Roberto Doveris: "Me gusta mucho observar la forma en que las ficciones se filtran en la realidad y la modifican"
Entrevistamos a Roberto Doveris, director de Las plantas, película doblemente premiada en el festival de Berlín de este año: Premio del Gran Jurado a Mejor Película y Mención Especial del Jurado Joven. Su ópera prima (ver reseña de Alejandro Cozza) pone en escena y en el panorama del cine chileno -principalmente desde el despertar sexual de su protagónico femenino- un acercamiento enigmático, casi body snatcher, a parte de la juventud urbana actual. De eso y más tratamos con Doveris.
Iván: Comencemos por lo más simple: ¿de dónde surge la historia de Las plantas y cuáles eran tus intenciones iniciales?
Roberto: Escribí una primera versión del guión a fines del 2011. Yo había salido recién de la carrera y tenía ganas de armar un proyecto de largometraje, y coincidió con una convocatoria que hizo la Universidad de Chile para operas primas. Justo estaba en Argentina y lo escribí en unos días. Después me pasé dos años reescribiéndola, eso sí... Creo que la película tiene el espíritu de las cosas que estaban pasando en ese minuto: conocí a Violeta Castillo, hicimos varios videoclips juntos, literalmente me estaba devorando libros de cómic y de alguna manera estaba pasando de una etapa de mi vida a otra. El plot lo saqué de una obra de teatro que escribió un amigo, en donde una chica tiene que cuidar a su hermano vegetal, y eso me sirvió como gatillante para echar a correr ideas. El género siempre me ha interesado y me pareció natural orientar la película hacia el thriller. La película surge desde ahí, y también desde mi propia experiencia como estudiante, descubriendo el mundo con los amigos, pasando el rato después del colegio, recorriendo las calles de Santiago Centro después de clases. No fue consciente, pero ahora que veo la película veo mucho de mi adolescencia.
Iván: La sexualidad es algo muy presente en el filme. Y aunque son adolescentes, el acceso a una experiencia quizás más cruda no está ausente, así como tampoco internet. Pensaba que en el cine chileno por lo general está muy mal tratado el tema sexual adolescente. Al respecto, ¿qué te interesaba representar o más bien de qué querías hablar?
Roberto: Te mentiría si te dijera que me plantié hablar de la sexualidad adolescente como primer objetivo. Lo que quería hacer conscientemente era retratar un descubrimiento sin pautas establecidas, sin tanta moral: y eso se aplicaba al sexo, pero también a la relación filial con su hermano, con su madre, con la escuela, con los amigos. Las dinámicas que ofrece hoy internet respecto al sexo van planteando nuevas formas de aproximación que me parecen súper interesantes, creo que es un mundo por explorar. Y no sólo para los adolescentes sino para todos... Intenté ser fiel a eso, intenté explorar un lenguaje erótico y preguntarme qué significaba mostrar un desnudo, hasta dónde se supone que debo mostrar una escena de sexo, cómo es que se supone que una mujer adolescente tiene que comportarse en ese contexto, etc. Quise validar esa búsqueda, por muy poco ortodoxa que sea, sin juzgar al personaje, descubriendo las maneras en que en estos momentos de exploración sexual afloran nuevas facetas de su personalidad.
Iván: Hablemos del clima de la película: ella sucede en espacios cerrados, es de bajo tono visual, que se apoya mucho en la sonoridad, lo que decanta en cierta pesantez cotidiana y en un clima algo opresivo. Ello está en directa relación con la situación de la protagonista. ¿Qué era relevante en tal sentido respecto del tratamiento visual y sonoro? ¿En qué medida ayudó a generar este clima la actuación de Violeta Castillo?
