La culpa (2): Espacios sonoros
La creación de universos visuales viene siendo en estos días un deber ser de la industria. Existe una porción del público que se sitúa con interés y alta expectativa frente a lo que llamamos el espectáculo visual. Sin ser particularmente crítica de la pirotecnia de ese tipo de técnica, las películas que nos traen algo de calma a la retina se viven como un remanso, una especie de reconexión con lo que consideramos la experiencia cinematográfica. En La culpa, película danesa del 2018, no sólo accedemos a este tipo de cine, sino que también a una manera fina y precisa de contar una historia con los elementos justos.
Para poder contarnos una historia usando el sonido como base, el director debe apostar a dos cosas. Primero, que el imaginario sea compartido por todos. Muy pocos de nosotros -quiero suponer que pocos- ha escuchado el sonido de un cuchillo hundiéndose en la carne de una persona siendo asesinada. Sin embargo, compartimos un imaginario que dice que ese cuchillo se escucha de determinada forma. Podemos culpar a Hitchcock de eso, sin duda, pero existe una opinión generalizada acerca de ello. No solo tenemos una intuición acerca de cómo suena, sino que además exigimos que ese sonido se repita de la misma forma una y otra vez. Segundo, que la historia que nos cuente tenga una magnitud tal que la forma en la que esperamos que se escuche no nos desconcentre en mitad del filme. Estas dos exigencias, a mi juicio primordiales, son ampliamente cubiertas por Gustav Moller en su primera película, en la que además se encarga del guion.
En La culpa, Asger Holm (Jakob Cedergren) es un policía que por una situación que aún no conocemos, se encuentra relegado a la central de informaciones, tomando casos y derivándolos a sus compañeros que se encuentran en las calles, mientras espera un juicio que se desarrollará al día siguiente. En medio de eso, recibe una llamada de una mujer, madre de dos niños, que señala haber sido secuestrada por su exmarido. Asger solo tiene acceso a ella a través de sus llamadas telefónicas. Desde ahí, los planos cada vez más cerrados sobre él nos llevarán a entender por qué se encuentra ahí y cuál es la culpa que mantiene sobre sus hombros.
El director decide no apartarse ni un minuto de nuestro protagonista, con muy pocos cambios de escenario -probablemente una transición de una habitación a otra- donde a través de sus llamadas telefónicas y voces en off vamos conociendo el contexto. Se encuentra en una encrucijada, su esposa lo ha abandonado, sus compañeros están dispuestos a mentir por él, mientras en la otra vía, la mujer secuestrada va quitando capa tras capa de su propia situación, cada vez más sórdida y dolorosa. Los dos personajes se comunican, uno frente a la cámara, otro tras de ella, pero con presencias igualmente importantes. El clímax y la manera en que este decanta no deja de ser interesante, porque si bien existe algo que podríamos llamar un plot twist, es la contundencia de la historia y la forma en la que está narrada lo que dota a esa revelación del peso con la que se presenta.
Aquí es donde el sonido cobra la relevancia que se merece. No sólo son las voces que nos cuentan la historia, también es la sirena de fondo, la luz que se enciende, las inflexiones de voz de los actores, las que conforman un universo sonoro en el que de pronto no es tan importante lo que vemos como la forma en la que se expresa lo que escuchamos.
Desde hace un tiempo estamos asistiendo al nacimiento de un género, principalmente conformado por series, que nos gusta llamar noir nórdico. La culpa es una película que hace eco de eso, entregando un filme con el mismo rigor narrativo de otros exponentes de este género. Una construcción llena de tensión que nos lleva a completar los espacios que quedan aparentemente vacíos y atar los cabos que se van presentando para llevarnos a la historia que termina construyéndose en nuestra cabeza.
De alguna forma, siento que uno de los puntos más interesantes de La culpa tiene que ver con cómo el director extrapola las responsabilidades de los personajes a nosotros mismos y de qué manera compartimos o cuestionamos la presencia de esa culpa a través del camino que nos señala. Extremadamente disfrutable, La culpa es uno de los buenos estrenos de este año en nuestro país y un imperdible para quienes disfrutan del proceso más que del resultado, tanto en el cine como en la vida misma.
Nota comentarista: 7/10
Título original: Den skyldige. Dirección: Gustav Möller. Guion: Emil Nygaard Albertsen, Gustav Möller. Fotografía: Jasper Spanning. Música: Carl Coleman, Caspar Hesselager. Reparto: Jakob Cedergren, Jessica Dinnage, Omar Shargawi, Johan Olsen, Maria Gersby, Jakob Ulrik Lohmann, Laura Bro, Katinka Evers-Jahnsen, Jeanette Lindbæk, Simon Bennebjerg, Morten Suurballe, Guuled Abdi Youssef, Caroline Løppke, Peter Christoffersen, Nicolai Wendelboe, Morten Thunbo, Anders Brink Madsen. País: Dinamarca. Año: 2018. Duración: 85 min.