Venían a buscarme (1): Memoria e identidad, instrucciones de uso

Venían a buscarme es la historia de retorno y reconstrucción identitaria del realizador Álvaro de la Barra. Es un relato en primera persona, aquello que en términos más generales ha sido llamada «memoria sujeto» o ejercicio testimonial, un nuevo y necesario ensayo dentro de un clima de «segunda generación» al que asistimos hace un tiempo (y que tiene como ejemplos en el cine nacional a El edificio de los chilenos de Macarena Aguiló, Mi vida con Carlos de Germán Berger, Guerrero de Sebastián Moreno, El color del camaleón de Andrés Lübbert o El pacto de Adriana de Lissette Orozco).

Álvaro es hijo de Ana María Puga y Alejandro de la Barra, ambos militantes del MIR, asesinados en diciembre de 1974 por efectivos de la DINA. Álvaro es hijo también de otros padres y madres sociales, de su tío Pablo y de su pareja venezolana Ester, y también un poco de aquellos y aquellas que prestaron su cuerpo, su nombre y sus lazos de solidaridad para proteger y acunar a un niño que era un perseguido político con poco más de un año de edad.

El documental comienza con el “bautizo” de Álvaro, una grabación de la celebración de la recuperación de su identidad como hijo de Ana María y Alejandro. Chile le reconocía a través de un certificado de nacimiento su filiación biológica, y con ello comienza para él un retorno hacia su origen, hacia el país y hacia la recuperación y reescritura de los pasajes faltantes o desordenados de su vida hasta ese momento. Tras un exilio en Venezuela y una pasada por Francia, de la Barra da cuenta de los tabúes y secretos en torno a su origen, pero también aprovecha de darnos noticia de pasajes de la militancia revolucionaria que no son por todos conocidos; por ejemplo, y a causa de la clandestinidad, niños y niñas fueron inscritos como hijos por otros y otras, no por sus propios padres, a modo de mantenerlos a salvo. Este fue su caso y así partió a Francia, en brazos de una azafata e inscrito en el registro civil por la secretaria (Ana María Feres) de su tío (Pablo de la Barra) que ofició de madre representante para efectos de una endeble legalidad.

A su llegada a Francia, Álvaro fue recibido por su tío Pablo, su pareja de entonces, Silvia, y un grupo de chilenos que asumieron como suya la tarea de dar cobijo y contención a este niño. Las condiciones del exilio, el dramatismo de la persecución y el asesinato de sus padres a la vuelta de su jardín infantil, durante una tarde en que iban a buscarlo, nos muestra y conduce por una historia de profunda dureza, montada y narrada con una sobriedad y cuidado que hilvana cada pieza sin intensificar el dolor ni la victimización, pero tampoco evadiendo los afectos. Álvaro, o “el Pity”, como cariñosamente es llamado por parte de su familia y cercanos, llega a Francia con un “manual de empleo”, con “instrucciones de uso” para su cuidado, las mismas que en otro momento del documental son repasadas por su parvularia. Ella recuerda que en la libreta de comunicaciones del niño su madre Ana María -cuando aún vivía- anotaba las observaciones necesarias para mantener su seguridad: Álvaro solo podía ser entregado a sus padres y abuelos, nadie más podía llevárselo del jardín.

Venian a Buscarme

El documental transita entre Chile, Francia y Venezuela, su realizador recorre estos lugares y se encuentra con las personas necesarias para montar su trazado familiar inconcluso. Alejandro y Ana María son para él evocaciones distantes, desconocidas, siendo su madre la más lejana y sobre quien durante años no tuvo más que una foto. La sencillez del tratamiento documental intercala imágenes de archivo en momentos precisos, y son más bien el retorno y los encuentros los que lo van dotando de recuerdos y objetos con los que antes no contaba en su propio archivo familiar.

