Viejos: Explicar o no explicar

Es como un viejo episodio de La dimensión desconocida, cuya premisa es capaz de sostenerse a sí misma para atraer a los espectadores. Shyamalan, además, cuenta con el talento necesario para manejar un escenario como este, si nos basamos en lo que mostró con sus mejores trabajos, El sexto sentido y Unbreakable, sin embargo, el director no aprovecha del todo la buena premisa que tenía a su disposición.

El nuevo largometraje de M. Night Shyamalan, Viejos, es una adaptación de la novela gráfica Castillo de arena de Pierre Oscar Levy y Frederik Peeters. Sin embargo, parece que sus fuentes de inspiración no terminan ahí, porque también hay elementos que hacen recordar al Código de Procedimiento Civil chileno. Tal como el artículo 254 de esa norma, que se refiere -entre otras cosas- a la individualización de las partes de un juicio, la cinta subraya los nombres y ocupaciones de sus personajes, ya sea porque alguien les pregunta directamente esos datos o ellos mismos los comunican por iniciativa propia. Y si por alguna razón no estábamos prestando atención cuando dicen esa información, igual la van a repetir en alguna escena posterior.

A pesar de ser un director tan asiduo a los misterios y las cosas que salen de lo común, Shyamalan tiene además una propensión hacia los diálogos expositivos y las explicaciones. En el caso de esta cinta, que ubica al tiempo como elemento central del relato, un ejemplo muy claro surge durante el primer tercio del metraje, con una escena que muestra una discusión entre el matrimonio protagonista. Prisca (Vicky Krieps) trabaja en un museo y es acusada por su marido, Guy (Gael García Bernal), de estar siempre atada al pasado; mientras que él, un actuario que presta servicios a una empresa de seguros, está constantemente preocupado de lo que ocurrirá en el futuro, según su esposa. Todas estos asuntos son deletreados por el guion para que no haya dudas sobre las ideas que subyacen al resto de la historia, y así vuelve a ocurrir con la situación de otros personajes.

La película transcurre en un paradisiaco resort tropical, al que llegan los protagonistas con sus hijos, Maddox (Alexa Swinton) y Trent (Nolan River). Lo que a simple vista son unas vacaciones familiares esconde, en realidad, un último intento por permanecer juntos, debido a los problemas matrimoniales que atraviesan los padres y a un posible problema de salud que aqueja a Prisca. Mientras están en ese lugar, los personajes son invitados por el administrador a una exclusiva playa privada, reservada solo para huéspedes especiales, a la que llegan en compañía de un médico llamado Charles (Rufus Sewell), su esposa Chrystal (Abbey Lee), su madre Agnes (Kathleen Chalfant) y su hija Kara (Kylie Begley). Posteriormente se les unirán otros huéspedes en la playa -la pareja compuesta por la psicóloga Patricia (Nikki Amuka-Bird) y el enfermero Jarin (Ken Leung), y el rapero Mid-Sized Sedan (Aaron Pierre)-, y comenzarán a experimentar los extraños efectos de ese sitio.

En otro tipo de relato, la aparición de un cadáver en la playa y el misterio que rodea a su muerte podría haber sido suficiente para dar forma a una película, pero acá es solo el punto de partida para Shyamalan. Mientras los personajes están ocupados con esa sombría situación, el lugar comienza a actuar sobre sus cuerpos, haciéndolos envejecer al ritmo de un año cada media hora. En un principio, estas consecuencias no se notan demasiado en los adultos, así que los protagonistas descubren lo que está ocurriendo cuando ven los efectos en la apariencia de los niños. A medida que la cinta avanza y pasan por la adolescencia, ellos serán interpretados por actores como Alex Wolff, Thomasin McKenzie y Eliza Scanlen.

Que los personajes no puedan salir de la playa debido a una especie de campo de fuerza alrededor del sitio crea el escenario ideal para una historia bien delimitada, circunscrita, donde los veremos lidiando con un problema sofocante. A pesar de los diálogos expositivos, obvios y artificiosos, Viejos cuenta con este componente a su favor, uno que funciona más a un nivel visceral que racional. Es como un viejo episodio de La dimensión desconocida, cuya premisa es capaz de sostenerse a sí misma para atraer a los espectadores. Shyamalan, además, cuenta con el talento necesario para manejar un escenario como este, si nos basamos en lo que mostró con sus mejores trabajos, El sexto sentido (1999) y Unbreakable (2000).

Sin embargo, el director no aprovecha del todo la buena premisa que tenía a su disposición. Aunque suene paradójico, ya que la película muestra una playa donde el tiempo avanza muy rápido, Shyamalan no deja que ciertas escenas respiren lo suficiente, lo que disminuye el impacto de algunos de sus momentos. Para una cinta que pretende abordar temas como el envejecimiento, las enfermedades y el miedo a la muerte, ninguna de esas ideas alcanza la profundidad que el director quería. Esto se nota sobre todo con la relación de la familia protagonista, que se ve obligada a ver sus problemas previos desde una nueva perspectiva a raíz de lo que viven en la playa, pero sin alcanzar una catarsis convincente.

El anormal paso del tiempo que ocurre en la playa no es el elemento más inverosímil del guion de Shyamalan. Al menos ese componente está enmarcado dentro de la lógica de la fantasía o la ciencia ficción, sin que sea necesario explicarlo para que la audiencia lo acepte como parte del relato. En cambio, un improvisado procedimiento quirúrgico que ocurre en una escena no cuenta con esa garantía narrativa, así que su efecto consiste más que nada en distraernos de la historia. Es una de las tantas decisiones de la obra que se ubican en una zona gris, que separa a las ideas fallidas de aquellas muestras de la visión excéntrica de su autor. La decisión de a qué grupo pertenece, ya sea al defecto o al sello personal, dependerá de cada espectador, y considerando las respuestas disímiles que esta película ha provocado entre el público, no es un asunto menor.

La carrera del director se caracteriza por el uso de giros en los desenlaces de sus tramas, de sorpresas que les dan una dimensión adicional a las obras o por lo menos un golpe inesperado en los minutos finales. En Viejos ese elemento adopta la forma de una explicación sobre la naturaleza de lo que acabamos de ver, la que además plantea unas interesantes preguntas éticas cuyos detalles son un spoiler. Sin embargo, y pese a lo efectivo que esa clarificación desde un punto de vista temático, narrativamente es difícil no preguntarse si hubiese sido mejor que privilegiara la ambigüedad, como un verdadero episodio de la serie de Rod Serling.

 

Título original: Old. Dirección: M. Night Shyamalan. Guion: M. Night Shyamalan (Basado en Château de sable, novela gráfica de Pierre Oscar Lévy y Frederik Peeters). Fotografía: Mike Gioulakis. Montaje: Brett M. Reed. Reparto: Vicky Krieps, Gael García Bernal, Alexa Swinton, Nolan River, Rufus Sewell, Abbey Lee, Kathleen Chalfant, Kylie Begley, Nikki Amuka-Bird, Ken Leung, Aaron Pierre, Alex Wolff, Thomasin McKenzie, Eliza Scanlen. País: Estados Unidos. Año: 2021. Duración: 109 minutos.