Informe XXIII FIDOCS (2): Soles Negros. La belleza de la barbarie
Hay algo que destaca Soles Negros: su belleza formal. Es un documental estéticamente hermoso, con una fotografía sumamente cuidada en un blanco y negro, logrado con gusto y estilo y no simplemente como un filtro de post producción. La falta de cromía en el filme le brinda un sentimiento de nostalgia y angustia, y comunica la desesperanza y la falta de armonía de las vidas de l@s personajes/víctimas que muestra. Es como si en la barbarie pudiera haber belleza. No porque la película dignifique la barbarie, sino porque uno como espectador entiende que en el sufrimiento de l@s personajes se asoma la humanidad y que esa humanidad merece ser narrada de manera bella.
No es novedad el tema de las secuelas del narcotráfico en el mundo. No lo es tampoco la idea de que el narcotráfico se cuela cada vez más en casi todos los países latinoamericanos, desatando con ello violencia, corrupción de autoridades, desplazamiento de personas que huyen para no verse involucradas y, sobre todo, asesinatos. Inclusive, se han puesto de moda en muchos lugares, poblaciones de Chile incluidas, la narcocultura, la narcoestética y la nefasta moda de algunos que son parte de ese submundo, de ostentar que lo son, con la misma gracia y naturalidad de alguien que sube a Instagram un foto acariciando a un perrito. Así, nos enteramos por la prensa de los funerales narco con tiros y fuegos pirotécnicos incluidos, o nos saltan en Youtube publicidades de reguetoneros con aires aspiracionales que muestran en sus videoclips la narcoestética, con la burda ilusión de que eso los acerca a una posición de poder. Y así muchos otros ejemplos, tan tristes como nefastos. Lamentablemente, es algo que se escucha cada vez con más fuerza en los países de la región, pero que en México es el desayuno de cada día.
En esa realidad se enmarca el documental del realizador canadiense Julien Elie, Soles Negros (2018). Básicamente, la obra muestra los riesgos de vivir en México hoy en día, si se vive en territorios donde haya presencia del narcotráfico y todo lo que este toca con su mano negra, que alcanza a pudrir a los gobiernos locales, a la policía, a las instituciones encargadas de impartir justicia, y a la misma población, en donde la gente común tiene tres opciones bien definidas: se vuelve parte del narco, huyen o mueren. En este documental, el director recorre Ciudad Juárez, Ciudad de México, Ecatepec, Veracruz, Tamaulipas y Guerrero, para poner bajo la cámara algunos de los episodios más oscuros de la historia reciente del país azteca. A partir de los testimonios de las víctimas de la injusticia y la impunidad, se arma un relato crudo, honesto, de sencilla factura, pero de efectiva narración.
Existen muchos documentales sobre el narcotráfico en México y sus consecuencias para la población. Soles Negros es uno más, pero uno que destaca. Encuentro paralelismo, y sobre todo encuentro que comparte efectividad dramática con otro documental mexicano, La Libertad del Diablo (Everardo González, 2017). Aunque guardan marcadas diferencias de estilo, ambos son capaces de comunicar el mismo sentimiento de impotencia de l@s personajes/víctimas que muestran. En La Libertad del Diablo, l@s personajes no tienen rostro. Lo tienen, pero están cubiertos en todo momento por unas máscaras ortopédicas para personas con quemaduras, que causan una severa molestia e inquietud, probablemente más en quienes las vemos puestas sobre las cabezas que en quienes las llevan puestas. Por el contrario, en Soles Negros l@s personajes muestran sus rostros, con el riesgo que ello conlleva, para denunciar acerca de desapariciones, asesinatos confirmados, misterios en torno a investigaciones que no prosperan, violencia desmedida contra mujeres, o escarnecimiento contra periodistas. A pesar de las diferencia en el estilo y la estética, encuentro en ambos documentales una concordancia necesaria de destacar: logran poner incómodo al espectador, a tal punto de que desde los primeros minutos uno quiere que el relato termine. Sin embargo, lo más triste de las realidades que muestran ambas obras es que, aunque fueran más breves y terminaran rápido, la realidad de l@s personajes/víctimas no se termina, y si se l@s va a buscar hoy, probablemente su situación sea peor de la que fue en el momento de las grabaciones de los documentales. Ahí es donde radica la crudeza de ambos relatos y su efectividad para adentrarnos en la realidad de personas en las cuales el sufrimiento, el miedo, la desazón y la impotencia son las emociones con las que caminan por la vida, pues terminaron siendo desechos colaterales del poder del narco.
Hay algo que destaca Soles Negros: su belleza formal. Es un documental estéticamente hermoso, con una fotografía sumamente cuidada en un blanco y negro, logrado con gusto y estilo y no simplemente como un filtro de post producción. La falta de cromía en el filme le brinda un sentimiento de nostalgia y angustia, y comunica la desesperanza y la falta de armonía de las vidas de l@s personajes/víctimas que muestra. Es como si en la barbarie pudiera haber belleza. No porque la película dignifique la barbarie, sino porque uno como espectador entiende que en el sufrimiento de l@s personajes se asoma la humanidad y que esa humanidad merece ser narrada de manera bella, como lo hace este documental, con una cámara pulcra y exacta, planos abiertos bien logrados, planos cerrados de testimonios efectivos y que conectan con el espectador, material de archivo de uso justificado y entrevistas bien llevadas, donde se logra sacar la esencia de l@s personajes.
Hay que hacer la importante aclaración de que Soles Negros es un documental en seis partes, que no necesariamente se deben de ver juntas, pues puede funcionar como serie. En las salas de cine se muestra completo, por lo cual se hace largo y pesado, y ya desde los primeros minutos se instala la sensación de angustia, que debería de patear en el estómago de cualquier espectador promedio. Es difícil de ver, no es un documental para pasar el rato, sino que busca provocar una reflexión profunda sobre el tema que trata, con la crudeza de la realidad de las vidas -y las muertes- que narra. Al terminar de verlo, en ese caos, en esa brutalidad, en ese desazón que queda instalada después de escuchar acerca de muertes, de maltratos, de impunidad, de corrupción, queda instalada también una pequeña luz de esperanza. La esperanza de que l@s personajes logren el objetivo que persiguen, que evidentemente no logran en el metraje: que se haga justicia con los culpables de los asesinatos, que se resuelvan los crímenes, que los sobrevivientes encuentren paz, que los desplazados puedan vivir mejor, e inclusive -triste objetivo- que los que buscan a sus muertos, los encuentren. En esa barbarie nos instala este documental. Le toca al espectador encontrar la belleza de la humanidad que yace detrás de lo que narra.
Título Original: Soleils noir. Director: Julien Elie. Guión: Julien Elie. Fotografía: Ernesto Pardo, François Messier-Rheault. Edición: Aube Foglia. País: Canadá, México. Año: 2018. Duración: 154 min.