BALANCE 2018 (2): FESTIVALES. 4300 KILOMETROS DE CINE
A la hora de encarar un balance de los festivales en Chile en el 2018, quise enfocarlo principalmente desde una mirada regional con un leve énfasis en la zona norte (que es donde vivo), además de hacer un recuento del alocado tramo de noviembre-diciembre. En este balance se ha procurado realizar un barrido a través de festivales de todas las regiones de Chile, lo cual no hubiera sido posible sin las importantes referencias del proyecto Festivales de Cine en Chile: ventanas de exhibición y difusión del cine chileno y que se encuentra detallado en www.festivalesdecine.cl. En el caso de los análisis de los festivales que tengan su respectivo informe, solo se desarrollará un breve análisis o incluso solo se nombrara a estos, aunque con el respectivo link. De todas formas, es bueno aclarar que posiblemente haya muchos festivales no se encuentren nombrados o detallados en este balance, por lo cual se pide una disculpa anticipada.
La mirada autoconsciente y los tres tanques
El Agente Cine ha alcanzado a realizar la cobertura de 11 festivales nacionales durante el 2018, de los cuales 4 se han llevado a cabo en regiones, lo cual adquiere cierta lógica, tomando en cuenta que la mayoría de nuestros críticos se encuentran en Santiago, de todas formas estos números deben impulsar a la página a buscar nuevos espacios de alcance cinéfilo, a la vez que es una llamada hacia los festivales de regiones a invitar y dar condiciones a los colaboradores de este y otros medios, de forma de cubrir la mayor cantidad de geografía posible en nuestro alargado territorio.
Antes de empezar el recorrido festivalero es necesario hablar de los tres grandes festivales: Valdivia (6 informes), SANFIC (5 informes) y FIDOCS (4 informes), frente a semejante cantidad de ideas y análisis ya escritos es bueno dar paso a los otros festivales, los cuales buscan consolidarse en medio de un panorama donde cada ciudad busca tener su cita cinéfila anual, aunque estos tres tanques se puede resumir con pequeñas ideas: Valdivia mantiene el status del festival más importante de Chile, lo cual se refrenda por la fuerte influencia que deja para el resto de festivales, principalmente por sus estrenos chilenos, los cuales irán circulando por el país durante largo tiempo. SANFIC se ha transformado en una de las plataformas favoritas de las distribuidoras, ya que varios de las películas más renombradas que se dan en él terminan estrenándose en salas comerciales, además que su debilidad por Cannes ha permitido que las películas de la Croisette lleguen a Chile sin tanto retraso. FIDOCS va reafirmando su nueva identidad, luego de su refundación de hace algunos años, buscando un cine radical que se aleja del concepto clásico de no ficción y con grandes invitados en sus retrospectivas (Lamas y Baudelaire fueron de lo mejor del año).
(Young & Beautiful, de Marina Lameiro)
De enero al dieciocho: las islas festivaleras
Enero suele tener al festival más importante del primer semestre que es el Festival de Cine UC (18/01–04/02), una ecléctica mezcla entre estrenos festivaleros mayormente europeos, cine clásico y chileno, además de algún extenso seminario o curso sobre cine y que suele ser la isla cinéfila posterior a los festivales Wiken y Las Condes, los cuales suelen concentrarse en pre-estrenos comerciales, lo cual le quita cierto criterio curatorial y que tan solo parece definirse a través del criterio de distribuidoras que buscan posicionar películas de la temporada de Oscars o alguna comedia ligera europea.
FemCine 8 (20–25/03) suele ser la otra cita importante de principio de año, un festival con una fuerte reivindicación social y feminista que no está desligado de una gran calidad de estrenos como Alanis de Anahi Berneri, Las Cinephilas de Marián Alvarez o Felicité de Alain Gomis. Otro festival temático y con una notable programación fue AMORFESTIVAL (12–17/06), evento especializado en cine LGBT+ con notables estrenos en Chile como Meu Corpo e Politico de la brasileña Alice Riff o la argentina Julia Solomonoff con Nadie nos mira, lastimosamente el evento se vio empañado por una polémica durante una de sus proyecciones. El festival IN-EDIT (18–23/04), también entra en la categoría de festivales especializados, en este caso centrado en la música, al igual que Chilemonos (8–12/05) uno de los festivales más importantes de cine animado en Sudamérica, el cual además tiene un fuerte componente industrial en sus diversas actividades. Si bien CineLebu no es necesariamente especializado, su fuerza programática radica en los cortometrajes, por lo que puede incluirse en este grupo.
