Incendies (Denis Villeneuve, 2010)
Cine El Biógrafo pone en cartelera este filme del 2010 del director quebecquense Denis Villeneuve, director también del drama Maelström (año 2000, arrasó con los premios) y más recientemente de los thrillers La sospecha (2013, estrenada en nuestro país) y Enemy (2013), que espera su estreno.
Con Incendies, Villeneuve elabora un sofisticado drama, enarbolado con estrategias del thriller y un juego de tiempos narrativos que constantemente vuelve al pasado para explicarnos el presente. La trama argumental empieza con el fallecimiento de Nawal Narmann en Canadá y un par de misteriosas cartas dejadas a sus hijos mellizos, Simon y Jeanne. Estas cartas deben ser dirigidas a su padre y hermano (a quienes no conocen), y a cada uno le es encomendada una entrega. Este plot inicial es el comienzo de una fascinante y terrible historia, la historia de Nawal Narmann, ambientada en plena guerra de medio oriente en la década del 70 (un país inventado pero cercano al Líbano), una historia que implica violencia, dolor y supervivencia. Es aquí también que Jeanne y Simon empiezan un periplo hacia la tierra de su madre, que es también uno hacia su propia identidad e historia en una trama que da más de un insospechado giro.
Villeneuve sabe manejar los ritmos del drama, así como la dosificación de la información para mantener un suspense narrativo: los juegos de focalización entre el relato de Nawal y el de sus hijos son apoyados por los usos de cámara (steady cam, travellings) que lentamente van otorgando una temporalidad que apoya el clima psicológico. Esto se cruza con los motores centrales del film, siempre de carácter trágico, que implican el odio, el amor y la autoaceptación como destino y puesta en relato; contextualizados actos diversos de crueldad y violencia generalizada, en historias personales y sociales fracturadas por la tragedia política.
¿Un amor más allá de todo? ¿La posibilidad de transformación a partir de una historia engendrada desde la violencia? ¿Puede el odio ser transformado a través de la entrega? Son algunas de las preguntas que se formulan al interior de Incendies. La intensidad con que están formuladas y la excelente interpretación de Lubna Azabal- en una gélida y dolida Nawal- nos hacen dejar fuera de sospecha la hipótesis del “golpe bajo” que podría señalarse sobre el guión del filme. Por otro lado Villeneuve inserta esto en el marco de las experiencias traumáticas vividas al alero de las guerras y las migraciones, lo que hace insertar el carácter (inter) cultural y político del conflicto dramatúrgico del guión. Es la fuerza desde donde se sostiene su imagen-jirón, su descripción más veraz y cruel de la naturaleza humana, la dimensión radical de una vida precarizada, unos cuerpos expuestos en las militancias y sus fracasos (Nawal pasa de ser activista a militante, en el marco de la lucha entre cristianos, palestinos, musulmanes y nacionalistas en este territorio imaginado pero verosímil).
Villeneuve hace recordar a su vez el cine de Atom Egoyan en su capacidad de de-contrucción del relato en rompecabezas de información, insertos en experiencias fragmentarias de identidades migrantes, exilios y comunidades. Al igual que Egoyan, Villeneuve logra engarzar un buen manejo de códigos de género- thriller, drama social- con una poética personal de climas, tiempos y paisajes que van apuntando a una verdadera indagación en la condición humana.
Incendies engancha desde el minuto uno, tanto por el guión como por el clima narrativo. Es la inmersión en un universo de identidades que buscan su propia historia y la capacidad de transformación y auto-aceptación a partir de su carácter contingente, eso inserto incluso en contextos de trauma y violencia. La supervivencia expuesta en oposición al carácter brutal y tautológico de la violencia se expone en términos filiales de forma dura, contradictoria y primaria. Esta dimensión paradojal, es acaso, un fiel reflejo del mundo que hemos heredado y en el que nos toca vivir. Nawal no es sólo una víctima si no un personaje que inserto en el fondo vacío del dolor logra crear un tipo inusitado y absoluto de amor. Recordar eso, llegar a filmarlo es parte del mérito de su director.
Iván Pinto