La crónica francesa (1): En defensa del cine de Wes Anderson
Es posible que además de su estilo consolidado, la suma de varios rostros reconocibles permita que se obvie estas aparentemente sutiles críticas sociales que plantea Anderson en sus películas. Pero mirando en retrospectiva, sus personajes no son solo un grupo de inadaptados en un mundo cool, sino que abordan conflictos relevantes en términos sociales y personales como la salud mental, los padres ausentes, el exitismo económico, el amor entre personas de distinto origen social, entre otros temas que siguen siendo cuestionados en las sociedades conservadoras. Sin embargo, la particularidad de Wes Anderson es que puede narrar ese tipo de conflictos y dolores a través de una puesta en escena bella, auténtica y preciosista.
Si uno hace una rápida búsqueda en Google sobre Wes Anderson, sobre todo en inglés, es fácil encontrar una serie de textos que justifican un odio, desprecio y sobre simplificación de sus películas. Cada uno de estos artículos se posicionan desde una supuesta minoría que se enfrenta a una mayoría abrumante que no ha abierto los ojos frente a una suerte de estafa cinéfila. Incluso hay algunos críticos que plantean una postura de “odio que me gusten” las películas de Anderson. Lógicamente, no soy capaz de plantear un estudio profundo de este fenómeno en esta crítica. Sin embargo, esa posición mayoritaria, aunque esgrima ser minoritaria, me hizo pensar el porque a mí sí me gustan sus películas y porque defiendo su cine, sobre todo sus últimas películas frente al comentario, también mayoritario, que sus primeras obras son mejores que las de los últimos años. Como era de esperar, el reciente estreno de The French Dispatch (La Crónica Francesa, 2021), película que fue “guardada” producto de la pandemia, hizo revivir este intenso odio-amor al cine de Anderson.
La película aborda la historia del diario The French Dispatch. El editor de la publicación, Arthur Howitzer Jr. (Bill Murray) se reúne con su equipo editorial, donde se les comunica que cuando él muera, la publicación muere con él, pero se debe publicar un último número con los artículos más relevantes de diario junto a su obituario. El equipo lo lidera Alumna (Elisabeth Moss), editora; Hermes Jones (Jason Schwartzman), caricaturista; y Herbsaint Sazerac (Owen Wilson), un periodista viajero que recorre los lugares en bicicleta mientras busca y escribe sus historias. Es con el personaje de Wilson, que la película sale de los despachos del diario y retrata como Sazerac escribe sobre la ciudad francesa de Ennui, comparando su presente y pasado, resaltando los cambios que ha tenido a través del tiempo, pero marcando el tono y estilo de la revista.
Algo que ha llamado la atención siempre en el cine de Anderson, es su preocupación por crear y perseverar en una propuesta visual y estética que se ha mantenido a lo largo de sus películas, incluso en sus dos películas animadas (stop-motion). A la reconocida simetría en la composición de imagen, que el video artista Kogonada aborda en uno de sus trabajos, se le suma la importancia del color, la caracterización de cada personaje de manera particular y un ritmo narrativo que se marca por una voz en off. Sin embargo, esos elementos son los que, en general, provocan más rechazo en muchos comentarios, pero que, sin una mirada profunda a sus historias, pierden su real importancia.
The French Dispatch es una historia sobre la muerte, sobre los legados, la trascendencia a la muerte, pero también sobre el amor, sobre el vínculo entre un observador (periodistas) y los hechos que suceden frente a ellos. Esto último transforma la película en una de las obras de Anderson más explícitamente políticas, aunque probablemente esta tesis puede ser criticable. Los tres reportajes están relacionados a temas controversiales, como la vida en prisión y la salud mental, las protestas estudiantiles de mayo de 1968, y el asesinato de los secuestradores del hijo de un policía. Tres historias que pueden ser leídas solo como un espectáculo visual y ser presa fácil de los que odian a Anderson, o ser interpretadas también como una forma lúdica de instalar temas complejos dentro de una película de gran alcance popular.
En La obra maestra del hormigón, la reportera J.K.L. Berensen (Tilda Swinton) narra la historia de Moses Rosenthaler (Benicio del Toro), un preso con un trastorno mental que pinta un desnudo abstracto de Simone (Léa Seydoux) una gendarme con la cual comienza una relación bastante distorsionada de amor. Otro preso, Julien Cadazio (Adrien Brody), que cumple condena por evasión fiscal, coincidentemente es un vendedor de arte que comienza a comercializar las obras de Rosenthaler. Este primer reportaje plantea interrogantes no solo sobre el mercado del arte, sino sobre los extremos del esnobismo al valorar elementos que van más allá de la obra y su autor, ahondando en el contexto del creador, en este caso un preso por asesinato, y las condiciones de la obra creada (la cárcel). Y dentro de este retrato, aparecen la violencia policial dentro de las cárceles, la amenaza de una pena de muerte que tiene en vilo la vida de Rosenthaler, y un amor imposible entre una gendarme y un condenado.
El siguiente reportaje, Revisiones de un Manifiesto, es narrado por la reportera Lucinda Krementz (Frances McDormand) y se enfoca en las protestas estudiantiles de mayo del 68. El joven líder de las protestas, Zeffirelli (Timothée Chalamet), escribe un manifestó que inspira a Krementz pero que desilusiona a la polola de Zeffirelli, Juliette (Lyna Khoudri), dándole espacio a un affaire entre la periodista y el joven revolucionario. El último reportaje, El comedor privado del comisionado de policía, es narrado por Roebuck Wright (Jeffrey Wright), periodista gastronómico que narra la historia de un secuestro del hijo de un policía por una banda formada por The Chauffeur (Edward Norton) y la showgirl principal (Saoirse Ronan). En ambas historias se puede leer una crítica al actuar policial frente a dos hechos distintos, pero con el mismo resultado, la muerte de otro.
Es posible que además de su estilo consolidado, la suma de varios rostros reconocibles permita que se obvie estas aparentemente sutiles críticas sociales que plantea Anderson en sus películas. Pero mirando en retrospectiva, sus personajes no son solo un grupo de inadaptados en un mundo cool, sino que abordan conflictos relevantes en términos sociales y personales como la salud mental, los padres ausentes, el exitismo económico, el amor entre personas de distinto origen social, entre otros temas que siguen siendo cuestionados en las sociedades conservadoras. Sin embargo, la particularidad de Wes Anderson es que puede narrar ese tipo de conflictos y dolores a través de una puesta en escena bella, auténtica y preciosista.
The French Dispatch of the Liberty, Kansas Evening Sun. Director: Wes Anderson. Guion: Wes Anderson, basado en una historia de Wes Anderson, Roman Coppola, Hugo Guinness, Jason Schwartzman. Producción: Wes Anderson, Jeremy Dawson, Steven Rales. Narrador: Anjelica Huston. Dir. De Fotografía: Robert D. Yeoman. Montaje: Andrew Weisblum. Música: Alexandre Desplat. Elenco: Benicio del Toro, Adrien Brody, Tilda Swinton, Léa Seydoux, Frances McDormand, Timothée Chalamet, Lyna Khoudri, Jeffrey Wright, Mathieu Amalric, Edward Norton, William Dafoe, Henry Winkler, Stephen Park, Bill Murray, Owen Wilson, Elisabeth Moss, Jason Schwartzman. País: Alemania, Estados Unidos. Año: 2021. Duración: 103 min.