Marilyn: Lo social como condena
Al interior del campo argentino, un adolescente (Marcos) descubre su orientación sexual. En medio del rechazo de su familia se enamora de Federico, con quien intenta frustradamente tener una relación. Para acentuar más el conflicto, su familia a medida que se va enterando, no sólo rechaza su opción, si no que le exige cumplir el rol de “hombre de la casa” en el momento en que fallece su padre, lo que significa centralmente heredar el trabajo de cuidado de ganado. Este eje se vuelve cada vez más decisivo en un ambiente de precarización y pobreza familiar.
Junto con este espacio familiar y laboral, está el espacio del pueblo donde Marcos sufre de bullying, además de acoso y violencia. Un personaje de actitud matonesca, junto con jugar sexualmente con él en la intimidad, frente a sus amigos lo insulta y rechaza. Una serie de incidentes, irán dejando cada vez más aislado a Marcos, mientras su familia confronta la caída económica.
Del lado del tratamiento, Rodríguez propondrá un realismo de ritmo cansino para una estructura narrativa que se centra en el aislamiento creciente de Marcos. Con más de alguna resolución esperable, el director utiliza una paleta monocromática y de tonos bajos que acompaña la gestualidad algo parca y sin contrapuntos de los personajes centrales. En Marcos, apenas dos momentos: cuando se se trasviste para ir a bailar al carnaval, donde el director reivindica la figura del transexual carnavalizado, y donde Marcos/Marilyn se vuelve objeto de deseo y mirada. El segundo momento es cuando conoce a Federico, situación en la que toma la iniciativa. Más allá de ello, no hay mayor énfasis en las formas de salir del conflicto que le aqueja -su marginación familiar y social- transformándose en una especie de personaje modelo para ilustrar determinadas injusticias de clase o de género. Con pocos matices, el filme propondrá en su centro a una víctima que debe hacer frente a una realidad adversa.
La temática LGBT ha tomado presencia en el cine local de los últimos años, abordando distintas aristas de esta problemática. El año 2016, por ejemplo, dos filmes abordaron la violencia y el odio homofóbico inspirados en el caso Zamudio, como fueron los filmes Jesús (2016) y Nunca vas a estar solo (2016), la primera en una abierta violencia visceral, la segunda, desde el punto del duelo paterno y la reconciliación. A ellas se suman películas como Naomi Campbel (2013), El diablo es magnífico (2016) e incluso Una mujer fantástica (2017), que han abordado la figura del cuerpo “trans” y las distintas estigmatizaciones de género a las que debe hacer frente. En estos tres últimos filmes la cuestión de la "agencia" se ha vuelto algo clave al momento de representar estas identidades. Frente a estos filmes centralmente urbanos, Marilyn aporta una mirada al mundo de lo rural y del interior argentino, combinando una lectura de clase social y género, en una identidad que explora su lugar con elementos de lo trans, como un juego de identidades tensionadas frente una masculinidad fuerte y opresora, el conservadurismo familiar y el prejuicio social.
Desde este aspecto, Marcos parece explorar su identidad de género travistiéndose, encontrando aquí su lugar de mayor libertad. Travestido, Marcos es objeto de mirada y deseo por parte de los mismos que luego lo excluirán. Lo mismo en su casa, donde, por un lado es cuestionado pero por otro solicitado para determinadas tareas domésticas consideradas "femeninas". Esto habla de una convivencia ambigua respecto a su lugar social, una especie de secreto por todos conocido pero no aceptado. En relación al mundo de lo rural, esto se relaciona al tipo de trabajo que por clase o familia Marcos estaría destinado, como el primario del mundo rural, el que el filme asocia a una subjetividad masculina y fuerte contraponiendo el lugar “femenino” de Marcos en este contexto. Todo este tipo de construcciones algo discutibles, en el filme son reiterados, y la identidad de Marcos transita entre distintos roles, pero cuyo resultado final es la desadaptación y, finalmente, la desesperación, en un final violentamente abrupto.
Sobre ello, que sorprenderá en los últimos minutos al espectador, solo podemos decir que queda muy abierta la interrogante si se trata de un grito desesperado o de una patologización de su personaje. Dudas que no cierran frente a una estructura general que subraya la ausencia de agencia de un personaje castigado en la diferencia, volviendo a todo el discurso del filme en una especie de sentencia moral y predestinada, lo que posiblemente juegue en contra de las buenas intenciones del director. En resumen la co-producción chileno-argentina Marilyn peca de algo de ingenuidad en el enfoque de la temática LGBT, contrastando en varios niveles con los abordajes producidos localmente.
Nota comentarista: 5/10
Título original: Marilyn. Dirección: Martín Rodríguez Redondo. Guión: Martín Rodríguez Redondo, Mariana Docampo, Mara Pescio. Fotografía: Guillermo Saposnik. Montaje: Felipe Gálvez. Sonido: Rodrigo Merolla, Roberto Espinoza. Producción: Paula Zyngierman, Giancarlo Nasi. Reparto: Walter Rodríguez, Catalina Saavedra, Ignacio Giménez, Germán De Silva, Andrew Bargsted, Rodolfo García Werner, Germán Baudino. País: Argentina/Chile. Año: 2018. Duración: 80 minutos.