El Salvavidas (Maite Alberdi, 2013)
Cielos celestes y despejados, miradas tranquilas pero atentas, conversaciones distendidas sobre un pasado incierto, cuerpos expuestos en su naturaleza relajada chocando con olas y arenas, El Salvavidas, primer largometraje de Maite Alberdi, se estrena simultáneamente en algunos cines de Chile, en el momento idóneo, en pleno verano, oleadas de calor y una invitación a revisitar nuestras costas del Pacífico.
Pero este reencuentro con la playa, luego de ver El Salvavidas, se torna algo receloso, un dejo de desconfianza en la labor de ellos, quienes protegen a niñas, niños y adultos de lo violento y poco pacífico de nuestro océano Pacífico.
Mauricio, uno de los salvavidas y protagonista de la película, joven, muy empoderado de un discurso racional y profesional de la labor del salvavidas, se encarga de hacer cumplir todos los protocolos y burocracias tanto de los salvavidas, como de los bañistas, muchas veces instando a conflicto, a momentos de descontrol de su aparente serenidad, y a emitir juicios sobre “moral y buenas costumbres”. La premisa de Mauricio es que un salvavidas,
no debería meterse al agua a salvar a las personas, ya que siempre hay que prevenir ese tipo situaciones. El mayor receptor de su discurso-monólogo sobre el “deber ser” de un salvavidas, es un niño de ocho años Lucas, que escucha atentamente todas las enseñanzas de Mauricio.
Jean Pierre, es otro de los salvavidas, que en términos prácticos es el opuesto a Mauricio: llega tarde a trabajar, otros cubren sus atrasos, saca la vuelta, es poco organizado, pero destaca en lo más importante de la labor de un salvavidas: se mete al agua cuando es necesario y cuando no también. La diferencia entre el decir y el hacer, entre el proceso y el producto, entre la idea y la materialización: Mauricio que todo el tiempo habla de la función del salvavidas, no logra cumplir con su labor, para lo que realmente está ahí, en la playa trabajando es para salvar vidas y no lo hace. Jean Pierre un trabajador, como podría ser en cualquier otro escenario (oficina, tienda de ropas, fábrica, universidad, etc.) es irresponsable con los horarios, coquetea con mujeres, es flojo, etc. es quien salva a un bañista, sumado a que había sido elegido el mejor salvavidas de la costa. Jean Pierre es el “héroe, y Mauricio fracasa en su intento por controlar previamente la situación, que finalmente se escapa de su control, y a la cual no puede hacer frente, porque no se mete al agua.
Hay dos cosas que me parecen muy relevantes y destacables de la película El Salvavidas: a buenas y primeras un registro casi documental sobre la idiosincrasia del chileno en situación de veraneo, pero es mucho más que eso. La película es susceptible de leer en varias aristas algunas evidentes, otras más bien implícitas, el juego de la simpleza de los personajes y su protagonista, con lo complejo de las cuestiones éticas que son puesta en juego, lo considero atrevido, desafiante y lúcido.
Las imágenes, fotografías, conversaciones, miradas, encontradas y desorientadas, me parecen frescas, precisas, delicadas, como un trabajo de artesano, en que cada detalle ha sido finamente delineado y pulido. El Salvavidas es una experiencia visual y sonora de las mejores que creo se verán este año, en la que logramos sentir y experimentar las sensaciones de sus personajes, si bien por recuerdo y por eso tan propio “chileno”, pero más importante, por el logro que consigue la película al transmitir dichas experiencias.
Los juicios éticos, los dejo a ultranza de los espectadores.