Flee: Lo universal en lo específico

De igual manera, el enfoque del relato tiende hacia lo subjetivo y lo íntimo, con elementos de la biografía del personaje que lo caracterizan como un individuo con intereses y preocupaciones particulares. La animación también sirve para transmitir esa atmósfera, a través de estilos que cambian su apariencia dependiendo de si estamos ante un momento del presente, un recuerdo del pasado o las sensaciones más viscerales de los miedos y de las heridas sin sanar.

Cuando los talibanes regresaron al poder en Afganistán el año pasado, miles de personas huyeron o intentaron huir del país. Como sabían lo que esa llegada implicaba, debido a su fundamentalismo inflexible y métodos violentos, prefirieron dejar atrás sus hogares para buscar asilo en otros territorios. Las imágenes de las personas desesperadas se convirtieron en un potente recordatorio de la crisis de refugiados que se ha extendido durante años en nuestro planeta, con Europa como el principal destino de los desplazados. Es, también, algo que demuestra la vigencia del documental Flee de Jonas Poher Rasmussen, que pese a centrarse en hechos que ocurrieron décadas atrás reflejan un problema que no va a desaparecer de la noche a la mañana.

La obra comienza en el Afganistán de mediados de los años 80, cuando su guerra civil era aprovechada por Estados Unidos y la Unión Soviética como campo de batalla para su rivalidad ideológica. La victoria de los muyahidín y el clima violento que se instaló en el país obligaron a la familia de Amin Nawabi a escapar a Moscú, con la intención de trasladarse posteriormente a Suecia, donde estaba viviendo su hermano mayor. Sin embargo, las trabas migratorias, las dificultades económicas y la corrupción imperante, hacen que sea casi imposible lograr eso, sobre todo por el riesgo de ser deportados de vuelta a la situación que quieren dejar atrás. Décadas después, el protagonista está viviendo en Dinamarca, tiene una carrera como académico y está comprometido, pero los traumas del pasado siguen muy presentes dentro de él y le impiden hablar de todo lo que aguantó.

Uno de los aspectos más llamativos de la cinta es que se trata de una película animada, algo poco habitual entre los documentales. Dado que no existe registro audiovisual de todos los hechos narrados, el director Jonas Poher Rasmussen prefirió reemplazar las recreaciones con actores de carne y hueso por los trazos de los dibujos. La decisión surgió, en primer lugar, para mantener el anonimato del protagonista, quien ocupa un seudónimo dentro del largometraje porque no se sentía cómodo con mostrar su verdadera identidad, y en segundo lugar, por las posibilidades artísticas que permite la animación. De vez en cuando, Flee muestra algunas imágenes de archivo extraídas de las noticias, para recordarnos el contexto real en que ocurrió el relato, mientras que el testimonio de Amir que escuchamos a lo largo de la obra también pertenece a entrevistas auténticas.

A pesar de que giran en torno a situaciones reales, es imposible que los documentales cumplan con un estándar absoluto de objetividad, ya que la selección de los componentes y la manera en que son representados implican una decisión editorial por parte de los realizadores, quienes además están motivados por sus propios puntos de vista. Por lo tanto, agregar un factor como la animación no contradice los principios de ese tipo de obras, sino que agrega nuevas formas de expresión. La propia cinta explora los límites entre realidad y ficción, así como la naturaleza de los secretos, a raíz de ciertas cosas que Amir debió hacer para entrar a Dinamarca como refugiado, y por la identidad sexual del protagonista, cuyo viaje personal abarca dimensiones más amplias que la guerra y la migración.

La situación del protagonista está enmarcada dentro de un problema que afecta a millones de refugiados, pero Flee no quiso limitar su caso a una mera estadística. El director ha sido amigo de Amir durante varios años, y a lo largo de la película notamos la complicidad que nace de esa relación, una dinámica que no habría existido en un proyecto meramente profesional. De igual manera, el enfoque del relato tiende hacia lo subjetivo y lo íntimo, con elementos de la biografía del personaje que lo caracterizan como un individuo con intereses y preocupaciones particulares. La animación también sirve para transmitir esa atmósfera, a través de estilos que cambian su apariencia dependiendo de si estamos ante un momento del presente, un recuerdo del pasado o las sensaciones más viscerales de los miedos y de las heridas sin sanar.

Esa especificidad de la obra se nota, además, en el viaje de autoconocimiento de Amir, quien, pese a estar sujeto a influencias sociopolíticas que escapan de su control, no queda definido solo por su calidad de inmigrante. La obra se da el tiempo de mostrarnos las dudas que el protagonista tenía acerca de su orientación sexual, cuestiones que adquieren un mayor significado dentro de una cultura tan conservadora como la afgana. Y, por si fuera poco, es un proceso que debe afrontar mientras está sujeto a una fuerte inestabilidad familiar, donde ni siquiera tiene asegurado el lugar en el que puede vivir. Incluso bajo circunstancias duras como esas, las preguntas ligadas a la adolescencia tienen espacio para brotar.

Lo primero que escuchamos en el documental es una pregunta que el director le hace al entrevistado, acerca de qué entiende Amir por “hogar”. Para alguien que debió viajar miles de kilómetros y abandonar el lugar donde creció, la palabra no está sujeta a un punto determinado en el mapa, sino que, a una sensación, a la tranquilidad de estar seguro y de poder echar raíces. Se trata de una preocupación que ha acompañado al protagonista durante décadas, sobre todo ahora que se va a casar y que está enfrentado a algunas dudas acerca de ese tipo de compromiso. La obra es una oportunidad para que el personaje aborde estos temas que ha guardado por tanto tiempo, y de los que no ha podido hablar ni siquiera con aquellos que forman parte de su círculo cercano.

La experiencia de Amir no solo es dura por lo que debió vivir, sino también por lo que no pudo compartir con otras personas. Para sanar, el protagonista debe ser primero honesto consigo mismo, y Flee se siente como un espacio seguro para que lo intente, debido a la cercanía que tiene con el director. A pesar de las dificultades y los obstáculos, lo que termina brillando en este documental es la esperanza, la oportunidad de empezar de nuevo.

 

Título original: Flugt. Dirección: Jonas Poher Rasmussen. Guion: Jonas Poher Rasmussen, Amin. Fotografía: Mauricio González-Aranda. Reparto: Amin Nawabi, Jonas Poher Rasmussen, Kasper, Belal Faiz. Año: 2021 País: Dinamarca. Duración: 90 min.