Roberto: Respecto al tratamiento, efectivamente quisimos hacer una película sofocante y de penumbras. La manera en que decidí mostrar la casa fue muy torcida, intentando no develar geográficamente las direcciones, por ejemplo, para que tuviera un carácter laberíntico y denso. Y creo que Violeta Castillo estuvo en perfecta sintonía con eso, una actuación muy natural y no muy expresiva con sus emociones, a pesar de que está pasando por un momento familiar súper complicado. El personaje es una chica que se siente fuerte, y eso la vuelve compleja y la desvictimiza de la situación, algo que parta mí era súper importante. Por eso los accesos de emoción están desplazados al género de la fantasía o en los momentos eróticos, cuando ella misma decide aventurarse... Me interesan esos desplazamientos de energías, de pulsiones. Es como una fuerza invisible que viene desde un punto y termina impredeciblemente en otro, y el sonido es la forma que encontré para representar esa fuerza, que puede ser la de las plantas, la de su hermano, o la de su propia pulsión, porque están todas confundidas en un mismo relato. Ahora que lo pienso fue como hacer una trenza entre tres géneros distintos: el drama realista, la fantasía de horror y el cine erótico; las tres como una misma fuerza desconocida, ambigua, y que me permitía tener un lugar de resistencia a la narración clásica tradicional, donde todo el mundo está obsesionado con el conflicto central.
Iván: El mundo del manga no parece ajeno y en parte Las plantas es también una película de ciencia ficción obscura, en diálogo con un cómic del mismo nombre. El imaginario del filme hace dialogar estos universos sin que se vuelva algo forzado. ¿Qué es "Las plantas"? ¿Quiénes son las plantas? Lo pienso también por la cosa casi biológica, la relación con el hermano, el cuerpo inerte…
Roberto: Es una buena pregunta. Yo mismo descubro nuevas conexiones cada vez que veo la película, porque de entrada la metáfora es obvia: planta/hermano vegetal/patio de la casa, pero al irse extendiendo a todos los aspectos de la película se vuelve difusa, sobre todo porque "Las plantas" es una ficción dentro de la historia, y ahí hay algo que a mí me interesa particularmente y he ido descubriendo que me define como realizador, y es que me gusta mucho observar la forma en que las ficciones se filtran en la realidad y la modifican. Por ejemplo, el personaje del que se disfraza la protagonista es de un animé que se llama Evangelion, y estoy convencido de que mi percepción del mundo cambió después de ver esa serie cuando era adolescente, y así con libros, películas, discos de música. A esa edad uno está muy permeable además… aunque, a decir verdad, yo todavía me siento el mismo Roberto de 14 años. Hace un tiempo escuché una canción de Lana del Rey que apareció en una serie de TV, y ahí decía que la vida imita el arte, y me pareció una observación súper lúcida, sobre todo aplicada al cine. Suena casi violento en un contexto donde muchos directores están obsesionados con la verosimilitud o con lograr un efecto de realidad profunda... No me interesa eso, pero no porque no me interese la realidad, sino precisamente porque creo que la realidad es compleja, que el imaginario de nuestra cultura está impregnada de estas ficciones.
Iván: La Comic-Con, la música pop, además de los bailes K-pop: el imaginario urbano de Las plantas observa un Santiago al que se le ha dado poca cabida y que habla de sus submundos existentes. ¿Cómo podríamos describir a esta nueva generación que llena las calles de Santiago?
Roberto: Sobre tu observación en la pregunta anterior, yo tengo la teoría de que el mundo del manga, el K-pop o el cosplay no se ven forzados porque no se prestan a un discurso sobre los jóvenes del tipo social-cultural, en la película aparecen de forma natural y sin previo aviso... es el mundo de estos personajes y no necesita mayor explicación que eso, no están exhibidos como algo exótico sino que al contrario, son parte de la cotidianeidad. Concuerdo con que son mundos que no habían tenido mucha cabida en el cine, ni en la tv, ni en la radio, pero la verdad es que están ahí en las calles de Santiago Centro en forma masiva... ni siquiera tuve que indagar demasiado, en la esquina de mi casa hay hordas de adolescentes bailando música coreana. La ausencia de estos mundos creo que es parte de la invisibilización de los adolescentes en general, y también porque el cine local ha tendido a subestimar cualquier indicio de hibridez cultural, de cultura pop, percibido a veces como algo superficial, banal o carente de espesor discursivo. Yo creo que eso no es así, esas mezclas de influencias globalizadas entregan una nueva manera de percibir la realidad y obviamente sí hay una densidad en esas "superficies", en esa cultura pop asiática periférica que llega a Latinoamérica de una forma cuasi "mágica", ocupando internet ahí un rol protagónico. Es desde ahí mismo que ha venido una revolución en lo sexual, en la forma en que los jóvenes entienden lo "local", nuevas formas de pertenencia y construcción identitaria, y un largo etcétera que todavía estamos descubriendo.