Cine en cuarentena (17): Ruiz en el país de la diablura. La Recta Provincia
La Recta Provincia no apunta ni simbólica ni metafóricamente a los desaparecidos en dictadura. Esto me permite enfocar al film en un terreno más cercano: la diablura chilena. El dominio de la diablura se revelará muy extendido no solo en el campo sino en la sociedad chilena. Ruiz consagra un relato múltiple y polifónico sobre esta particularidad nacional. Es un film de historias maravillosas y, al mismo tiempo, uno de los mejores films que hiciera al retornar a Chile. Ruiz, gran amante de las leyendas populares, encuentra en estas leyendas el crisol de nuestra humanidad, el lugar del verdadero conocimiento capaz de reemplazar a la ciencia. Estas verdades eternas están también presentes entre nosotros y Ruiz busca colocarlas en valor.
Este es un país donde conviven diablos, ángeles, santos y la Virgen María. Es una tierra poblada de diablos, un país de pillos, aprovechadores que toman atajos, tramposos, sinvergüenzas, patudos, vivarachos, pendencieros, jugadores, que a veces se resignan a ayudar al prójimo. Un país apegado a la cordillera, de tierras áridas y secas, de robles huachos, de cuevas y laberintos, de noches extrañamente claras, de vertientes que caen a cántaro, de muros de adobes, de ventanas sospechosas, de grandes puertas de madera, de espaciosos aposentos, de jinetes en briosos caballos, de senderos terrosos que se bifurcan. Pero es también una región muy agitada, de gente ruda que desenfundan cuchillos, de cuatreros que se evaden, de bandidos que asolan los campos. Detrás de ellos se esconden los diablos y las almas en pena. Rosalba es cristiana y, para defenderse de tanto diablo suelto, debe persignarse, rezar el salve, recitar el ave maría purísima y blandir la cruz que los espanta. Hay que tener mucho cuidado con estos diablos, no sean que te seduzcan y te compres el pasaporte para ser condenado al fuego eterno.
Paulino encuentra un fémur seco con agujeros, lo usa para hacer una flauta, cada vez que la flauta suena pone en movimiento el recuerdo de un finado que clama cristiana sepultura. Paulino, incitado por su madre Rosalba, deciden ambos realizar un viaje en busca de más huesos. Son huesos repartidos por la comarca necesarios para reconstruir el esqueleto del finado y darles digna sepultura. Mientras el difunto siga disperso por el mundo su alma seguirá clamando venganza contra aquellos que lo han asesinado. En el transcurso del viaje los caminantes se irán encontrado con múltiples personajes, cada uno recuerda a una leyenda: la viuda que mata a sus esposos, el diablo que recluta a nuevos diablos, la diabla Belisaria, la Virgen auxiliadora, el Ángel guardián, Juan el lobo.
Ruiz se preocupó en dejar claro la interpretación para su film: sería un error pensar que el cuerpo desmembrado que aparece en su historia fuera alusión a la desaparición en dictadura. La idea de los cuerpos descuartizados y repartidos es muy antigua. Pertenece al patrimonio de las leyendas nórdicas, de bárbaros que asolaron Europa, y por esta vía llegó al mundo medieval español, antecedente inmediato de su arribo a los campos de Chile. La leyenda de los cuerpos repartidos ha pasado a ser un principio discursivo, que junto con el mundo al revés son ambos dos los principios activos que Ruiz utilizará para interpretar la sociedad chilena. Retrotrayéndolo aún más puede tratarse de un principio gnóstico. La religión gnóstica era mistérica e influyó decisivamente al cristianismo. El caso del sacramento de la comunión remite a un misterio insondable. ¿Cómo entender que el cuerpo de Cristo sea dado a comer a los fieles? Partir de este principio es sumergirse de lleno en el mundo del misterio tanto como del mito.
El cuerpo repartido es tal vez el principio folklórico más fértil que Ruiz ha utilizado en diversos films, siempre en referencia a leyendas chilenas. La vemos aparecer en Utopía o El cuerpo repartido y el mundo al revés (1975) y en Coloquio de perros (1977). Establece el principio general de la multiplicidad en busca de unidad. Las almas permanecen en pena hasta que sus partes se reúnan. El espíritu medieval y el campesino abominan del cuerpo despedazado, pone en cuestión la unidad del alma, cada sujeto conserva un alma que anima al cuerpo entero.
Por tanto, sin profundizar más, La Recta Provincia no apunta ni simbólica ni metafóricamente a los desaparecidos en dictadura. Esto me permite enfocar al film en un terreno más cercano: la diablura chilena. El dominio de la diablura se revelará muy extendido no solo en el campo sino en la sociedad chilena. Ruiz consagra un relato múltiple y polifónico sobre esta particularidad nacional. Las diabluras exceden el ámbito teológico, se plantean en un mundo secular, el Más Acá, que, como en otras leyendas, se sitúa en un mundo encantado donde existen brujos, traucos, diablos y diablas, bandidos, almas en pena, voces de ultratumba, curas y sacristanes, maleros, matreros, faramalla, Virgen María y San Germán. El diablo Aliro ha sido enviado por el diablo Chihuin a reclutar a un inocente para sus correrías. Aliro se fija en Paulino, el hijo retardado de Rosalba, “que no tiene cabeza”. Paulino hace pacto con el diablo Aliro para volverse inteligente. Este mundo de pactos con el diablo y otras diabluras es suficientemente conocido en el campo, de modo tal que el público campesino ve el film y no se hace las preguntas de un espectador erudito, que busca explicaciones psicológicas o sociológicas.
