La viuda: Huppert y su mito
Esta bien puede ser la película más sencilla y menos discursiva de Neil Jordan (The Company of Wolves, The Crying Game, The End of the Affair, The Good Thief). Cineasta irlandés algo disperso pero dueño de una obra estimable, ha creado una filmografía con arraigo en un clasicismo formal concretado en temáticas que colocan a la moral y las convicciones en encrucijadas amargas, narraciones mitigadas por una cuidada puesta en escena donde la textura de sus imágenes evocan la delicadeza y la efectividad del buen artesano.
Sin embargo, La viuda se ahorra los impulsos románticos y ambiguos de sus anteriores películas para partir con una premisa directa y atrapante, a la vieja usanza de los clásicos de Hitchcock: una cámara grácil y sospechosamente serena, ágil, nos muestra a una mujer dejar una cartera en el asiento de un subway. Solo pasará un momento para que una joven descubra el extravío e intente entregar el objeto perdido. La mujer que olvidó su cartera es Greta (Isabelle Huppert), una viuda de pasado borroso y de acento europeo. Su marido ha muerto y su hija vive lejos de ella, en París. La amable chica que devuelve la cartera es Frances (Chloë Grace Moretz, al fin a la altura), quien acaba de perder a su madre y vive alejada de su padre, conviviendo junto a una amiga en Nueva York. ¿Similitudes, simetrías del abandono entre Greta y Frances? Algo de eso hay en este thriller que se ciñe de manera estricta y eficaz a los estatutos del suspense clásico: secretos por descubrir, omisiones forzosas, violencia psicológica, malos entendidos que desembocan en decisiones fatales.La deliciosa incomodidad de ingresar en un mundo claustrofóbico e irreal.
Entonces, ¿qué le agrega La viuda a la interminable lista de thrillers que mes a mes llegan a nuestras salas? Ante todo, es un film deliciosamente filmado, con un límite acotado de personajes que le convierte casi en una obra de cámara, lo que a su vez evita la dispersión y centra sus esfuerzos en dar cuerpo a la realidad cada vez más amenazante y tóxica que se vive entre Greta y Frances. Neil Jordan podrá ser un director más o menos inspirado, pero no cabe duda que su interés en una visualidad sensible y reposada aporta a La viuda unos niveles inusuales de elegancia y autoconciencia. La elegancia está en la gracia con que maneja la cámara y encuadra los espacios, excluyendo cualquier elemento residual que obstaculice la creciente tensión de la trama. La autoconciencia de esta película proviene de la inusual composición que Huppert hace de su personaje.
Huppert ha construido su mito actoral en base a personajes distinguidos y perturbados, inconmovibles y sádicos, una exquisita mezcla de animalidad dominada o enmascarada en un refinamiento encantador y peligroso. Desde sus ya clásicas colaboraciones con Claude Chabrol (Violette Noziere, La ceremonia, La comedia del poder) hasta sus personajes ambiguos, provocativos, precipitados a los límites de la atractiva amoralidad que pueblan su filmografía (La vengeance d’une femme, Signé Charlotte, La pianiste, Elle, solo por nombrar algunos) Huppert ha creado cierto arquetipo de mujer fatal que en La viuda realiza una vuelta de tuerca adicional al incorporar un aura psicótica, circense, caricaturesca a su personaje. Algunos verán ridiculez, exageración, desvarío en cómo Greta evoluciona en su desprolijo acoso hacia Frances. Bien puede ser el intento de Neil Jordan por forzar los límites del género y de autoparodiar el mito que Huppert así misma se ha construido, convirtiéndola en una banalización del mal, en una fuerza ciega, inalterable e inconmovible.
En resumen, La viuda es una película contenida, filmada con una precisa mezcla de tensión y naturalidad, plenamente consciente de los límites de su género y al mismo tiempo orgulloso de ellos, un saludable y riguroso ejercicio de estilo.
Nota comentarista: 7/10
Título original: Greta. Dirección: Neil Jordan. Guion: Ray Wright, Neil Jordan. Fotografía: Seamus McGarvey. Reparto: Isabelle Huppert, Chloë Grace Moretz, Maika Monroe, Stephen Rea, Colm Feore, Zawe Ashton. País: Irlanda. Año: 2018. Duración: 98 min.