Dominga Sotomayor: «La manera en que uno piensa, produce, financia, arma un equipo, determina un lenguaje»
Mar es el segundo filme de Dominga Sotomayor y se exhibe por dos semanas en sala CINE UC. El filme ganó FEMCINE y se encuentra en competencia en el próximo BAFICI. Dominga conversó con nosotros sobre el origen y proceso de la película.
¿Cómo surge MAR como proyecto cinematográfico?
Todo partió de un encuentro que tuve con el actor Lisandro Rodríguez, el protagonista, en un festival de cine a fines del 2013. Coincidimos en intereses y surgió la idea de hacer algo juntos, no sabíamos qué exactamente. El punto de partida fueron unas vacaciones reales que había tenido él y Vanina, su novia y también actriz, en la costa argentina. Se nos ocurrió la posibilidad de que se interpretaran como pareja y que yo los dirigiera. Cuando volví a Chile convoqué a un par de amigos dispuestos a viajar a filmar y Lisandro en Argentina contactó a los otros posibles actores. Unos días más tarde habíamos conseguido un co-productor argentino, Ivan Eibuszyc, y una hostería donde quedarnos y filmar en Villa Gessel. Nosotros en Chile teníamos una cámara Black Magic Cinemapocket y el equipo confirmado, así que a una semana de partir a argentina lo único que faltaba era el guión. Tenía la idea de esa pareja estancada en la playa, apuntes de esas vacaciones reales de Lisandro y Vanina y fotos de la locación. Pensando en las posibilidades reales que teníamos en 8 días en Villa Gessel escribí con la ayuda de Manuela Martelli 10 páginas de guión que consistían en algunas escenas sin diálogo y una estructura tentativa.
Desde que se nos ocurrió hacer este proyecto hasta que estábamos filmando en la playa no pasaron más de dos meses, fue todo bastante rápido y espontáneo.
¿Cuánto te demoraste en el guión y luego en la realización?
Escribimos una escaleta como en 5 días, la semana antes de partir a filmar, y estuvimos ocho días grabando en la playa.
El punto de partida era bastante personal para ellos, pero cuando escribimos la escaleta se alejó, quise poder distanciarlo de la realidad y tener esa libertad.
Has hablado de un concepto más bien colectivo de su realización ¿cuánto influye este trabajo en equipo con su realización final? ¿qué descubriste en el proceso y que destacarías?
Vanina y Lisandro fueron impulsores del proyecto, trabajamos de una manera muy colaborativa. Andrea, que hace de la madre, llegó a romper nuestra rutina, a llenar de energía el rodaje, parecido a como pasa en la película. Creo que los actores y el equipo fueron generosos, tenían que entender que no sabíamos muy bien a dónde íbamos con todo esto, que era parte de la exploración conjunta. No habían expectativas de lo que tenía que ser, de si iba o no terminar siendo una película ni de que duración podía tener. Fue una experimentación diferente, y eso fue lo enriquecedor para mí.
Siento que fue una experiencia más parecida al trabajo de una compañía de teatro que a una producción de Cine. Todos hacíamos de todo de una manera más transversal y colaborativa. Lisandro cocinaba, yo iba a comprar desayuno en la mañana, todos ayudaban a buscar lugares, daban ideas. Éramos diez incluyendo a los actores, y en esos ocho días no solo teníamos que filmar sino también locacionar y producir. Dormíamos en el mismo lugar que grabábamos y eso nos daba flexibilidad. Fue como un ejercicio de hacer una película con lo mínimo indispensable, y eso me cambió la manera de pensar el cine para adelante. Quizás este fue un extremo, pero me interesa buscar lo mínimo indispensable según cada proyecto.
Siento que es una película que se encontró en el lugar, en esos ocho días de limitación. Por eso es una película de todos. Me gusta experimentar distintas cosas, nuevos métodos, pensar que una película también es parte de una exploración y no tiene porque ser un resultado clausurado. La manera en que uno piensa, produce, financia, arma un equipo, determina un lenguaje, por eso cambiar de maneras de producción también para mi es ponerme en jaque y forzarme a pensar de una manera diferente lo que estoy haciendo. Hacer una película como esta es una experiencia muy libre, no hay fondos a los que responder, no hay nada establecido, incluso la duración es extraña (60′), creo que la sorpresa para todos fue que haya terminado siendo una película.
Rescato del proceso la sensación de filmar mirando hacia arriba y no hacia abajo un guión, estando alertas a lo que sucede alrededor. No me interesa ni ver ni hacer guiones ilustrados, sino filmar lo que queda entremedio, y que ojalá se filtre algo de vida.
La película trabaja con actores argentinos y se filmó Villa Gessel, por otra parte en BAFICI compite en la sección argentina. La isla, tu filme anterior, por otro lado, es una película realizada en co-autoría con financiamiento internacional. De Jueves a Domingo circuló internacionalmente y luego se estrenó en Chile. ¿Qué crees que está cambiando respecto al tema de los «cines nacionales»? ¿cómo te sitúas como directora?
Para mí el cine no tiene nada que ver con nacionalismos, está muy lejos de eso. Sobre todo ahora que no hay muchas barreras y todo está muy conectado, siento que los diálogos entre cineastas, películas, estéticas son transversales, me puedo sentir tan comunicada con un director chileno como con una rumana. No me gusta situarme dentro de un grupo de cine latino, ni femenino, ni independiente, ni chileno, lo siento artificial. Mar y la película que filmé ahora en portugal Aquí em Lisboa fueron procesos bonitos por eso, porque de alguna forma me confirmaron que no tiene que ver con los territorios. Cuando hice De jueves a domingo pensé que nunca iba a poder filmar fuera de Chile, todavía estaba muy aferrada a mi memoria de lugares conocidos, a lo propio, ahora me siento más desapegada. Me sentí muy cómoda filmando como extranjera, sin ningún prejuicio de los lugares, de la gente, creo que lo que me interesa no tiene que ver con lugares ni tiempos definidos, es mucho más básico y humano.
Aunque hay temas en común con De Jueves a Domingo, el estilo es diferente, se nota una soltura estílistica e incluso la incorporación de elementos documentales que se van incorporando en la ficción.¿que lugar tiene la improvisación en el filme? ¿cómo influye en la actuación?
Hubo mucha improvisación pero teníamos bastante claro el estado y punto de llegada de los personajes, y a partir de eso todo fue bastante intuitivo durante el rodaje. No hay mucho texto, la improvisación tenía más que ver con incorporar cosas de nuestro viaje, con estar atentos a reaccionar. Los diálogos eran flexibles, íbamos inventando y grabando, fue bastante demandante también. Incluimos el horóscopo que compré en el aeropuerto, los vecinos que nos recibieron, la obsesión por la muerte que tenía el niño, los cambios de clima, finalmente la tragedia del rayo que nos tocó. Habían elementos muy básicos definidos a los que volvíamos siempre, del auto, del agua, de los espacios repetidos. Fue como crear un sistema de observación y después poner en marcha la vida adentro. Hay una incomodidad dada por los encuadres, porque este sistema siempre resulta muy limitado y no es capaz de contener toda esa complejidad.