Por gracia de Dios: El silencio de los corderos de dios
Con Por gracia de Dios Ozon rehúye cualquier atisbo de morbo o sensacionalismo, pero no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar de las experiencias vividas por sus protagonistas, la actitud ambivalente de algunas familias o el encubrimiento de los altos cargos de la Iglesia.
Aunque François Ozon afirma que su película tiene el objetivo de dar voz a las víctimas de los abusos sexuales y no atacar a la Iglesia, la institución eclesiástica no queda muy bien parada en la excelente Por gracia de Dios, que muestra un retrato feroz de la endogamia, el inmovilismo y las estratagemas de autoperpetuación. Nos encontramos frente a un alegato contra el silencio cómplice de las altas instancias de la jerarquía católica.
La mirada escandalizada de Alexandre (Melville Poupad) da paso al punto de vista de otros personajes que se suman en su cruzada personal contra el silencio que ha rodeado a los abusos de un sacerdote durante varios años en campamentos infantiles. La mirada atónita y los recuerdos dolorosos dan paso a la acción cuando las gestiones de Andrè provocan una investigación en toda regla, surgiendo nuevas víctimas de abusos infantiles que van tomando la palabra y adquiriendo un protagonismo colectivo.
Estamos ante algo más que una mezcla de ficción y documental, o ante mucho más que un filme de denuncia (que no deja de serlo en ningún momento), ya que a Ozon le interesa mostrar los sentimientos de unos -pocos pero significativos- personajes masculinos de diferente carácter y procedencia; y también confrontar distintas visiones de la institución eclesiástica, desde el ultracatólico Alex hasta el ateo François, que da vida a un nuevo protagonista del relato, dispuesto a tomar el camino de la investigación policial. El último personaje, de procedencia más desfavorecida, es el joven Emmanuel, alguien con problemas físicos y psicológicos que bien pudieran ser secuelas de los abusos. Con él aparece la idea, la metáfora, de la cebra o el personaje demasiado inteligente para adaptarse socialmente. Juntos crean una página Web donde recogen el testimonio de otras víctimas de los abusos del padre Preynat, protegido por el manto del silencio culpable del cardenal Barbarín.
Por gracia de Dios rehúye cualquier atisbo de morbo o sensacionalismo, pero no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar de las experiencias vividas por sus protagonistas, la actitud ambivalente de algunas familias o el encubrimiento de los altos cargos de la Iglesia. El filme pasa del estoicismo religioso de Alexandre al ateísmo militante de François, pero se reserva su carta más contundente en el desamparo iracundo de Emmanuel, el menos dispuesto a perdonar los abusos sufridos que repercuten en su árida existencia actual.
Por gracia de Dios es uno de los filmes más austeros del maestro Ozon, donde menos libertades se permite en el juego entre el fondo y la forma; y gracias a las magníficas interpretaciones y al cuidado de los encuadres y la fotografía también es una de sus “grandes películas”.
En resumen, el filme de Ozon no escatima detalles al mostrar el carácter monolítico y casi “intocable” de la institución eclesiástica. Aunque incluye breves flash-backs de los abusos sufridos por los protagonistas en su infancia, elude el tremendismo a favor de una denuncia firme contra la hipocresía y la doble moral de los altos cargos que encubren los abusos y se vanaglorian de que éstos hayan prescrito judicialmente.
Título original: Grâce à Dieu. Dirección: François Ozon. Guion: François Ozon. Fotografía: Manuel Dacosse. Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine. Reparto: Melvil Poupaud, Denis Menochet, Swann Arlaud, Eric Caravaca, François Marthouret, Bernard Verley, Josiane Balasko, Hélène Vincent, François Chattot, Frédéric Pierrot, Martine Erhel, Aurélia Petit, Julie Duclos, Jeanne Rosa, Amélie Daure.País: Francia. Año: 2018. Duración: 137 min.