El Festival de Cine Europeo (22/05–10/06) es posiblemente el festival con mayor alcance territorial y con más subsedes de Chile, ya que tiene funciones en 12 regiones del país y con una extraña mezcla de cine festivalero y comercial, de todas formas, su programación tuvo puntos muy altos con autores como Kaurismaki, los Dardenne, Skolimowski, Wajda, Paula Ortiz o Jacquot. DocsBarcelona Valparaíso (26–30/09), es una importante cita del documental que además es una extensión del importante festival español, cuyas grandes estrenos estrella fueron dos films argentinos como el thriller costumbrista El espanto de Martin Benchimol y Pablo Aparo y la opera prima argentina del año El silencio es un cuerpo que cae de Agustina Comedi. Otro festival que también es una subsede es Márgenes (22–23/12), el cual este año solo presento sus cuatro películas ganadoras, ya que en ediciones anteriores solía proyectar su selección oficial completa, lo cual no le quita el mérito de tener una de las programaciones más aguerridas y arriesgadas del cine iberoamericano, como es el caso de la descarnada Young & Beautiful de Marina Lameiro.
El cine Nacional es el invitado estrella en la programación del FECICH (13–27/01) o Festival de Cine Chileno en Quilpue, evento que es una mezcla de cine contemporáneo (mayormente siglo XXI), en conjunto con sus competencias de largometrajes y cortos y donde posiblemente este la mayor parte del cine producido en el 2017. En un ánimo similar se encuentra el FECILS (16 - 18/08) en La Serena con numerosas competencias para cine nacional, regional, en ficción y documental, además de un pequeño apartado para una competencia latinoamericana, lo que le da el título de “Internacional”, aunque con una vocación casi totalmente chilena.
Abril es un mes intenso en la zona centro de Chile que parte con FicTalca (10–13/04) con una variedad de competencias entre ficción, documental, operas primas u horror sci-fi, además de cine de la zona, sus seis competencias forman parte de una raras avis en el panorama festivalero, pero ante todo se aprecia un evento de estas características que además es único en la región del Maule. El caso de BioBioCine (17–21/04) es otro caso particular, ya que es una fusión entre eventos de la industria del cine, como su laboratorio BioBioLab, consultoría de guiones, WIP, mesas de negocios y similares, además de tener un espacio para proyecciones con películas como Era uma vez Brasilia de Adirley Queiroz o la reposición de la icónica El Pejesapo de José Luis Sepúlveda.
El extremo sur del país se vio representado con FECIPA (27/08–02/09) Festival de Cine de la Patagonia en Aysén, caracterizado por cine de la Patagonia chilena y argentina, donde el estreno más destacado fue el regreso de José Campusano con El azote, saliendo de Buenos Aires y filmando a una Bariloche muy diferente de la clásica imagen postal. Retrocediendo un poco en el tiempo, pero moviéndonos hasta Punta Arenas está la Muestra de cine Polo Sur Latinoamericano (24–28/07) con una tendencia programática de cine social y ambiental, aunque con un numero de películas bastante acotado.
(Black Mother, de Khallik Allah)
La red del Norte
El norte de Chile va consolidando de a poco una red de festivales con una fuerte tendencia hacia el cine radical, un fuerte instinto social y una apertura hacia Latinoamérica, AricaDoc (28/08–01/09) en su segunda edición deja de ser una agradable sorpresa para consolidarse en una mirada radical sobre el entorno multicultural que caracteriza a la región, desde el debut de Salome Lamas en Chile con Eldorado XXI, y que se adelantaría un poco a la retrospectiva completa que le daría el FIDOCS, además de estrenos en Chile como Taste of Cement de Ziad Kalthoum, reivindicación sobre las duras condiciones de los trabajadores sirios en Líbano, demuestra el compromiso del festival de no quedarse en la superficie de los problemas que aquejan al mundo, de igual forma temas como el cuerpo como herramienta política se presentan en Obscuro Barroco de Evangelia Kranioti, como manifestación del movimiento LGBT en Brasil, o Ex Chaman del brasilero Luiz Bolognesi y la dualidad de los movimientos indígenas frente a la ola de evangelización en el área rural, y complementándose con mini-hits festivaleros como Teatro de guerra de Lola Arias, Optimism de Debora Stratmann y Dead Slow Ahead de Mauro Herce, que muestra que a pesar de una programación mediana en número, esta se muestra bastante sólida.
