Coach: Del remix como estilo
El universo de Medel (y compañía) es difícil de explicar y contextualizar, aunque absolutamente claro y nítido en sus operaciones desde lo que recuerdo al menos del experimento multi-narrativo llamado Papá o 36 mil juicios de un mismo suceso (2008), en el cual un algoritmo producía una narración distinta cada vez que se asistía a verla. A esta narración polimorfa y múltiple el universo pop de Bubble Wand (2006-2009) se vinculaba al remix y al mundo del animé en un juego lleno de guiños, los que no todos alcancé a pillar en su momento. Es absolutamente claro que se trata de un tipo de objetos insertos abiertamente en un límite con el diseño, la tecnología digital y el imaginario pop-global, con bastante sentido del humor.
Coach, su más reciente película, sigue por esta vía aunque es claramente un intento de establecer una narrativa más lineal en tono de comedia pop. Aquí se trata de la historia de Marian Aguayo, una cocinera peruana (interpretada por Wendy Sulca) que ingresa a una red de “coaching ontológico” liderada por Marianne Ayala (Fabiola Matte) y que involucra una serie de mujeres con habilidades especiales. Para ingresar a esta red Marian debe pasar por una serie de pruebas frente a cada una de estas asistentes. La película se estructura en torno a esas pruebas, logrando efectividad en la narrativa a la vez que muestra el absurdo universo del coaching empresarial vinculado a la autoconfianza y la voluntad de acción. Toda la estética del filme parece sacada de un alucinado “Sanhattan” que se mueve entre la parodia y la ironía, aunque no necesariamente lleve o explicite una crítica ideológica.
Pensando la estrategia, cabe decir dos cosas. La apuesta de Medel sigue estando en el juego con la inventiva narrativa comprendida como establecimiento de reglas y situaciones, así como una suerte de estructura “modal” compuesta por bloques conceptuales. Una narrativa constructivista que podría ser también la de un video-juego ampliado a experiencia multimedia. La película, en ese sentido, toma del clip y el imaginario del cómic muchos de sus elementos centrales. Este juego evidencia su estrategia con el cameo de Carlos Flores como un “líder coach” y da algunas pistas ideológicas. La de Medel parece ser una estrategia de desvío (no de oposición) que se mueve en el aceleramiento binario de los modos de estructuración, el loop y la post-producción. La consecuencia de ello recae en una estética que de-semantiza el plano visual para volverlo legible y potencialmente interactivo. El espectador ingresa a una especie de lugar situacional dentro de una red significante que posibilita, a base del beat y el montaje de golpeado ritmo, una experimentación sensorial y pulsional.
La película no aguanta un análisis ideológico severo -representaciones socioculturales del otro, o el lugar del coaching en la educación empresarial-, pero toma de ello los elementos suficientes para un remix narrativo y pop, lo que ha sido señalado por Nicholas Bourriaud como una estética de la posproducción. En la búsqueda de una conexión con los nuevos espectadores, vale esto como una pregunta por la actualización medial del cine en la era de la pantalla “touch” y el pokemon–go. Cabe mejor estar precavidos y atentos a las formas en que el cine podrá reinventarse y salir (o no) a salvo.
Iván Pinto
Nota comentarista: 6 /10
Título: Coach. Dirección: Leo Medel. Guión: Leo Medel. Fotografía: Felipe Aguilera. Edición: Daniel Ferreira. Sonido: Daniel Ferreira, Martín Bohte. Reparto: Wendy Sulca, Fabiola Matte, Rocío Usón, Libertad Patiño, Ana Paula Rondán, Camila Gaete, Carlos Flores. País: Chile. Año: 2016. Duración: 82 min.