Carta sobre Fidocs (1)
Querida Antonia.
Se termina Fidocs, viene esta sensación de Páramo festivalero , después de una semana intensa de visionado, conversación, algo de frío y lluvia.
Hay que decir que este año lució GAM y el festival ha crecido en todo sentido pero tiene la cualidad de ser todavía un festival “abarcable” y casi hogareño.
Tengo que decir- lo he dicho en otros lados- que con Fidocs tengo una relación afectiva importante, diría que es un festival que me ha visto crecer tanto como yo a él y tengo recuerdos vívidos desde sus primeras versiones (las visitas de Lanzmann, Philibert, los intensos visionados…). Si tuviese que resumir, esa “educación” respecto al documental ha sido esencial para tener un tipo de relación con el cine bastante específica y que creo que tiene dos patas: la del propio cine como lenguaje; la del mundo como tal, la Historia social. Creo que este punto de partida nos lleva a comprender también el interés cultural, vivo que en este momento rodea al documental.
Podríamos decir que el interés cultural por el documental procede también de dos factores que lo avivan: (1) el proceso y enriquecimiento de permanente redefinición de aquello que comprendemos por “documental” y (2) la obsesión por la historia reciente (memoria y archivo), en particular por la Historia del siglo XX, y que Hobsbawm ha llamado suerte de fiebre por una “historia autobiográfica”.
Gran parte de los documentales presentados durante este año en Fidocs, responden un poco a esta última pulsión, la de encarnar, llevar a imagen, voz y cuerpo la Historia reciente, ya sea en sus vueltas “vertiginosas” (sus revueltas, sus utopías) o su anverso monstruoso, fatídico, horroroso. Ginette Lavigne y su personal acercamiento al 25 de abril Portugués en Republica Journal d´un peuple donde los trabajadores que se tomaron el diario para reclamar mayor participación en el diario- en una lucha que confrontaba al propio PS con los trabajadores- reflexionan sobre su propia historia, sobre lo vivos que se sintieron durante esos días, y donde Lavigne, incorpora su voz y montaje para contrastar la plaza pública invadida por la masa en movimiento (75) frente a la plaza vacía, de sujetos individualizados, apenas sombras anónimas (hoy) ¿Qué pasó ahí?. Y las imágenes de David Bradbury, otro recolector, más tecnológico, quizpas, adentrándose a mediados de los ´80 en Nicaragua para mostrar las esperanzas y contradicciones de la revolución sandinista en Nicaragua: no pasarán y los últimos revolucionarios de verde en la región con los “contras” rodeándolos, y la inminente intervención norteamericana, mientras Tomás Borges el líder sandinista declara que “ser guerrillero es como ser piloto de avión y director de cine junto”, con aire de ingenuidad . El cierre de Bradbury raya en la profecía, utilizando música de Laurie Anderson, la textura del U-matic y la filmación de tecnologías militares, aviones, etc… conectando con su otro documental Chile: hasta cuando?, con una partida similar al cierre de Nicaragua… más sintetizadores, intertítulos lo-tech: máquina, tecnología y luego: visión. Bradbury llega a Chile justo para el comienzo de ciclo de protestas y cuando ocurre el asesinato de Parada y Guerrero (caso degollados). Bradbury está ahí cuando se identifican los cuerpos y Estela Ortiz, viuda de Parada, en una especie de trance clama por justicia. Imágenes que duelen. Momento que activó un ciclo de protestas solidarias que llevarían al Plebisicito. La historia: se encarna y esas imágenes son únicas, vibrantes.
Hablábamos del siglo monstruoso. La gélida actitud de Kaing Guek Eav (Duch) en Duch, master ofthe Forges of Hell de Rithy Panh es algo que no olvidaré. A cargo de S21, la secreta “máquina de matar” que llegó a asesinar a cerca de 14.000 personas en Camboya, bajo estrictas órdenes del Partido entre 1975 y 1976. La actitud de Duch, hoy cumpliendo una condena, no es estrictamente de arrepentimiento, pero sí de aceptar su destino, convertido al cristianismo, viviendo su día a día entre oraciones. Al momento de explicar sus virulentas órdenes sorprende la simpleza y efectividad de sus respuestas, la “transparencia” de su relato, la entrega desde el inicio a su destino como “herramienta” del Partido. Rithy Pann es austero, intenta auscultar, las imágenes de archivo son una de las pocas licencias que se toma aparte de los planos frontales de Duch y los testimonios escabrosos sobre cómo eran llevadas a cabo las torturas, sin otro fin más de una vez, que el de obtener una experimentación de laboratorio.- ¿Qué se puede decir después de eso?. Desde otro lugar, otro testimonio, es filmado con austeridad por Davy Zylberfajn, a voz de 5 sobrevivientes de la Prisión de Tazmamart en Marruecos, una cárcel subterránea donde 58 hombres fueron encerrados durante 18 años, luego del golpe de Estado a Hassan en 1973. Y ahí, donde ya nada pareciera quedar, donde lo inimaginable – y para Zylberfajn lo in-mostrable- ocurre: queda la voz. La voz de compañeros de cárcel que no se pueden ver pero si escuchar, la voz, que ahora relata, que subsiste en un hilo de cordura, para aquellos que si pudieron salir, pero en cuya memoria están incluídos los compañeros muertos que no pudieron salir. Zilberfajn filma esto con elegancia, sin mayor énfasis, sin archivos, con la fuerza vital del presente, y los paisajes, llenos de luz y naturaleza.
El cine documental, pues, se encuentra aquí, uno de sus polos, implica el registro y esta interrogación, inquietud permanente por pensar nuestra historia reciente, su deseo de encarnarla, re-vivirla, intentar comprender…
Esto al menos en un primer punto. ¿y qué decir de las otras potencias, expresivas, materiales del documental? ¿De esas fuerzas que lo tensionan, que van hacia el interior de sus recursos? ¿Y de los premios de Fidocs 2012? Bueno, dejo estas y otras interrogantes para que me cuentes tus recorridos.
Cariños,
Iván