Mad Max: Fury Road (George Miller, 2015)
A primeras, es fácil confundir la nueva entrega de la saga de Mad Max y tirarla al mismo saco de blockbusters como las “Rápido y Furioso”, las “Avengers” y las “Transformers”. Comparten lo visualmente esencial: fierros, calor, sangre, CGI (efectos especiales digitales). Pero Mad Max: Fury Road es menos pretenciosa que sus primas ya mencionadas, propone menos y eso la hace crecer.
Lo nuevo de George Miller es una película de acción honesta, hecha por gente que ama el género. Un película de acción ochentera nacida en los 2010’s, con todas las ventajas tecnológicas puestas a la disposición de su espíritu directo y puro, guiado a entretener sin culpas y (corriendo el riesgo de sonar cliché) a dejar al espectador al borde de la butaca.
En ese sentido, es una película que explota de la mejor manera el género de acción y que deja de lado una reflexión profunda acerca de la sociedad moderna. Quizás, esa reflexión descansa en las dos primeras partes de la saga.
Max (Tom Hardy) es un mero vehículo para llevarnos de la mano a donde está la acción. El mismo policía que lo perdió todo llega como prisionero a una ciudad instalada en medio del desierto, entre riscos y montañas, donde el suministro de agua es controlada por Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne, el mismo actor que interpretó al villano de la primera Mad Max), un líder malvado que se ha elevado a sí mismo a la calidad de dios.
A la vez que Max llega al lugar, el brazo derecho de Immortan Joe, la soldado Furiosa (Charlize Theron), da inicio a una misión secreta para liberar a las mujeres que Joe tiene cautivas para que den a luz a los hijos y herederos del líder. Después de que Joe se da cuenta de la traición de Furiosa, comienza una persecución en que Max se ve envuelto sin alternativa.
Mad Max: Fury Road es por mucho la cinta de acción más interesante, entretenida y bien lograda que he visto en años. La acción está tan compenetrada con la historia, como en joyas del género como Duro de matar, que toda teatralidad y efecto especial utilizados se sienten orgánicos, parte de una propuesta que busca generar estrés (del bueno) a través de la visualidad y la empatía con el sufrimiento de los personajes. Miller, desde el primer minuto, logra llevar a cabo una coreografía de actores, cámara y montaje que no dejan descansar hasta que la película empieza a llegar a su fin, en un ejercicio fino de cinematografía que rescata el valor del realismo del efecto especial no-digital. De hecho, lo efectos especiales digitales fueron usados principalmente para eliminar soportes y cables, darle más carácter al desierto, hacer los efectos climáticos y para lograr el brazo ortopédico de Furiosa. Las explosiones, los volcamientos y el maquillaje: todo análogo. Como en la vieja escuela.
En esta película se siente el amor por el cine, por verlo y hacerlo, y que esa sensación nazca de una película de acción, género ninguneado por los cinéfilos aburguesados, es inesperado. Se siente el amor por la violencia como un recurso narrativo y de catarsis; por los personajes femeninos empoderados; por una saga que tiene más de 35 años de vida; por el trabajo de autor; por el oficio de hacer cine; y por el espectador, en el sentido en que se hace una película gloriosa que cumple lo que se propone y entretiene a las masas. Una historia simple, lineal y sin atajos, pero ejecutada complejamente, de forma bella.
Nota: 8/10
Mad Max: Fury road. // País: Estados Unidos. // Año: 2015. // Duración: 120 min. // Dirección: George Miller. // Fotografía: John Seale. // Reparto: Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Hugh Keays-Byrne.