It: Los miedos primordiales

Cualquier adaptación de novela se enfrentará tarde o temprano a la idea preconcebida de que el libro es mejor que la película. Salvo excepciones honrosas, siempre pareciera que el lector está más dispuesto a seguir defendiendo su obra escrita, independiente de las representaciones que vea en pantalla, como si éstas necesariamente se contrapusieran. Pero no olvidemos que una adaptación es precisamente eso, y pretender ver en el cine exactamente lo que visualizamos en nuestras lecturas no es algo que parezca posible. Las historias desarrollan tantos mundos como lectores, teñidos con nuestras individualidades y prismas. Por lo mismo, el espectador-lector debería aspirar a que los elementos que hicieron de su obra escrita algo querible se vean referenciados en la representación en pantalla. Y para ser justos, eso es algo que muchas veces se logra, con mayor o menor éxito.

La nueva adaptación de It, novela de Stephen King del año 1986, es una película que se nutre de eso para desarrollar su historia. Probablemente ahí se encuentre la mayor diferencia entre ella y lo desarrollado en la miniserie de 1990, que pudimos ver en televisión abierta y que nos tuvo hablando por años de el payaso diabólico. El Pennywise de Tim Curry marcó a fuego a la generación noventera y por lo tanto, toda nueva versión de esta historia tendría como referencia a esa imagen. Mirada a la distancia, la miniserie lo tenía todo para ser una buena obra, y resultaba ser notoriamente similar a la novela, pero fallaba en su cinematografía, con problemas de fotografía y montaje, donde el ritmo de la historia se perdía y sus personajes estaban tan mal interpretados que a la larga nos parecían incoherentes. Lo mejor de esa miniserie era el personaje de Pennywise, que llenó las pesadillas infantilles de aquellos años. Hay que decir que éramos mucho más impresionables en esos tiempos, pero Curry es un gran intérprete y entonces levantó una puesta en escena que sin él hubiese sido condenada al fracaso.

Con todo lo anterior, la película recientemente estrenada tiene la primera virtud de no hacerse cargo de la entrega televisiva, y generar una propuesta exclusivamente desde la novela a nivel estético y narrativo. De hecho, una de las decisiones del guionista, dividir la historia en dos etapas (esta se enfoca sólo en lo sucedido durante la infancia de la pandilla) logra generar una unidad que le da consistencia a lo que nos están contando. La primera imagen del libro que narra el encuentro de Georgie Denbrough con Pennywise está desarrollado de tal manera en el filme que permite al espectador comprender que, antes de todo, el director Andy Muschietti no tiene contemplaciones para contar lo que quiere contar y, además, que la nostalgia no va a tener cabida acá. Aunque la cinta está ambientada en 1988 este antecedente sólo le da marco a la historia para desarrollarse, pero no influye maliciosamente en lo referente a la identificación con lo que ocurre en la trama.

It revisa nuevamente la historia de la pandilla de "los perdedores", encabezada por Bill Denbrough y sus amigos Eddie, Stan, Ben, Beverly, Mike y Richie; todos outsiders, pero no por decisión propia. King creó en su novela una base de arquetipos en donde el color de piel, el género o la apariencia física se convierten en motivo suficiente para sufrir de maltrato, no sólo por el bully de turno, sino que también por toda la sociedad. Derry, el pueblo donde tiene lugar la historia, sufre de apatía y olvido, y es por ello que cada desaparición de niños y jóvenes previa resulta desechada por la más reciente. Los personajes de la película se sorprenden de ello, porque pese a que estos hechos de muerte se desarrollan en ciclos de estrictos 27 años, todos sus habitantes parecen olvidar esa constante. Es el sino de los pueblos sin memoria, condenados a repetir cada vez  sus horrores pasada cierta cantidad de tiempo.

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Bill, con la ayuda de sus amigos, busca al responsable de la desaparición de su hermano Georgie, responsable al cual sólo pueden llamar Eso. No conocen su origen, pero saben que tiene la capacidad de mutar de forma dependiendo de los miedos que presenta cada uno. Aquí es donde el actor Bill Skarsgård (Hemlock Grove) demuestra sus habilidades como intérprete, entregando una criatura que se encuentra a medio camino entre algo real e imaginario, una sensación que también entrega el personaje de King en la novela. El villano de Skarsgård tiene matices que lo convierten en un ente burlón, carismático y aterrador, lo que provoca una sensación en el espectador que lo obliga a acercarse aunque no quiera. Es la personificación de los miedos, que siguen ahí aunque no queramos verlos. Esa dualidad está muy bien puesta en pantalla, y el director la aprovecha haciendo uso de un montaje estirado en algunos episodios para crear mayores dosis de suspenso, aunque sin despojarse completamente del terror de salto. Las referencias del cine de Muschietti se encuentran en el cine de Wes Craven y Tobe Hooper, pero hay algo en su manufactura que recuerda al trabajo de George Romero en cuanto a la intencionalidad de sus imágenes. El trabajo del director de fotografía Chung-hoon Chung, que ya había mostrado su maestría en cintas como las coreanas The Handmaiden, Old Boy y la norteamericana Me, Earl and the Dying Girl, resulta imprescindible para recrear este mundo en donde, aunque el sol nace y la vida recién comienza, el terror se hace presente incluso bajo la luz del día.

Las películas de terror nos han acostumbrado a ciertos códigos que se repiten: la luz es protección, en la oscuridad reina el mal. Muschietti quiebra ese código para recordarnos que el mal y el desamparo están en todos lados, que nuestros miedos pueden aparecer en cualquier momento. La forma en la que opera la novela también tiene que ver con eso, la recuperación de los terrores atávicos a los que nos enfrentamos, a la muerte, el desconcierto, el miedo a crecer, el miedo a olvidar. "Somos niños, es verano, deberíamos estar divirtiéndonos", es una de las frases que más se repiten en el filme y hace sentido, pues la mayoría de los temores infantiles tienen que ver con las proyecciones que los adultos han puesto en ellos. Miedo a enfermarse, a menstruar, a morir, a ser raro. Terrores primordiales que, aunque se olviden con el tiempo, emergen en nuestras vidas adultas e interrumpen lo que hemos asumido como normalidad.

Muschietti desarrolla un filme cautivante, donde cada elemento, incluso la música referenciada de todos los que fuimos adolescentes en 1988, está puesto en su justa medida. Consigue la atención del espectador y muestra respeto y cariño por la obra original. Con la reciente confirmación de una segunda parte, es de esperar que el director mantenga la coherencia de su obra y pueda seguir entregando una representación de calidad de este clásico de Stephen King.

Nota comentarista: 8/10

Título original: It. Dirección: Andy Muschietti. Guión: Chase Palmer, Gary Dauberman (Novela: Stephen King). Fotografía: Chung-Hoon Chung. Reparto: Bill Skarsgård, Jaeden Lieberher, Sophia Lillis, Finn Wolfhard, Wyatt Oleff, Jeremy Ray Taylor, Jack Dylan Grazer, Chosen Jacobs, Nicholas Hamilton, Jake Sim, Logan Thompson, Owen Teague, Jackson Robert Scott, Javier Botet, Stephen Bogaert, Stuart Hughes, Geoffrey Pounsett, Megan Charpentier. País: Estados Unidos. Año: 2017. Duración: 135 min.