Lamb: La posibilidad de una familia de monstruos
En este análisis de Lamb, analizo la tensión que el filme crea en torno a la imagen de los protagonistas en tanto que administradores de la vida de un grupo ovejas de establo, así como también de la imagen de ellos mismos en tanto que padres, específicamente, de la madre, para acercarlas a temas que he ido absorbiendo de lecturas científicas y culturales acerca la conducta animal y humana, de textos de feminismo multiespecie.
Es cierto que Lamb es una película que dificulta el proceso de forjar un compromiso con el espectador. Sus elementos de drama familiar con bordes de horror y una puesta en escena que recuerda la austeridad y extravagancia del cine de Aki Kaurismäki, o de Rainer Werner Fassbinder, da por resultado una mezcla de códigos a los que es difícil reaccionar de una sola manera. Además, en cada imagen parece haber una fuerza de retención que impide a los elementos moverse con velocidad o expresar con naturalidad una idea o sentimiento, como si estuvieran flotando en una materia densa, en un pantano, o como si esta película estuviera compuesta de GIFs.
Varios planos de interior están divididos como en una planilla de Excel, en suma, de estas cualidades se percibe una complejidad mayor de lo que se ve en apariencia. El cálculo y la frialdad de las escenas están presentes silenciosamente, sin embargo, también existen sucesos que hacen que todo lo anterior parezca absurdo: los nacimientos de los corderos. A partir de estos, la película hace surgir de la imagen el cuerpo de un ser inadaptable, que no posee la personalidad de un monstruo en una película de terror. Es un nuevo tipo de engendro, distinto a los creados en películas como The Fly, de David Cronenberg o Mimic, de Guillermo del Toro, cuyos protagonistas científicos son los responsables del inicio de seres totalmente fuera de control.
El ser mitad humano y mitad cordero en Lamb hace referencia al folclor islandés de campesinos ganaderos y pastores, también al “hombre nuevo” de Corazón de perro, novela rusa que María, la protagonista, lee durante sus descansos, la cual es una sátira de la revolución que plantea las contradicciones de los intentos del comunismo por transformar a la civilización. Además, el cuerpo híbrido que emerge en esta película evoca también al maltrato y utilitarismo animal en beneficio del estilo de vida humano. En este análisis de Lamb, analizo la tensión que el filme crea en torno a la imagen de los protagonistas en tanto que administradores de la vida de un grupo ovejas de establo, así como también de la imagen de ellos mismos en tanto que padres, específicamente, de la madre, para acercarlas a temas que he ido absorbiendo de lecturas científicas y culturales acerca la conducta animal y humana, de textos de feminismo multiespecie. Y hay muchos spoilers, debo decirlo.
La fría atmósfera del primer largometraje de Valdimar Jóhannsson, en el valle montañoso islandés, inicia con la presencia sonora, es decir, la respiración profunda y agitada de un ser invisible que da pasos sin dejar huellas aparentes, y que amenaza a los protagonistas y animales de la casa-establo. Ingvar y María forman una pareja heterosexual de pastores. Las tonalidades de sí mismos y su entorno presentan pocos colores brillantes; el amarillo y el verde, están sólo en breves planos del establo y el espacio abierto, mientras que, en la casa de los protagonistas, los colores predominantes están en la paleta de azules opacos y grises. En ese sentido, los umbrales entre interior y exterior son espacios que expresan una división, un corte donde lo íntimo es hermético, y carga con un duelo mudo que pesa sobre la pareja. En cambio, afuera ocurre algo que cambia la vida de los pastores: el nacimiento de un cordero cuyas características dan comienzo al trastorno familiar. Si bien María e Ingvar se muestran bendecidos por la llegada de la pequeña corderita a la familia, ignoran, o no quieren ver, las repercusiones que este nuevo ser manifestará en sus vidas.
En primer lugar, considero a María un personaje favorecido por el fortalecimiento del rol femenino en el centro de la familia judeo-cristiana. Sin embargo, a partir del nacimiento de Ada, nombre que entrega el significado de “descendencia”, el empoderamiento del personaje femenino crea una situación especulativa de la maternidad, en que la reproducción de la vida animal exige ser concebida como la generación de una nueva forma, y por lo tanto, busca interrumpir y reinventar la tradición familiar de María e Ingvar, así como también reflexionar acerca de la cadena de producción utilitarista de los animales de la granja.
