1917 (2): La Gran Guerra y sus narrativas
1917 nos muestra la mejor cara del cine de Sam Mendes que, eludiendo la estética de videoclip o los excesos de algunos de sus filmes, se decanta por una narrativa original en su hipnótico clasicismo y elegancia en la puesta en imágenes, a la vez que es demoledora en sus conclusiones finales sobre el absurdo de la guerra. Tal vez la falta de un argumento sólido o suficientemente original debilite algo la entidad de la propuesta, pero esta se ve acompañada de las luces y las sombras del veterano operador Roger Deakins.
La Primera Guerra Mundial ha dado lugar a algunas de las narrativas anti-belicistas más interesantes del siglo pasado, contando con libros, películas, poemas, pinturas... Todo como el eco de una batalla sembrada de fango, alambradas, muertos y jóvenes defenestrados en la flor de la vida. Toda una generación marcada por el discurso del belicismo que, desde entonces, va a ser cuestionado con virulencia desde varios frentes.
El estreno de la interesante aunque, a ratos, algo plúmbea 1917, del imprevisible Sam Mendes, con sus premios y su mezcla de narrativa clásica e interés relativo, nos lleva a una nueva reflexión sobre las secuelas culturales de la Primera Guerra Mundial que arrancan ya desde la novelística de Erich María Remarque y su Sin novedad en el frente. Esa misma atmósfera de polvo, crispación y trincheras reaparece en el filme de Mendes, aunque algo estropeada por un reparto sin mucho brillo (con dos jóvenes protagonistas masculinos algo desangelados) y una mezcla de planos secuencia y planos esteticistas a la que el público actual ya no está acostumbrado. 1917 despersonaliza y se distancia demasiado de sus personajes, observándolos como muñecos perdidos en una contienda, pero también sabe recurrir a la brillantez del uso de las panorámicas y, sobre todo, el plano secuencia para contar su historia con una extraña sobriedad.
1917 nos muestra la mejor cara del cine de Sam Mendes que, eludiendo la estética de videoclip o los excesos de algunos de sus filmes, se decanta por una narrativa original en su hipnótico clasicismo y elegancia en la puesta en imágenes, a la vez es que demoledora en sus conclusiones finales sobre el absurdo de la guerra. Tal vez la falta de un argumento sólido o suficientemente original debilite algo la entidad de la propuesta, pero esta se ve acompañada de las luces y las sombras del veterano operador Roger Deakins, logrando un universo malsano donde los bellos paisajes naturales se han convertido en un universo moribundo y en el que el protagonista que queda con vida se mueve como en una pesadilla sin mucho sentido con el fin de cumplir su misión a través del peligro. Destaca el contraste entre la posición inicial de los dos protagonistas tumbados en la hierba y el amargo final que, sin maestría pero con elegancia, nos pone de relieve las heridas interiores del joven superviviente, sumido en la soledad y el hastío, buscando inútilmente un refugio.
1917, con sus logros e imperfecciones, es un nuevo alegato en el que la Primera Guerra Mundial nos muestra el belicismo en toda su crudeza desde un punto de vista humanista.
Título original: 1917. Dirección: Sam Mendes. Guion: Sam Mendes, Krysty Wilson-Cairns. Fotografía: Roger Deakins. Montaje: Lee Smith. Música: Thomas Newman. Reparto: George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Richard Madden, Benedict Cumberbatch, Colin Firth, Andrew Scott, Daniel Mays, Adrian Scarborough, Jamie Parker, Nabhaan Rizwan, Justin Edwards, Gerran Howell, Richard McCabe. País: Reino Unido - Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 119 min.