Druk (1): El alcoholismo como excusa

A diferencia de otras películas, como Enter the Void (2009) o Climax (2019), no nos muestra el efecto en el cuerpo del alcohol y las drogas dándonos escenas vertiginosas, encuadres torcidos o un montaje rápido, simulando una experiencia subjetiva. El efecto es social. Aunque con una leve mejora al principio, a medida que el consumo aumenta se vuelve más evidente el estado alterado de los personajes. De a poco los vemos balbucear, chocar con muebles y ponerse cada vez más eufóricos. Casi pareciera que bebemos con ellos.

El director danés Thomas Vinterberg suele incluir en sus películas personajes que están al borde del colapso y mostrar, gradualmente, su degradación. Al niño de Dear Wendy (2005), a los hermanos de Submarino (2010) y al cuidador de Jagten (The Hunt, 2012) se les sumará el grupo de amigos de su nueva película, Druk.

Martin (Mads Mikkelsen), Tommy (Thomas Bo Larsen), Peter (Lars Ranthe) y Nikolaj (Magnus Millang) son profesores en un colegio de Copenhague que siguen una monótona rutina: dar clases, convivir con sus familias y celebrar fechas especiales. De a poco entramos a sus aulas y vemos que sus clases se vuelven densas, los alumnos no tienen ganas y su bajo rendimiento es atribuido específicamente a la labor de sus profesores. En casa la situación no mejora mucho. Martin, el protagonista, tiene una mala relación con su esposa, le preocupa haberse vuelto aburrido.

Este deprimente escenario cambia gracias a un descubrimiento del grupo: la teoría del psiquiatra Finn Skårderud, que asegura que tener un 0,05% de alcohol en la sangre te ayuda a mejorar tu desarrollo personal y profesional. Aunque el grupo desestima el desafío, Martin lo pone a prueba durante el trabajo sin contarles. Y sus clases mejoran. Mucho. Al darse cuenta, el grupo lo sigue. Y comienzan a beber. Mucho. La utilización de intertítulos nos ayudan a saber en qué estado se encuentran los personajes, que se realizan alcohotest constantemente.

A diferencia de otras películas como Enter the Void (2009) o Climax (2019), ambas de Gaspar Noé, no nos muestra el efecto en el cuerpo del alcohol y las drogas dándonos escenas vertiginosas, encuadres torcidos o un montaje rápido, simulando una experiencia subjetiva. El efecto es social. Aunque con una leve mejora al principio, a medida que el consumo aumenta se vuelve más evidente el estado alterado de los personajes. De a poco los vemos balbucear, chocar con muebles y ponerse cada vez más eufóricos. Casi pareciera que bebemos con ellos. Vemos cómo preparan los tragos, los primeros y últimos efectos en el cuerpo y la resaca posterior.

Pero la resaca se pasa bebiendo más. Ahí comienza el verdadero efecto. Martin y sus amigos ven mejoras en su modo de comportarse y desarrollarse en su trabajo. Los cuatro logran, a través del alcohol, convertirse en otra persona. Su ‘yo’ anterior se desinhibe, dándole paso a una mejor versión de cada uno. Sus clases son más entretenidas, los alumnos y alumnas realmente disfrutan escucharlos y sus vidas personales mejoran. Son felices, hasta que traspasan los límites. Luego de algunos vergonzosos episodios la película se vuelve muy personal, a través de primeros planos y cámara en mano seguimos a los personajes en su búsqueda por cambiar su vida. La nostalgia de los días pasados se les restriega en la cara cuando ven a sus alumnos organizar juegos que consisten en beber la mayor cantidad de cerveza posible en una carrera por el bosque.

La libertad que buscan los personajes es alcanzada más claramente por Martin, y aunque quizás breve, refleja ese espíritu inconformista e intranquilo que suele atribuirse a los más jóvenes, pero que está presente en todas las personas. Solo hay que saber despertarlo. Acá se despierta, justamente, en la graduación de los alumnos, hacia el final de la película. Martin, que se avergonzaba de su pasado como bailarín, danza entre sus alumnos demostrando que algo cambió. Queda claro que hay que tocar fondo para lograrlo. Es quizás un final más inspirador y positivo que Jagten, también protagonizada por Mikkelsen, donde es acusado de abusar de una menor edad. Ambos son personajes perseguidos, aislados. En el caso de Druk, logra sobrellevar una situación personal y aprender de ella. Por eso su baile no es solo una liberación de cuerpo, sino también de su mente. Se acepta a sí mismo, decide ser quién es y disfrutarlo. El mismo mensaje que, de forma diferente, nos entrega Soul (2020).

Ganadora de diversos premios en festivales europeos, Druk no es sobre el consumo de alcohol. Ese es su punto de inicio, lo que la motiva, pero finalmente es sobre todo lo que lo rodea y produce, sea malo o bueno. Puede parecer que todos o todas hemos estado allí, en ese lugar, pero queda claro que siempre es diferente. Y eso es lo más peligroso, uno nunca sabe cómo será hasta que sucede.

 

Título original: Druk. Dirección: Thomas Vinterberg. Guion: Tobias Lindholm, Thomas Vinterberg. Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen. Reparto: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang, Lars Ranthe, Susse Wold, Maria Bonnevie, Diêm Camille G., Palmi Gudmundsson, Dorte Højsted, Helene Reingaard Neumann, Martin Greis. País: Dinamarca.Año: 2020. Duración. 116 min.