En el congestionado noviembre la segunda propuesta en festivales en la primera región fue el 13º Arica Nativa (5–11/11), cuya competencia principal fue un importante hallazgo y cuyo film estrella fue sin duda Black Mother del americano Khallik Allah, posiblemente el director más interesante en el panorama de la identidad de la población negra, es inevitable rescatar este film ya que es el debut de un director que rompió el panorama cinéfilo con Niggas Field y cuyo estreno en Chile es de los grandes hits festivaleros del año, en especial viniendo de un festival mediano. Aunque también son destacables propuestas como Archipielago de los italianos Giulio Squillacciotti y Camilla Insom, cuyo retrato de cierta mitología en pueblos del sur de Irán demuestra la diversidad existente en el islam, donde algunas ramas tienden a un fuerte misticismo. Sin alejarse de Irán, la obra póstuma de Abbas Kiarostami 24 frames debutó en Chile en el festival, cercana a Five, su particular homenaje a Ozu, el film se arma a partir de largos planos donde Kiarostami dialoga con el tiempo de forma poética. Si bien los grandes títulos fueron lo más destacable del festival, se caracterizó por una gran cantidad de títulos de películas andinas, entre cortos y largos, que representan en sí su espíritu programático, incluyendo la película boliviana por excelencia que es Yawar Mallku de Jorge Sanjinés.
Si bien los dos festivales de la XV región, parecen gozar de buena salud, no es posible decir lo mismo del festival más antiguo del norte, el FICIQQ (19–23/11), que tuvo algunos problemas de ejecución antes de su décima edición y que tuvo que trasladarse desde el mes de febrero al famoso mes de noviembre. Al evaluar la programación es posible distinguir una apuesta por el cine latinoamericano en sus diferentes competencias y con el aliciente de un cine poco visto en Chile, destacando el nombre del argentino Marcelo Burd con Los sentidos, un film que participó en la Competencia Cine de los Extremos y que ha circulado muy poco en Chile, pero que retrata maravillosamente el desolado norte de Argentina, mezclándolo con un trasfondo pedagógico. Es muy importante resaltar el rol que tiene el festival en una región que no cuenta con un cineclub, ya que Oddo, que era el único que funcionaba, dejó de hacerlo durante el 2018, además que el siempre importante ciclo de documentales Miradoc no llego a Iquique, por lo que el FICIQQ parece el único contacto de la región con la cinefilia.
En la región de Antofagasta el cambio de Antofadocs hacia Antofacine (16–20/11) ha generado una agradable apertura en su programación de la cual se habla en el informe del festival y que lo posiciona como el festival líder del norte grande, tanto por la variedad de programación, que va desde el cine experimental (Wittmann, Simon Liu), nombres pesados de la ficción latina (Sotomayor, Naishtat) y una fuerte y recurrente presencia española.
Hablar de la región de Atacama nos devuelve a una dura realidad de festivales que desaparecen luego de algunas ediciones, que es el caso del FECICA (23–25/01) que este 2019 desaparece debido a que no se logró los fondos necesarios, aunque no está demás decir que el festival tan solo era una muestra de seis películas chilenas con la presencia de algunos de sus actores, de todas formas se mantiene el pesar que se genera al saber que una región entera no tenga un festival de cine, en especial si es una región privilegiada en cuanto a recursos (es la segunda en cuanto a PIB per cápita a nivel nacional). A pesar de todo, se aprecia al norte grande como un escenario donde existe un equilibrio entre distintas facetas del cine festivalero, y que ante todo debe reforzar la poca presencia de cineclubs en las ciudades, aunque la preocupación aún está instalada por la ausencia de festivales en dos grandes ciudades como Calama y Copiapó.
