La balada de Buster Scruggs: La vida de los hombres infames
Estrenada exclusivamente en Netflix, La balada de Buster Scruggs es la enésima confirmación de la solidez y rigor narrativo de los hermanos Coen, esta vez en el marco de una revisión del género western a partir de seis historias breves. Como en toda su filmografía, se trata en parte de un tributo a la “época clásica” del cine americano, desde una visión irónica y desmitificadora.
Esta revisión del western se ha vuelto recurrente en sus últimas películas, al parecer desde una doble intención: por un lado, homenajear la tradición del género, por otro, volver a utilizar un género -como habían hecho con el género negro, el policial o la screw ball comedy- para situar una mirada agridulce a la cultura norteamericana. La balada de Buster Scruggs parece profundizar la visión practicada en el remake True Grit (2010) o incluso en el híbrido adaptación No Country for Old Men (2007), este último aunque no es precisamente un western, si se halla contaminado por su imaginario y recurrencias. Aduciendo a una hipótesis, pareciera que este punto de llegada no es gratuito y entronca con una estructura casi elemental de su cine, generando así una significación nueva.
Esto lo digo porque La balada de Buster Scruggs no es sólo un ejercicio fílmico de rigurosa lectura del western, sino que es -como todas sus películas- una calculada estrategia “fagocitadora” donde el género es vampirizado y absorbido hacia el universo coeniano. Además, al igual que en el resto de sus filmes, una clave de humor negro muy estilizado y cierto clima fatalista en torno a personajes perdedores y algo bizarros marcan la pauta de unas historias que destilan pasión por el relato y placer cinéfilo (e intertextual). Contemporáneo y posmoderno, el cine de los Coen aboga por la liberación moral del espectador y el goce de las formas en tanto tales.
Se trata aquí de seis historias bastante negras y predestinadas a la fatalidad, donde cierta melancolía inunda cada relato, un poco como fue esa anti-epopeya biográfica llamada Inside Llewyn Davies (2013). Como si se tratasen retazos y verdaderos homenajes a los perdedores e infames de la Historia, el homenaje coeniano al western pareciera querer señalarnos que el lugar donde se “imprime la leyenda” resguarda el origen trágicómico de una cultura completa. Una especie de alegoría negra del “nacimiento de una nación”.
Desde el plano que abre la primera historia -la que da el título a la película- la cita y homenaje a uno de los padres del género, John Ford, se volverá también recurrente: de Centauros del desierto (1956) a La diligencia (1939), el clima fordiano se hace presente no sólo en el tratamiento del paisaje sino también en la preponderancia que tienen unos “personajes secundarios” traídos de la tradición literaria popular y, a través de ellos, el retrato de la “américa profunda” constituida por personajes borderline, prostitutas, comerciantes, alguaciles, apostadores, católicos fervientes, banqueros y asaltantes, que dan vida al mítico “salvaje oeste”. Pero a esta referencia central se le suman otras capas: el spaghetti western o el western musical, pasando por el revisionismo tardío (a lo Boetticher); cada una de ellas aplicada formalmente a cada una de las seis historias, las que también se mueven internamente entre géneros (ejemplo: la última historia, que pasa hacia el relato fantástico, o el paso permanente entre el western y la comedia negra).
Las seis historias que componen La balada de Buster Scruggs podrían entenderse, a su vez, como ejercicios formales aplicados donde se aborda un universo -el viejo oeste- a partir de varios relatos modélicos de su imaginario. Así, en la primera historia se trata, bien se ve, un poco de la versión “festiva” de un Billy the kid, el fugitivo eterno de la justicia por quien se pide recompensa. Con bastante humor y fanfarronería, este primer capítulo tiene esos estallidos de violencia tragicómicamente coenianos, contrastados con piezas musicales cantadas por su protagonista. La segunda historia sigue un ridículo asalto de bancos con sorprendentes puntos de giro, donde la versión fordiana de los indios -como amenaza latente, fantasía salvaje del western- toma forma para un final fatídico. Un tercer relato tiene un tinte más Burtoniano desde el prisma de un personaje sin extremidades que recorre los pueblos narrando historias, explotado por un mercader (Liam Neeson). El cuarto relato está protagonizado por Tom Waits, y aborda el sueño de la fiebre del oro, desde un ejercicio más bien minimalista. El quinto -quizás el mejor de todos- es una historia de amor al interior de una caravana que recuerda en más de algo a Días de gloria (1978) de Terrence Malick, y que retoma el tópico de la amenaza latente. Por último, el sexto, especie de homenaje a La diligencia da un paso hacia el fantástico y terror, no sin humor negro. Todas las historias tienen en común, como decía, el absurdo y la fatalidad. A su vez, cada una está introducida por una frase y una estampa introducida en un libro de relatos, otorgándole cierto halo atemporal e inmersivo al relato.
La balada de Buster Scruggs debiese estar dentro de lo mejor del año. Su estreno exclusivo en Netflix -como ocurrió con Welles y como ocurrirá con Cuarón en formato compartido- nos habla del poder que hoy está teniendo la plataforma en calculada estrategia comercial, que bien nos obliga a escribir sobre sus estrenos en un sitio dedicado casi exclusivamente a cartelera de salas. Entre un tiempo y otro -la pantalla del computador y la de cine- la última de los Coen subraya la capacidad móvil y adaptativa de su cine, que a su vez modela y contamina desde una poética propia y subversiva hacia la industria.
Nota comentarista: 8/10
Título original: The Ballad of Buster Scruggs. Dirección: Joel Coen, Ethan Coen. Guión: Joel Coen, Ethan Coen. Fotografía: Bruno Delbonnel. Montaje: Joel Coen, Ethan Coen. Música: Carter Burwell. Reparto: Tim Blake Nelson, James Franco, Tom Waits, Harry Melling, Liam Neeson, Brendan Gleeson, Zoe Kazan, Tyne Daly, Stephen Root, Willie Watson, Ralph Ineson, Bill Heck, Grainger Hines, Jefferson Mays. País: Estados Unidos. Año: 2018. Duración: 133 minutos.