La vida útil
Queda la sensación de que La vida útil del uruguayo Federico Veiroj (2010) es una película que le hubiese gustado a Truffaut. En ella se presenta una dialéctica, primero el personaje está con el cine, es miembro de la cinemateca uruguaya, es su promotor, está encargado de múltiples labores, desde el mantenimiento de las butacas hasta ser miembro directivo y tener un programa de radio de difusión, y continua con el personaje en el cine, es decir, catapultándolo a protagonizar su propia película en la vida.
La simple trama del personaje vagabundeando, tan neorrealista, se apunta con guiños al cine clásico gracias a la banda sonora que remite a un ideario de cine viejo, ampuloso y romántico. Y cómo no, la trama presenta un asunto amoroso. El chico busca chica. Personaje benedettiano, el looser de una ciudad añeja, en la mitad de la vida, pero al que se le confiere la oportunidad de rejuvenecer.
Este contraste se presenta entre el espacio cerrado del edificio de la cinemateca y su laberinto y el de otro laberinto, el de la ciudad, donde el personaje extrañado en principio, va componiéndose, dejando de ser anti, para volverse héroe, estilizándose, como cuando va a la peluquería, aquel espacio tan querido por el cine masculino.
Es importante el dato de la edad. La vieja guardia, aquellos que envejecieron con el cine y lo están viendo caer. Ya que la vida útil, es tanto aquella que remite a la utilidad del trabajo que luego se convierte en la inutilidad del desempleo, como a la caducidad de los objetos. El cine ha muerto, ¿qué podemos hacer?
Hay pocos datos de la vida del personaje, vive con su padre, trabaja. Pero cobra una autonomía propia del arquetipo. El cinéfilo, por fin protagonista y héroe de la película de su vida. Aquella que prometió Astruc. La sensación de salir de la sala, de una vez por todas, para volver la vida cine y conseguir a la chica tal como lo hemos visto tantas veces en pantalla. La ironía de que la vicisitud sea el desempleo forzado del personaje (sospechamos que no puede hacer nada más) implica que la fantasía es el motor que se sobrepone al personaje, decisión quizás romántica, pero es el consuelo de aquel que no tiene más vida que la pantalla, amor por su trabajo, que intuimos en la lentitud, mecanicismo y rutina de sus acciones en la cinemateca.
Estas dos vidas del héroe, nos lo presenta, burdamente si se puede decir, en documental y ficción, las dos mitades de la película. Al principio como un inside de la cinemateca y después como personaje en busca de una historia.
En la película hay dos momentos que parecen dignos de señalarse porque remiten al espíritu de La vida útil. Primero, el espacio de la facultad de derecho, ahí se hace el guiño a ese otro espacio aun mas cerrado, lento y sereno, la biblioteca, también añeja y con olor a polvo, espacio de la cultura sedentaria, tal como el cine. En la misma facultad el personaje se refiere a la mentira, en su clase monólogo (tomado de Mark Twain), donde opone la mentira noble a la mentira impúdica y la verdad. Asumiendo un falso rol de poder, aquel del profesor, el personaje enseña a los jóvenes saliéndose de su condición vagabunda y pasiva, para convertirse en un enunciador que aboga por una mentira bien contada, es decir aquella que al final es verdad. El cine es mentira/verdad veinticuatro veces por segundo.
Segundo, la escena de la radio, ahí se habla de la importancia del espectador, aquel que parece cada vez mas ausente de las salas y que parece ser de una generación perdida. El que está atento a la técnica, al lenguaje y que puede nutrirse de ellos, llegando a ser alguien que se enseñó a ver. Cobra así relevancia la postura activa del espectador entendido. Ya que no es aquel que sólo sabe todos los datos, la acumulación de información que se desborda en una mal-formación, sino que no está atento a lo que realmente importa, la pantalla, entendida más allá de una sucesión de imágenes o mera transposición de una historia, por lo que a partir de ella, este espectador válida la función de las imágenes y finalmente las entiende. Esa advertencia al espectador de La vida útil, nos hace reconocernos y preguntarnos por qué vemos esta película, qué podemos sacar de ella, cómo somos verdaderamente nosotros como espectadores, con lo que nos invita a concentrarnos en lo que en concreto se nos muestra. Un mensaje sutil pero firme.
Por último spoilers. Los planos finales presentan una emoción entrañable, el héroe invita a la chica-mujer al cine. Su cara redonda, vieja y fea se nos entrega con la dignidad de quien al fin puede conseguir algo valioso. Mientras que el rostro de la mujer, al principio recelosa, se transforma y confiere el happy ending perfecto, el precioso encuentro de dos humanos que compartirán un sueño, aquel que divierte a la sociedad de masas, que es tan cotidiano y aún así está empañado de la magia del momento felizmente encontrado y que tan pronto se desvanecerá. Imágenes de ensoñación, a las que se puede añadir la de los peces o el baile en la escalera, que nos remiten a un cine ya ido, el clásico, que esta película pone en conjunción limítrofe con la modernidad.