Desde el punto de vista de la historia, Lamb dialoga con el filme de horror The Omen (Richard Donner, 1976), donde un niño es adoptado por un matrimonio que no sabe que el pequeño es el anticristo y ha sido invocado para convertirse en líder mundial. Algunos elementos del guión de este clásico del cine de terror se repiten en Lamb, siendo el más central de todos, el dilema que los padres deben atravesar ante la llegada de unx hijx emparentadx con un ser no completamente humano. Desde un prisma más conectado a los temas sociales e históricos, la paternidad de estos pastores islandeses cumple funciones metafóricas de dos fases de la civilización. En primer lugar, se refiere al nacimiento de la sagrada familia y a la continuidad de su tradición, pero también a la denuncia de la reproducción sexual como repetición de lo mismo, la cual ha tenido lugar sobre todo en esferas científicas, filosóficas y artísticas de las sociedades humanas. En este contexto de conflicto, María no se muestra dispuesta a considerar a su hija adoptiva como figura de un mundo más consciente con lo animal, ni mucho menos que esté llamada a redimir al mundo animal del dominio humano. A fin de cuentas, ella expresa, en unos de los pocos diálogos de la película, durante una cena, su deseo de volver a vivir el pasado, y de repetir el modelo familiar, pero Ada no cumple los requisitos para llenar su vacío. En ese sentido, cualquier similitud con la virgen María, quien asistió a la muerte de su hijo crucificado sin haber desmentido nunca que todo valió la pena, queda descartada cuando esta María contemporánea toma su arma y liquida a la madre biológica de Ada.
Las imágenes de maternidad de María son claves junto a las de los partos de sus ovejas, ya que, en el montaje, las primeras son consecuencias de estas últimas. De este modo, se observa el nacimiento como el lugar común donde los tejidos se regeneran a través del mismo proceso para dar vida a un nuevo ser en el mundo. El registro de nacimientos ovinos en Lamb tienen un efecto similar en Cow (Andrea Arnold, 2021), documental estrenado igualmente en Mubi, en el que aparecen los dos últimos partos de Luma, una vaca lechera, y con ellos el posterior aislamiento de sus novillos. El enfoque en un caso por sobre toda la cadena productiva de la granja, dota al filme de una estructura narrativa acerca del sentimiento vacuno, que envuelve al espectador en la médula del drama de Luma. Ambas películas parecen la demostración del cómo los animales de granja, y en extensión, los de compañía, no tienen derecho a la propiedad de su propio cuerpo, ni a cuidar de sus crías. Los discursos construidos en estas películas ejecutan recursos audiovisuales que respetan la mudez del mundo de estos sujetos no humanos, y resaltan los sistemas de control y monitoreos humanos. Así, se produce un impacto en lo afectivo que despierta la conciencia en el espectador.
Es interesante también cómo este filme superpone los sonidos que vibran desde la tierra y la carne misma, por sobre la voz matriarcal, y cómo se adecúan, desde el montaje, a la mirada del director. El argumento es una alegoría de la relación problemática entre seres humanos y otras especies, con un énfasis en la maternidad, los hábitos de cuidado, y la cadena alimenticia a la que los seres humanos estamos acostumbrados. La atención en platos de comidas, desayunos, almuerzos y cenas, expone la relación mercantil que los humanos mantenemos con los animales. Ambos protagonistas son carnívoros que se benefician económicamente de los productos que extraen de las ovejas, pero, punto menos, el trabajo que hacen les quita la energía vital para explorar sus propios cuerpos y emociones. Tan solo con la llegada de Ada a sus vidas parecen redescubrir cierta alegría de vivir.
Para terminar, Valdimar Jóhannsson parece reconocer en su monstruo la posibilidad de que nuevos seres vivos produzcan uniones entre lo humano y otros mundos, y con ellas, cambios sociales, sin embargo, no es cándido ante el ajuste del desequilibro, o la aceptación de las invitaciones que estos seres inadaptables proponen con su sola existencia. La imagen de María armada ante la oveja madre de Ada es suficiente para posponer esa apertura. La figura de la corderita es aceptada por María solo como un eslabón más dentro de una serie (re)productiva, una mentalidad racional que es muy similar a la que impide el desarrollo de una modalidad distinta al compromiso actual entre humanos y otras especies.
Título original: Lamb. Dirección: Valdimar Jóhannsson. Guion: Valdimar Jóhannsson, Sjón. Fotografía: Eli Arenson. Reparto: Noomi Rapace, Hilmir Snær Guðnason, Björn Hlynur Haraldsson, Ingvar Eggert Sigurðsson. País: Islandia, Suecia, Polonia Año: 2021. Duración: 106 min.