Godard mon amour (2): Parodia chic
Basada en el libro Un año ajetreado de la actriz Anne Wiazemsky, la película Godard mon amour de Michel Hazanavicius encuentra espacio en nuestra cartelera, aunque con algunos meses de retraso, en una jugada abierta por parte de la distribuidora. Se trata de una especie de guiño cinéfilo que cuenta, entre otras cosas, con el desprecio del propio Jean-Luc Godard. ¿Ante qué estamos?
Antes que nada frente a una comedia, una comedia romántica de toque chic y francés, que se sitúa con varios juegos de citas y referencias a la filmografía de Godard, una humorada con algún toque de verdad y otro de cinismo que tiene por tema las neurosis del genio artístico y el fracaso de una relación amorosa. En términos de anécdota el filme de Hazanavicius se centra en la relación amorosa entre una joven actriz (Wiazemsky, de 19 años) y un cineasta en un punto crítico de su carrera (Godard, de 37 años). Con cerca de 20 años de diferencia entre ambos, el filme está construido centralmente desde el foco de Anne en una típica relación semi-edípica que va de la ilusión a su desilusión. Como telón de fondo, la trama se mueve en la filmografía de Godard, entre la crisis que le provocó hacer La chinoise (1967) y su posterior alianza con Jean-Pierre Gorin, que les condujo formar y empezar a trabajar en un colectivo militante de cine, el Grupo Dziga Vertov, en el marco del ambiente surgido en los albores y posteridades de Mayo del 68.
En la película vemos a un Godard caricaturizado en su neurosis y su ansia por “hacerse parte” del momento, en la búsqueda -infructuosa- por politizar su cine y transformándose en un fanático proclamador de verdades para otros. Incomprendido por la propia juventud radicalizada -quienes lo consideran un payaso- pero también por su ambiente artístico, el joven turco y ex crítico de cine, quiere renegar de su pasado a la cabeza del movimiento de la Nueva Ola Francesa para ser respetado por el nuevo público universitario y militante, rompiendo con toda “teoría de autor”. Es ahí donde hace crisis con la burbuja del mundo del cine, haciéndose parte de la protesta contra el Festival de Cannes de 1968, momento álgido del filme, que es también el de su crisis de pareja, ya que mientras tanto Anne, lentamente, se percata de la ceguera moralista y maltratadora en la que ha caído el director. En toda esta línea de la película vemos a un Godard incómodo en su posición de director, exigido por parte del público, sus compañeros de generación, los jóvenes militantes y él mismo, sin encontrar una salida.
Godard mon amour, por otro lado, se viene a sumar a una serie de representaciones del cine sobre el mayo francés, sensación que se reafirma en la utilización del actor Louis Garrel como Godard. Ahí están, para contrastar o comparar, la revisión romántico-pesimista de Philippe Garrel Los amantes regulares (2005), la versión casi camp e idealizante de Bernardo Bertolucci, Los soñadores (2003), o la más extemporánea y demasiado pasado por el cedazo de lo cool de Olivier Assayas, Aprés mai (2012). A ellas se une esta versión de ficción que tiene al imaginario fílmico de Godard como un marco establecido desde donde mirar ese período.
A modo de juego, la representación que propone Hazanavicius intenta hacer guiño y parodia a los primeros filmes de Godard. Se busca, así, jugar con los típicos textos escritos en el escenario tomando distancia de la puesta en escena; o el uso “pop” de colores, en bloques rojos, negros o blancos, como si fuese una estructura de Mondrian; o las fotos que, por vía del collage, se establecían en el fondo con guiños al Che, Marx o Mao. A estas citas de estilo, se suman las citas de contenido: la escena de Vivir su vida (1962) con la cita a Dreyer, o los juegos con la femineidad de Una mujer es una mujer (1961), o las citas al tratamiento del espacio en El desprecio (1963), solo por dar tres ejemplos pasajeros. Hazanavicius aclara así su posición como director, entre el homenaje respetuoso y la parodia de un Godard que se perdió entre las ambiciones políticas y la ruptura con su obra. El estilo citado busca, de esta manera, un “Godard para las masas”, un imaginario vinculado más a la tradición romántica francesa que con su ruptura, más a la política de autor y la épica cahierista que a las diversas complejidades apuntadas en el período posterior de su obra. Ella queda señalada apenas como un nuevo comienzo en el itinerario vital de Godard.
Hazanavicius juega a dar vuelta el impulso godardiano: si Godard busca romper con la tradición, Hazanavicius inserta a Godard en una comedia romántica semi rupturista, realizando una fábula sobre los límites éticos del arte y los excesos del autor. Con todo, es a partir de estos descalces donde podremos situar la imposibilidad de pensar el verdadero problema que plantean sus personajes, el impulso de pensar un cine fuera de los esquemas clásicos de producción, la alianza entre ese sistema y uno más amplio de dominación. Hazanavicius puede, entonces, clausurar un afuera de ese espacio, construyendo un imaginario chic al interior del cine francés, un espacio seguro desde donde imaginar a Godard.
Nota del comentarista: 7/10
Título original: Le Redoutable. Dirección: Michel Hazanavicius. Guión: Michel Hazanavicius. Fotografía: Guillaume Schiffman. Montaje: Anne-Sophie Bion. Reparto: Louis Garrel, Stacy Martin, Bérénice Bejo, Jean-Pierre Mocky, Micha Lescot, Grégory Gadebois, Tanya Lopert, Eric Marcel, Louise Legendre, Marc Brun-Adryan, Eva Chico. País: Francia. Año: 2017. Duración: 107 min.