Máquina voladora (1): Viviendo por fuera

En plena temporada de estrenos documentales políticos, tales como El pacto de Adriana y El color del camaleón, el estreno de Máquina voladora, último documental de Vicente Barros (Perdida Hija de Perra, 2010), es, al menos, refrescante. Alejándose del contexto político de las obras antes señaladas, esta película se presenta en salas con el apoyo de DCI y fuera del circuito de distribución de programas consolidados en el estreno documental, como Miradoc.

La película cuenta la historia de Rolf Behncke (33 años), quien producto de un accidente de tránsito pierde temporalmente la memoria. Este hecho marca su vida drásticamente desde ese día en adelante, Rolf se transforma en un outsider dentro de su espacio íntimo y de una sociedad chilena que tiende a normar y modelar las conductas y los comportamientos de los individuos. Sin embargo, Rolf proviene de una familia de buenos recursos que le facilita, en cierta manera, una vida fuera de las reglas habituales de la sociedad, permitiéndole vivir desconectado de las verdaderas implicancias de sus actos, sueños y fracasos.

Máquina voladora sitúa su punto de vista narrativo desde un principio como si se tratase del de un afuerino, un observador que mira la vida de Rolf sin ningún filtro previo. La vida de Rolf no tiene nada de especial ni de singular, salvo el hecho que a sus 33 años está obsesionado con la construcción de una máquina que permitiría a los humanos volar (una especie de alas mecánicas que se asemejan también a un volantín). La dirección de Vicente Barros no pretende conmover, propone una mirada fría sobre Rolf en la cual él no aparece como víctima de sus circunstancias; en este sentido el documental se preocupa por dejar en claro que el accidente que sufrió fue culpa de su propia irresponsabilidad al manejar. Sin embargo, esta mirada descomprometida evita en cierta manera mayores cuestionamientos a un personaje a lo menos contradictorio, por ejemplo respecto al dato de que su condición socioeconómica le permite mantener su vida de outsider. Resulta fácil apreciar en su historia que sin el apoyo de sus padres, Rolf no habría tenido los privilegios que aún mantiene a su edad.

Esta "frialdad política" -por decirlo de alguna manera- de la mirada planteada por el documental hacia su sujeto, va de la mano con un montaje distante que impide empatizar con cualquiera de los personajes. que aparecen. La película nos aleja del entorno de Rolf en una especie de protección, evitando confrontar su forma de vida con el contexto en el que se desenvuelve. En ese sentido, la película no se atreve, aparentemente, a dar pasos en una crítica a la sociedad, a cuestionar la forma de vida privilegiada de Rolf y las diferencias que existen entre su realidad y la de los demás. Sin embargo, y sin querer sonar contradictorio, también ahí radica uno de los pilares positivos de la película. Máquina voladora es un retrato de un personaje donde no importa nada más que él mismo, y el logro del documental es hacerlo interesante.

maquina voladora

Curiosamente, la película de Barros tiene, por momentos, bastantes similitudes al cortometraje Médula (2013), dirigido por Melisa Miranda y productora de Máquina voladora. Ambas obras comparten cierto interés por hacer "retratos fríos" de personajes que han tenido accidentes que les han dejado secuelas en sus vidas. En el caso de Médula, el accidente cerebrovascular de la madre de Miranda conduce la película por un terreno más bien autobiográfico. Pese a eso, la mirada y la forma de trabajar con esa historia y temática tiene bastante en común con Máquina voladora, sobre todo en la intención de no conmover a la audiencia con sus protagonistas. Eso sí, la diferencia fundamental respecto al corto de Miranda con el largo de Barros es que este último desarrolla en su documental, como ya he expresado anteriormente, la falta de cuestionamiento y crítica al protagonista.

El uso de la máquina voladora como hilo conductor de una historia, aparentemente de poca importancia, logra a momentos lo únicos destellos de crítica que hay en la película. El asado de Rolf con sus amigos, o los momentos en que aparece su madre, e incluso cuando aparecen las madres de sus dos hijas, son breves instantes donde la vida del personaje es cuestionada. Sin embargo, a él poco y nada le interesa. Eso queda claro en una de las mejores escenas del documental, cuando Rolf toca teclado afuera del café mientras el resto de la gente trabaja en el lugar con taladros, lo que hace inaudible su música. Y ese es el valor de la película, lograr hacer interesante un personaje, y una historia, que a nadie le interesa.

 

Nota comentarista: 6/10

Título original: Máquina Voladora. Dirección: Vicente Barros. Guión: Vicente Barros, Tomás Vicuña. Edición: Mayra Morán. Fotografía: Vicente Barros, Simón Torres. País: Chile. Año: 2016. Duración: 72 min.