Es de particular belleza el uso y cruce que permite la película Queridos compañeros, dirigida por su tío Pablo de la Barra, también cineasta. Ésta, que se construye como una ficción sobre la militancia de los 70, contiene imágenes grabadas en manifestaciones en las que sus propios actores subvierten el lugar de “lo real”, participando de ellas, dando cuenta del carácter vívido en que se sucedía la elaboración y filmación de la película. Queridos compañeros es también para Álvaro una suerte de archivo amoroso, un lugar de referencia en donde puede ficcionar la relación de amor que habrían tenido sus padres a través de la que representan los personajes principales del filme. Lo heroico y lo idílico acechan estas evocaciones, le entregan un imaginario sobre la historia que no presenció y quizás también la distorsionan, pero resulta muy bello como ejercicio estético y biográfico que sea la memoria-visual de su tío-padre la que le permite mirar -como en el cine y como en casa- lo que sus padres fueron. Álvaro reconoce escenas de la película como la “única imagen-movimiento de sus padres” (de los cuales no conserva siquiera fotos juntos a causa de su vida clandestina), y al pronunciar esta frase con las escenas de Queridos compañeros de fondo, paradójicamente, la imagen se detiene y se mantiene estática, como una suerte de necesidad de guardar para sí -y para nosotros- esas imágenes familiares de las cuales no tenemos archivo visual.

Me parece que Venían a buscarme posibilita varias reflexiones en torno a la necesidad de memoria para el hoy y lo que está por venir. Es por eso que me permito jugar con las palabras contenidas en la idea de “instrucciones de uso” con que Álvaro llega a Francia. No se trata de que el documental entregue directrices, creo que, de hecho, su guión y tratamiento se alejan de cualquier construcción moralizante o políticamente dogmática. Pero es quizás esto mismo lo que lo vuelve tan valioso, pues la manera en que se ofrece es capaz de dislocar ciertos sentidos y tabúes en torno a la memorias de la dictadura en Chile y a sus militancias previas, y no todo ejercicio de segunda generación (ni de primera) ha desarrollado esta opción, que para mí es además una virtud.

En el documental hay una interpelación a la clandestinidad de los padres, al mismo tiempo que hay también voluntad de comprenderla, entendiendo que el contexto histórico y, sobre todo, la manera de habitar el mundo a la que se habían entregado tenía a la muerte como destino posible, pero que eso no les impedía constituir una familia, pues de hecho construirla era parte del proyecto político que portaban. Álvaro de la Barra no esquiva el dolor de estas opciones que marcaron su vida, pero a la vez pareciera afirmar las decisiones político-vitales de su familia. Esto se ve manifestado, por ejemplo, en la reflexión que acompaña la escena de un acto en el Liceo Manuel de Salas un 11 de septiembre: no comparte el carácter funerario de estos ritos, y sin embargo asiste para encontrarse con quienes fueron compañeros de su padre, para entender a través de ellos parte de la historia que ha decidido reconstruir. Entrecruza una reflexión de trayectorias políticas en medio de un acto con ánimo melancólico y litúrgico, muy típico de las formas de recordar que ha autorizado la posdictadura chilena.

Venían-a-buscarme

Venían a buscarme es muestra de que el «giro testimonial» es una herramienta en plena vigencia. Es necesaria como ejercicio del testigo y también para las personas que asistimos como público y críticos de la memoria y el cine. Lo biográfico ha llenado las páginas e imágenes de la posdictadura, pues con justa razón quienes fueron vulnerados han necesitado de desplazamientos que les permitan contar y reorganizar sus propias experiencias. Lo interesante es que las formas de narrar han ido cambiando y sumando pliegues, capas que puedan desafiar la memoria oficial que ha hecho de la víctima individual su protagonista. Una víctima sin contexto, sin historia, sin compañeros.

Pienso, después de ver este documental, que para proyectar escenas que puedan repensar nuestro pasado reciente no es necesario esgrimir una disputa entre la historia contada en tercera persona o la verdad de las víctimas. Basta, y no es poco decir, con estar disponibles desde el testimonio para interrogar y visibilizar los no-dichos del pasado: la militancia, la clandestinidad y las identidades fragmentadas son tópicos aún obturados, sobre los que falta discusión y debate crítico que permita mirar el panorama en sus vaivenes, integrando puntos de vista que reconozcan que junto a la derrota y las víctimas hubo un entramado previo, resistencias y pugnas actuales por re-contar esa historia.

 

Nota comentarista: 8/10 
Título original: Venían a buscarme. Dirección: Álvaro de la Barra. Guión: Álvaro de la Barra

Productor ejecutivo: Álvaro de la Barra. Fotografía: Carlos Vásquez, Inti Briones. Montaje: Martín Sappia, Sebastián Sepúlveda. Sonido: Roberto Espinoza. Participan: Andrés Pascal Allende, Rene Valenzuela, Hernán Aguiló, Esther Hernández, Pablo de la Barra, Carmen Puga, Renato Puga. País: Chile. Año: 2016. Duración: 84 min.