Este país juguetón es un país atemporal, sin historia, que vive perdido en la eternidad. Es un país donde sus pobladores conviven normalmente con el Más Allá. Cuentan con un pasaje privilegiado a esa dimensión insondable, se conversa directamente con el Altísimo. El país del Más Allá sin duda confiere una nueva dimensión al vivir cotidiano. Muchas desgracias pasan a pérdida frente a la inmensidad de este mundo oculto, insospechado. Es el caso del angelito, el niño de corta edad que muere y que es venerado por interceder por su madre en el Más Allá. Más que superstición, estamos frente a una expectativa de futuro en que la vida será distinta, más feliz, más pródiga en un mundo al revés.
El país del Más Acá que el film representa es un país fabuloso, donde el diablo cocina perdices, donde se sueña para regresar a los muertos, donde se despierta a goteo, donde el olvido es un encantamiento, donde se hace un pacto con el diablo para recuperar la memoria, donde Demócrito se muere de la risa y Heráclito llora todo el día, donde se llora al Infante Don Juan, donde San Germán come al cordero de Dios, donde se saluda al ave maría purísima con su contraseña sin pecado concebida, donde se reúnen huesos dispersos para encontrar a un finado, donde se recogen lágrimas a toneles. ¿Y dónde queda ese país? Donde el diablo perdió el poncho.
Ruiz se da tiempo para crear brillantes coreografías de los paisajes campesinos. La sequedad y aridez del sector de Putaendo y Petorca. Las rocas cayendo a canto en las quebradas cordilleranas. Las payas entre dos cantadores que se retan. El sabio canto a lo divino. Todo huele a pan amasado. Sin embargo, es una vida austera tomada a pequeños sorbos de vino. Rosalba y Paulino son capaces de bailar a la luz de la luna, indiferentes a temores anteriores. Más allá, la irrupción de la Virgen María enfrentando directamente al malévolo de Juan Lobo, que se jacta de castigar a mansalva. Notable secuencia, con reminiscencia buñueliana (La Vía Láctea, 1969), la Virgen busca redimir al pecador llenando un tonel con lágrimas. Es la famosa leyenda de La Llorona, presente en el folklore latinoamericano. No es la Virgen venerada arriba de un altar, sino una despojada de sus poderes y mundalizada, para mezclarse con el dolor de la gente.
La historia de la moza con Paulino es fantástica. El dice que está dormido y no es verdad lo que le ocurre. Ella dice que no existe y que cuando despierte él se dará cuenta. Cuando Paulino se lo cuenta a su madre, ésta le dice: a un ser amado que se la sueña reiteradamente, vuelve a vivir. Ven aparecer a la moza que viene con un niño, un hijo concebido en el sueño, con una maleta de huesos que pertenecen al finado. La diabla Belisaria la hace saltar en una pata, y desaparece.
Son historias de diablos y de diabluras. El diablo Aliro que es reclutado por el diablo Chihuin; la Viuda, que se le mueren los esposos; la Diabla Belisaria, que acompaña a Rosalba; Juan el Lobo, el finado buscado; el diablo guardián, que pelea con el ángel de la guarda; el malero, que mata a tres hermanas y degüella a una niña de siete años; la Moza, que hace soñar a Paulino; Juan Último, que somete a examen a los caminantes; el diablo de la calavera, que es el alma del finado condenado a vagar eternamente. Con la participación de figuras históricas: Santa María, San Germán, Barrabás, Jesucristo, Demócrito y Heráclito.
Juan el Lobo pregunta qué es el pecado, su mayor preocupación. Pero en el país de las diabluras no hay explicaciones. San Germán hace sonar diversas bolas, son las notas musicales que se escuchan por combinación. Así suenan los siete pecados capitales. Lobo ni siquiera sabe que está muerto. Rosalba se queja que anda tanto pecado suelto. La diabla Belisaria entrega recetas demoniacas y previene a los caminantes frente al agua del olvido. Santa María recorre el campo ayudando a los pecadores, por tres veces perdona a las mujeres infieles. Hay que tener cuidado con los diablos: como el gobierno prometen lo que no pueden cumplir.
Al final la maleta se llena con todos los huesos del finado, que resulta ser Juan el Lobo. Rosalba exclamará: la maldad no se acaba nunca. Es cierto que estas leyendas abren una salida a las penas de exilio. La Recta Provincia es un film de historias maravillosas y, al mismo tiempo, uno de los mejores films que Ruiz hiciera al retornar a Chile. Ruiz, gran amante de las leyendas populares, encuentra en estas leyendas el crisol de nuestra humanidad, el lugar del verdadero conocimiento capaz de reemplazar a la ciencia. Estas verdades eternas están también presentes entre nosotros y Ruiz busca colocarlas en valor.
Difícilmente encontraremos en el cine chileno textos más justos, como escuchamos en La Recta Provincia. Son diálogos pertinentes, son diálogos filudos, contundentes, bien hilvanados, que describen muy bien a sus personajes. Es una maravilla escucharlos porque son diálogos cantarinos, que huelen a versos en espinetas, a una lengua romancera extinguida, a una tradición oral. Son textos sabios que calzan a la perfección con las imágenes poéticas encontradas. Y hacen del film un film encantado, hechizante, inolvidable.
Título: La Recta Provincia. Dirección: Raúl Ruiz. Guión: Raúl Ruiz. Fotografía: Inti Briones. Montaje: Valeria Sarmiento. Música: Jorge Arriagada. Reparto: Bélgica Castro, Ignacio Agüero, Chamila Rodríguez, Francisco Reyes, Alejandro Trejo. País: Chile. Año: 2007. Duración: 160 min.