Festival Cine UC: Muestra Post-memoria. Cortometrajes chilenos de segunda generación
La muestra Post-memoria: cortometrajes de segunda generación proyectada en Festival Cine UC durante enero es una selección de cortometrajes (curados por Macarena Aguiló y David Miranda) que busca abrir un espacio de discusión sobre el lugar del cine en los procesos de construcción de memoria social. Es interesante que esta muestra haya sido promovida por dos directores de cine comprometidos con difundir materiales que, desde lugares e incursiones muy diferentes, tienen en común la idea de indagar en relatos vinculados a la memoria política. Es desde aquí que busca pensarse la cuestión de la “post-memoria”[i], comprendida no como superación, si no, como una enunciación situada que, desde la búsqueda de un “espacio de habla,” se interroga por su propia identidad y filiación. Por último cabe destacar el lugar de la búsqueda expresiva en estos trabajos: su valor se encuentra en que la apuesta que el proceso de construcción visual deba ser un ejercicio reflexivo y en profundidad, donde la exploración artística tiene un lugar fundamental.
Repasemos brevemente las propuestas.
Topo gigio ha muerto (David Miranda, 2011) y Detrás del humo (Arnaldo Rodríguez, 2012) son dos cortometrajes de ficción argumental. El primero, nos cuenta una historia desde la perspectiva de dos hijos: la hija de un ex detenido torturado por la dictadura pinochetista y el hijo de un médico torturador. Ambientado en Estados Unidos, el relato comienza con la protagonista yendo a “funar” el velorio del médico, lugar donde conoce al hijo del torturador, con quien, en un tira y afloja, termina estableciendo un vínculo conflictivo. En una escena bastante trabajada donde existe una puerta al medio de ambos- el hijo del torturador va a buscar su pasaporte que ha quedado en casa de ella- establecen un diálogo donde culpa y resentimiento conjugan una condición conflictiva y no reconciliable respecto al hecho de ser ambos “hijos” (este esfuerzo de comprensión, sin nitidez ni palabrería vinculada al perdón, es interesante de contrastar respecto a una película como Caluga o Menta). Por su parte Detrás del humo es un cortometraje que se sitúa dentro de una casa de tortura, pretendidamente en la década del ´80, donde un torturado y un “mocito”- encargado de alimentar, vigilar, hacer tareas domésticas – establecen en el marco de los momentos de comida y descanso, un diálogo. Nuevamente, sin moraleja ni exculpación, es la precariedad de ambos sujetos la que en ciertos momentos aparece en el filme, aún ambos desde condiciones vitales y políticas absolutamente opuestas, uno, quien ha creído en la justicia y es torturado en condiciones brutales, el otro, un ser sin principios ni valores que como un animal embrutecido obedece órdenes. Sin embargo, un resquicio de humanidad es observado cuando el mocito comparte un cigarro con el detenido, y es el humo, en su condición fugaz, así también como sueño de libertad el que es alegorizado por Rodríguez. Ambos comparten no la idea de una compasión o un perdonazo inexistente de acuerdo a las inscripciones existenciales y políticas, sin embargo, es cierto que aflora en ambos esta pregunta por la “mirada del otro” o la “mirada hacia el otro”, un carácter irresuelto en el borde de una condición humana precaria, asumida desde una derrota posterior, desde una pregunta y cierta incertidumbre.
Es una incertidumbre, que aparece en los otros cortometrajes, aún para desde ahí construir una nueva identidad, interrogar o sentirse parte, y que siempre hace presente una mediación/ distancia temporal. Es el caso de Adiós general (Luis Briceño, 2009) y La realidad (Andrés Lubbert, 2008), ambos trabajos realizados desde el exilio (Francia y Alemania respectivamente) y que construyen su relato por vía del re-montaje y la exposición de estas mediaciones. Adiós general trabaja con íconos, fotografías y estereotipos donde se enfatiza un humor paródico/surrealista. En el caso de La realidad se trata de un documental reflexivo que trabaja con pantallas y un discurso confesional, donde incluso el registro de un video-testimonial del padre (usado en terapia), es utilizado para hablarnos desde la pregunta por el trauma. Es interesante que ambos trabajos utilizan mediaciones, en el caso de Adiós general se trata de fotografías y objetos; en el segundo se trata de registros en cámara y grabaciones sonoras.
Partir (Cecilia Otero, 2011) es también un documental donde las mediaciones se exponen, y donde la distancia temporal logra darle a la materialidad del archivo- filmaciones en super 8, viejas cintas fotografías, grabaciones- un lugar que es cronológico –temporal por un lado, y por otro, generacional. El relato autobiográfico es menos la historia del padre- quien murió en El Salvador luchando como soldado del FMLN- como el diálogo entre su ausencia y la construcción de identidad de Cecilia como hija. Desde el lado del tratamiento, se trata de un documental de fuerte carga poética donde la voz de la propia realizadora nunca aparece, aunque si sus imágenes y sus reflexiones escritas en texto, lo que a su vez marca la presencia/ausencia de la propia realizadora en el documental, esto se acompaña con registros testimoniales, de su madre, familia, así como amigos del padre. Es interesante aquí pensar la herencia como elemento constituyente desde donde la protagonista decide enunciarse.
Por último Brisas (Enríque Ramírez, 2008) es un trabajo de fuerte impronta poética, centrado más en la cuestión evocativa que el relato, y consiste en un plano secuencia –filmado con fluidez y belleza- de un personaje que cruza La Moneda, donde una voz subjetiva realiza una serie de preguntas y reflexiones en torno al pasado-presente de Chile, una voz que pasa de lo subjetivo a lo colectivo, de lo histórico a lo personal, estableciendo un lugar de indistinción entre ambos. Enrique Ramírez es un prolífico creador radicado en Francia y sus trabajos suelen proyectarse en galerías. Lo que habla que el criterio curatorial busca expandirse en formatos, narrativas y circuitos de producción.
Iván Pinto
[i] Citando a Mariane Hirsch “Postmemoria es una poderosa y muy particular forma de memoria precisamente porque su conexión con su objeto o su fuente está mediada no a través de la recolección, sino por su instalación, su investidura y creación. Esto no implica decir que la memoria en sí misma no sea mediatizada, sino que ésta seconecta al pasado más directamente”