La Llegada: Lo primitivo de comunicarnos

En los últimos años Hollywood nos ha acostumbrado a ver películas donde ‘cine-arte’ y ciencia ficción se mezclan de manera de darle un mayor contenido a los desarrollos tecnológicos en efectos especiales y las capacidades infinitas de puesta en escena que la industria norteamericana quiere demostrar. Bajo este contexto, todos los años existe un estreno importante en el género. El 2013 fue el mexicano Cuarón con Gravedad, al año siguiente fue Nolan con Interstellar y el año pasado fue Ridley Scott con Misión Rescate (The Martian). El 2016 le correspondió al canadiense Denis Villeneuve y su última película, estrenada hace algunos días ya en Chile, La Llegada.

La película plantea desde un inicio las interrogantes que va a desarrollar a lo largo de su metraje. La secuencia inicial muestra a Louise Banks (interpretada por Amy Adams) junto a su hija desde que nace hasta que muere, en plena adolescencia, de una extraña enfermedad. Louise plantea la primera pregunta de la película, la dificultad de contar su historia porque no sabe si es el pasado o el futuro y si su historia es un inicio o un final. Este juego con la temporalidad, de reiterados flashbacks y flashforwards, está presente durante toda la película. Lo anterior, aparentemente, no tiene mucho que ver con lo que continua; nueve naves extraterrestres aterrizan en la tierra y Louise, quien es una destacada lingüista, es reclutada por el ejército de Estados Unidos para establecer contacto con los alienígenas y resolver dos interrogantes claves dentro del film: ¿quiénes son? y ¿qué quieren?

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Si algo tienen en común las películas de Villeneuve son los bordes, las fronteras que nos separan no sólo geográficamente, sino también cuando se producen situaciones extremas que nos conectan con la verdadera naturaleza humana. Si en Polytechnique (2009) era un radical anti feminista, en Incendies (2010) fue el retorno al origen y las promesas incumplidas, en Sicario (2015) era la venganza; en La Llegada es la imposibilidad de comunicarse, de volver a lo más primitivo del lenguaje para desde ahí comenzar a entendernos. Louise tiene que construir un sistema de comunicación desde lo más básico, presionada por el creciente belicismo de unos estereotipados Rusia y China, siendo esto último lejos lo más descartable de la película.

No deja de ser menor que en esta búsqueda por volver a lo más básico de la comunicación, La Llegada utilice la maternidad como metáfora bastante directa sobre un estado primario del lenguaje. Si bien la película está basada en un cuento de Ted Chiang (Story of your life), resulta interesante que Villeneuve nuevamente recurra a una protagonista mujer enfrentada a un mundo mayoritariamente e intensamente masculino. Es en esta tensión donde el personaje de Amy Adams va, de una manera que no queda clara durante toda la película, resolviendo las preguntas que se plantea el film desde el comienzo.

Una de las grandes fortalezas de La Llegada, junto a una brillante performance de Amy Adams y una fotografía llena de detalles bellos, es la banda sonora. La película es la tercera colaboración entre Villeneuve y el islandés Jóhann Jóhannsson, quienes de manera cómplice van creando ambientes y sensaciones similares al más claro referente del film: 2001, Odisea del Espacio de Kubrick. Además, si bien la película es de un estudio pequeño, Villeneuve muestra señales de estar consolidando un estilo propio en medio de la industria, creando una sintonía autoral entre sus protagonistas, una impecable fotografía y una banda sonora que sin duda es esencial en la narración.

Sebastián González Itier

Nota comentarista: 7/10

Título original: Arrival. Dirección: Denis Villeneuve. Guión: Eric Heisserer. Fotografía: Bradford Young. Edición: Joe Walker. Música: Jóhann Jóhannsson. Reparto: Amy Adams, Jeremy Renner, Forest Whitaker, Michael Stuhlbarg, Tzi Ma. País: Estados Unidos. Año: 2016. Duración: 116 min.