La favorita (3): Barroquismo narciso

La labor del griego Yorgos Lanthimos en esta película me recordó al personaje principal de Harold & Maude (Hal Ashby, 1971), un niño de clase alta necesitado de atención que reiteradamente monta una puesta en escena de aparente suicidio para que su madre lo vea. El suicidio siempre parece real pero aun así la madre no cree en su veracidad. Para el espectador en un principio el intento de suicidio es verosímil y a medida que se repite se vuelve una farsa. Algo parecido pasa con La favorita.

Lanthimos hace su tercera película en inglés después de The Lobster y The Killing of a Sacred Deer (ambas mucho mejores que esta). Pero aún más importante que eso es el hecho de que es su primera ambientada en otro siglo, y que además tiene características geopolíticas reales que tienen cierta importancia en su historia. En las anteriores era común el uso de lugares flotantes, marcados fronterizamente respecto a cualquiera que fuese la realidad circundante. La favorita en cambio se enmarca en pleno siglo XVIII, en el castillo donde vive la reina. Los personajes son todos parte de la corte y los mueve el poder. Así, sin más, unidimensionales.

El elenco lo conforman tres actrices más que probadas. Olivia Colman hace de reina; Rachel Weisz de su amante y consejera, quien además ejerce más el poder que la reina misma; y Emma Stone encarna una noble que cayó en la pobreza y está dispuesta a lo que sea para recuperar el estatus. Ellas son lo mejor de la película y lo que, a mi juicio, la rescatan de ser un desastre.

En La favorita los británicos están en plena guerra con Francia. Todos los personajes masculinos parecen girar alrededor de este evento específico, preocupados por la geopolítica y la diplomacia, pero por sobre todas las cosas de sus intereses personales. Pareciera que no tiene incidencia alguna en la película qué es lo que pasa fuera de la mansión, todo se reduce a las tres protagonistas y sus conflictos entre sí. Sin embargo, el tratamiento visual apela a que la puesta en escena de conflictos bélicos y tensiones cortesanas tengan importancia, lo que finalmente solo representa una fachada y momento histórico específico para que la historia contada pueda ser verosímil (si lo es, o no, es una discusión distinta). La película se encierra a sí misma -consciente de que tiene tres buenas actrices- en los personajes principales. Solo cuando las relaciones entre estos parecen estancadas se usa la rimbombante trama de la guerra en desarrollo, la que en definitiva es nada más que relleno.

En el triangulo configurado por las tres mujeres siempre hay una en el poder, otra en vías de acceder a él, y otra humillada. La dirección de Lanthimos se encarga de subrayar esto hasta el hartazgo. No le basta con mostrarlas a todas vomitando (la humillación), sino que también abusa del empleo de ángulos picados y contra-picados para resaltar quién está arriba y quién abajo. Lo anterior se vuelve sumamente irritante cuando ya se ha hecho más de cuatro o cinco veces con la misma intención, como si el espectador no pudiese ver realmente que esto se trata de poder.

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Pero hay otra tesis posible para este exceso de gestos innecesarios. Retomo la idea de que Lanthimos está con pataleta llamando la atención. Esta vez no trabaja con su guionista de siempre, Efthymis Filippou, sino que con Deborah Davis y Tony McNamara, además de ser primera vez que él mismo no participa en el guion, algo que claramente lo hace sentir fuera de su zona de confort. Diría que se sintió con amenaza de invisibilización. Sinceramente no me gusta caer en hacer psicoanálisis del autor, pero es primera vez que veo una película que muestra tantos síntomas. Lanthimos hace todo por hacerse notar, usa lentes extravagantes, como un ojo de pez para filmar ¡pasillos!, hace planos generales grandilocuentes con cientos de extras que no tienen incidencia alguna, usa cámaras lentas antojadizas, todo eso además de los sucesivos cambios de ángulo. Estos dispositivos los emplea una y otra vez, de la misma forma que Harold buscaba que su madre le diera un poco de atención. Pareciera que Lanthimos tiene la necesidad de decirnos que está ahí, que entre esas actrices fabulosas, ese guión ajeno, y todas esas pelucas y vestidos horribles está él. No pretendo destrozar a Lanthimos como director, pero pareciera que algunos de los mejores momentos de su filmografía previa los hubiese filmado otra persona.

Se entiende muy bien por qué la película está nominada a tantos premios Oscar. Su profundidad es nula, no le hace daño a nadie, es divertida, buena onda, y actúa Emma Stone. En definitiva, La favorita adolece de un director caprichoso, de un guion bastante flojo y de una puesta en escena globalmente inútil. Por eso considero que las actrices salvan la película y hacen que entre broma y broma se asome la verdad, que no hay mucho más por ver.

 

Nota: 5/10

Título original: The Favourite. Dirección: Yorgos Lanthimos. Guión: Deborah Davis, Tony McNamara. Fotografía: Robbie Ryan. Reparto: Olivia Colman, Emma Stone, Rachel Weisz, Nicholas Hoult, Joe Alwyn, James Smith, Mark Gatiss, Jenny Rainsford, Tim Ingall, Basil Eidenbenz, Timothy Innes, Jack Veal, James Melville, Hannah Morley, John Locke. País: Reino Unido. Año: 2018. Duración: 121 min.