(Río Verde, el tiempo de los Yakurunas, de Álvaro y Diego Sarmiento)
Congestión a fin de año
Valdivia marca el pistoletazo de salida de cerca de doce festivales hasta finales de noviembre. Esta concentración de festivales desperdigados desde Arica a Chiloé parece tener motivos que van desde la aleatoriedad, la liberación de estrenos nacionales luego de su paso por Valdivia y la idea de temporada de festivales, al igual que enero es temporada de teatro y febrero de festivales musicales. Se puede partir cronológicamente por el 51 FICVIÑA (16–20/10), el festival más antiguo de Chile, el cual movió sus fechas de inicio de septiembre a octubre, y que afianzo su estatus de plataforma de cine latinoamericano. En idénticas fechas se daba el FICWALLMAPU (16–20/10) en Temuco, con una fuerte mirada hacia el cine indígena, pero ante todo con una gran cantidad de talleres y actividades que la resaltan entre otros festivales, además de un recorrido de su muestra por distintas regiones del país en los meses posteriores, por lo cual el concepto de festival puede quedarse pequeño. Creo que desde ese punto de vista no es posible evaluarlo solamente desde su selección de films, los cuales se alejan bastante de la curaduría de los festivales convencionales y se acercan más a un cine de nicho, donde los pocos nombres reconocibles del circuito festivalero fueron Los sueños del Castillo de Rene Ballesteros, 500 años de Pamela Yates y la peruana Wiñaypacha de Óscar Catacora.
Otro festival único en su tipo en Chile fue el 22º Festival de Cine Recobrado de Valparaiso (22–26/10), con un programa caracterizado por exhibición de copias en 35 mm de cine clásico, que iba desde el western hasta archivos audiovisuales de distintas épocas. Paralelamente, en Santiago se daba otro festival temático como es el ARQFILMFEST (25–28/10), cuya cuarta versión volvió luego de casi tres años, definido por su gran cantidad de charlas y una fuerte presencia de cortometrajes donde la búsqueda de la arquitectura como arte es una constante.
Llega Noviembre que se convierte en una nueva avalancha de festivales regionales, incluyendo los tres festivales en el norte ya detallados. El primero en llegar fue FEDOCHI (5–10/11) en la isla de Chiloé, el evento partió de una programación enfocada principalmente en cine nacional, con algunos de los grandes éxitos de Miradoc (ya que el circuito no llega la isla) como Tierra sola (Panizza) y Ultimo año (Corvalan-Espinoza), además de la colaboración con el festival infantil Ojo de Pescado y una importante cantidad de cortometrajes nacionales. En simultáneo se celebra el Festival de Cine de Rengo (5–10/11), en este caso con una tendencia hacia la ficción, no solo nacional, ya que se vieron obras interesantes como la argentina Los vagos de Gustavo Biazzi o estrenos comerciales que no llegaron a la ciudad como Lucky de John Carroll Lynch. Puede cerrarse este párrafo con otro festival regional, como es el caso en Ovalle (20–24/11), el cual se enfocaba casi exclusivamente en cine nacional y regional, con la excepción del film peruano Río Verde, el tiempo de los Yakurunas de los Hermanos Sarmiento, una de las mejores obras sobre pueblos originarios del año pasado. El caso de FECIRA (17–20/10). en Rancagua, va más acorde con este grupo de festivales regionales (a pesar de celebrarse en octubre) con una programación muchísimo más acotada que la del año pasado y con películas en su mayoría chilenas, aunque con un film de clausura internacional de la mano de la actriz argentina Valeria Bertucelli y su opera prima La reina del miedo.
Es imposible tener un mejor cierre de este balance que hacerlo con Frontera Sur (13–17/11), el festival de Concepción ha sido sin duda la gran sorpresa de los dos últimos años y que, a pesar de no contar con competencias, ha logrado armar programas y sesiones con una curaduría de muy alto nivel, sin necesidad de recurrir a los greatest hits festivaleros, además de generar espacios de debate con la crítica y del monumental foco a Jean-Marie Straub y Danièle Huillet.