Blade Runner 2049 (1): ¿Sueñan los androides?

Cuando hablamos de Blade Runner, la entrega original dirigida por Ridley Scott y estrenada en 1982, nos obligamos a abordar tópicos que muchos ya conocemos: la película no fue un blockbuster, tampoco tuvo a la crítica de su parte y fue solo el boca a boca el que logró que esta historia ciberpunk sobre androides y cuestionamientos existenciales lograra tener el sitio que hoy ostenta como una cinta de culto. Treinta y cinco años después, nadie podría comprender cómo esta película fundamental en la ciencia ficción ochentera pasó tan desapercibida. Ni siquiera su director, que en los años venideros ha estado haciendo y rehaciendo su obra, con nuevos cortes y ediciones a la historia e incorporando mucho de esa imaginería en sus más recientes Prometheus y Alien Covenant.

Los androides no han abandonado al realizador y, por lo mismo, cabía hacerse la pregunta que rondaba desde que supimos que Denis Villeneuve, director, entre otras, de las notables Incendies, Prisioners y Arrival, estaría a cargo de la secuela que llevaría por título Blade Runner 2049. ¿Era necesaria una nueva historia para este universo?

Reducir a Blade Runner 2049 a una simple continuación de la historia original es, desde todos los puntos de vista, un error. El filme se sostiene por sí mismo y, pese a tomar elementos de la original, no hace más que conversar y añadir nuevos significados a los cuestionamientos centrales de la primera historia, donde los conceptos de humanidad, verdad o memoria enfrentaban al espectador respecto de sus propios símbolos. Lo que Blade Runner 2049 logra hacer es dotar a lo que ya conocemos de aristas que hasta ahora no habíamos visto.

Atrás quedaron los tiempos en los que el detective Deckard (Harrison Ford)  intentaba cazar replicantes para su “retiro”. Ahora, el agente K (Ryan Gosling), un replicante de alto nivel, busca a androides de tipo Nexus-7, es decir, capaces de vivir y envejecer, sin fecha de caducidad preconcebida. K es un ser despreciado por sus congéneres y por todos quienes lo rodean. Es un portapieles, alguien que no encuentra su lugar entre los humanos y que opera como traidor con sus semejantes. Sus días se cuentan entre las salidas de patrullaje, los test de revisión de su estado y su relación con Joi (Ana de Armas), un sistema virtual de acompañamiento, que en muchos aspectos es lo más humano que tiene cerca de él.

La ciudad sigue siendo el lugar saturado que conocimos antes, con seres volcados hacia fuera, en busca de la utopía que representa la salida a las colonias, un lugar que no conocemos, del que no tenemos antecedentes y que está presente como una sombra constante. En medio de esa congestión, de una humanidad que se cae a pedazos, K debe hacer frente a un hallazgo imposible: las osamentas de una mujer replicante que pudo dar a luz.

Todas las preguntas que alguna vez nos planteamos respecto el sentido de lo humano en una tierra de replicantes vuelven a surgir cuando nos enfrentamos a esta situación, una realidad para la que no estamos preparados. Si en la primera entrega, lo que dotaba de humanidad a los seres que deambulaban era la posibilidad de tener recuerdos, en esta nueva historia no es solo eso, sino que también el poder generar por sí mismos esos recuerdos y, a la vez, reconocer la pertenencia: el lugar de donde surge su punto de partida. Es el poder entender al otro, la empatía y, hacia el final de la película, el altruismo, lo que ayuda a modelar esta humanidad tan esquiva e imposible de comprender. Lo que aquí tenemos en juego es, nuevamente, el tema de la trascendencia: si lo que hacemos -humanos, replicantes, todos- tiene algún efecto en otros o se pierde como “lágrimas en la lluvia”.

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Villeneuve juega constantemente con ese devenir. La pregunta que parece emerger de todo esto sigue siendo la motivación por saber cuál es la realidad y cuál es la fantasía, en qué podemos confiar y en qué no, o bien, qué es lo que vamos a comprender y aceptar como realidad, viéndola más como una convención que como algo tangible. En este sentido, el etéreo, casi efímero, K se contrapone a los personajes que lo rodean, mujeres que deben tomar decisiones en un mundo en donde todo está automatizado y pensado de antemano. En un universo donde pareciera que el eterno retorno es un sino, son ellas quienes logran cambiar esas dinámicas a través de sus actos. Se convierten en motor y razón de la historia, algo que Villeneuve parece estar dispuesto a profundizar, a partir de lo que ya hemos visto en su filmografía.

Blade Runner 2049 insiste en mantener sus raíces noir a través de un tratamiento de imagen y ritmo que recuerda a la forma análoga de hacer cine. Pese a la gran cantidad de efectos especiales para recrear las ciudades, su homenaje busca que esa carga no interfiera en la historia que nos están contando. La dirección de fotografía, a cargo de Roger Deakins, opera en total coordinación y concordancia con la forma de dirigir de Villeneuve, algo que ya habíamos visto en sus colaboraciones en Sicario y Prisioners. La fotografía característica de Deakins, y su uso de claro oscuros y siluetas, sirven como marco para hablar de este universo en donde caminamos sin conocer la verdad y sólo podemos aprehenderla a través de lo que logramos ver en la penumbra.

El elemento visual sigue siendo uno de los puntos altos del filme; en contraposición, el trabajo de Hans Zimmer, quien se encuentra a cargo de la música, ofrece una banda sonora que más resta que aporta. Zimmer insiste en el autoplagio con características que nos remiten a su labor en Interestellar y Dunkirk, música que en ambas películas resultaba adecuada para tales contextos, pero que en este caso oprime y resulta apabullante.

Ray Bradbury señalaba que “la ciencia ficción te balancea en el acantilado”. Villeneuve retoma la tradición de la ciencia ficción como el gran espejo del comportamiento humano y transforma esta historia sobre seres y sueños sintéticos en preguntas que siguen pesando en nuestro cerebro mucho después de salir del cine. Tal vez el secreto está ahí, y la búsqueda nos deja en ese lugar, balanceándonos en ese acantilado desde donde podemos seguir buscando respuestas.

 

Nota comentarista: 9/10

Título original: Blade Runner 2049. Dirección: Denis Villeneuve. Guión: Hampton Fancher, Michael Green. Fotografía: Roger Deakins. Música: Hans Zimmer. Reparto: Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas, Jared Leto, Sylvia Hoeks, Robin Wright, Mackenzie Davis, Carla Juri, Lennie James, Dave Bautista, Barkhad Abdi, David Dastmalchian, Hiam Abbass, Edward James Olmos, Sean Young. País: Estados Unidos. Año: 2017. Duración: 163 min.