo Alejandro Fernández Almendras con Aquí no ha pasado nada (2016). A.F.A. logra retratar el mundo de los jóvenes privilegiados usando el caso Larraín como inspiración, proponiendo una fuerte crítica social sobre sujetos que, hagan lo que hagan, nunca recibirán sanción penal o social sobre sus actos. Mientras que en Dead Candi no existe crítica ni cuestionamiento, ya sea de los privilegios de los protagonistas o de su entorno.
La película busca que empaticemos con un adolescente introspectivo y aparentemente ajeno a sus circunstancias. Quiere, por momentos, que lo veamos como víctima de un mundo que no comprende y que lo cohíbe. Sin embargo, la historia es sumamente superficial y vacía en su acercamiento a un par de hermanos que maltratan a su madre y que son incapaces de reconocer sus privilegios en la sociedad. Dead Candi en ningún momento cuestiona o presenta una mirada crítica sobre sus personajes, sino que los cuida, los protege y los defiende.
Es más, en ciertos momentos esta caricatura llega a ser insultante. Hay un diálogo entre Lucas y Maca (Ignacia Goles), su mejor amiga, en el cual ambos comienzan a hablar como si no pertenecieran a su clase social: "me querí puro perjudicarme’"dice Lucas, citando esa horrible moda del niño ABC1 que juega a ser marginal, cuando lo único que los mantiene al margen es su escasa comprensión de su entorno y sus privilegios.
Si tomamos la película desde el mundo de las drogas, la exploración y la evasión, la película también se queda corta. Alejandro Aravena, en su crítica publicada en CineChile, argumenta que siempre es complejo retratar este mundo de juventud y drogas, y a la vez hacerlo novedoso. En el caso de Dead Candi creo que el problema es la falta de crítica y cuestionamiento sobre su entorno. Si hacemos el símil con Trainspotting (1996), la juventud retratada por Danny Boyle es fruto de políticas sociales que han afectado a la clase obrera en Reino Unido. Renton y los demás son el resultado de una sociedad consumista y neoliberal, y la película se centra en este grupo de desplazados para criticar el sistema que se había construido hasta ese entonces. Por otro lado, Requiem for a Dream (Darren Aronofsky, 2000) también presenta una crítica a la superficialidad de la sociedad de consumo, al implicar que el ideal físico es el desencadenante del abuso de anfetaminas, mientras que el narcotráfico es visto como una oportunidad para salir del círculo de la pobreza. Esos elementos de crítica a su entorno social no aparecen en Dead Candi, donde la única rebeldía de los personajes es contra la nueva pareja de su madre, al cual Lucas ignora y Elías maltrata al punto de provocar la ruptura de la pareja.
El problema central de Dead Candi radica en no profundizar ninguno de los temas que intenta proponer. Las drogas, la adolescencia, los conflictos familiares y la necesidad que tiene Lucas de irse de ahí no logran ser desarrolladas ni exploradas de manera satisfactoria. La película, en este sentido, pierde la oportunidad de ahondar en dinámicas que, si bien resultan interesantes, pasan de manera superficial sin tener un punto de vista o visión particular sobre ellas.
Nota comentarista: 1/10
Título original: Dead Candi. Dirección: Eugenio Arteaga. Guión: Eugenio Arteaga, Andres Vargas, Iñaki Velázquez. Fotografía: Javier Sanhueza. Montaje: Felipe Bañados. Reparto: Armin Felmer, Nicolás Durán, Benjamín Ruiz, María Olga Matte, Ignacia Goles, Pablo Ausensi. País: Chile. Año: 2018. Duración: 88 min.