Dos tipos peligrosos: Consolidando un estilo
Quizás el nombre de Shane Black, dicho así sin más, no hará resonar ninguna fibra especial en el gran público, pero créanme que solo basta con mencionar su último trabajo –antes de esta película, claro está– para suscitar emociones tan disímiles como lo son el amor y el odio… Oh, bueno, ok, no seamos tan drásticos y dejémoslo en cariño e indiferencia. Para los más curiosos que ya se encuentren googleando el nombre les evitaré los horrores de tan aciago ejercicio: Iron Man 3. Incluso voy un poco más lejos, este personaje es el responsable del guión de Arma Mortal, película que vino a revolucionar el género policial allá por el 87 e instauró la figura de dos policías dispares que terminan por salvar el día pese a sus diferencias. No me parece menor mencionar estos hechos, pues esto significa que el señor Black goza de un estilo reconocible y, por lo demás, consolidado; pero que lejos de representar un punto en contra para él, se las apaña para resultar fresco pese al paso del tiempo.
Ambientada en las postrimerías de los ‘70, la película narra las aventuras de Jackson Healy (Russell Crowe) y Hollan March (Ryan Gosling), dos dispares detectives privados que, al tratar de resolver el asesinato de una famosa actriz porno, se ven inmersos en un gigantesco caso de corrupción. Bajo este contexto, Black desarrolla una comedia cuyo motor es la entropía y que engancha al espectador mediante la comedia física –y su contraparte madura: las peleas– y el carisma de los protagonistas.
Me quedaré un momento reflexionando sobre estos dos últimos puntos –comedia física y carisma–, ya que son los más altos de Dos tipos peligrosos y que la elevan por sobre el promedio de las películas de acción que se han visto durante el último tiempo.
Lamentablemente, ya no es sorpresa para nadie que en la mente de los directores y productores de Hollywood las explosiones y efectos bastardos, que tienen su origen el frío metal de un procesador, sean la única alternativa para mantener la atención de los espectadores. Ante esta situación, Dos tipos peligrosos toma un papel rebelde –actitud que comparte con sus protagonistas– puesto que privilegia los efectos físicos reales –el cálido abrazo de la pólvora– y las secuencias de pelea y humor cuyo único “aditamento” es una correcta gramática audiovisual. Hacía tiempo que no me reía –de verdad– por un gag físico bien planeado. Esto se agradece. Por otro lado, la química que hay entre Russell Crowe y Ryan Gosling es otro elemento que hay que destacar, pues dota a cada humorada o pelea, una capa de fraternidad y complicidad que solo las mejores parejas de Hollywood tienen. Uno termina preocupándose por los personajes que tiene enfrente. A esto también hay que sumarle la labor de Angourie Rice, quien interpreta a la contraparte racional y noble de los protagonistas; un rol que en muchas ocasiones puede llegar a extenuar al espectador pero que en este caso no sucede.
En este sentido, Dos tipos peligrosos entretiene con una con una eficiencia que se echa de menos; sencilla y directa, la película es siempre consciente de su utilidad para con el público. Cosa un tanto irónica puesto que uno de los temas que toca la trama es la utilidad del cine como agente de denuncia.
Sin embargo, bajo estos elementos muy bien logrados se perciben un par de puntos débiles en cuanto al guión y al desarrollo de los personajes. En primer lugar, la aleatoriedad con la avanza la película transforma a los personajes secundarios –el caso más claro es el personaje de Margaret Qualley– en “excusas” o elementos anecdóticos, cuyo único objetivo es hacer avanzar la historia a donde desea el director. Esa desprolijidad va aumentando a medida que se va dilucidando el misterio que intentan resolver los protagonistas, por lo que poco a poco la película comienza a fragmentarse en pequeñas escenas o gags que se concentran más en entretener que en hacer avanzar la historia. En este sentido, el tercer acto es el que sale más damnificado, puesto que a final de cuentas nos queda la sensación de que este se siente súbito y abrupto, lo que va en desmedro del cierre de los arcos de los personajes. Está la intención de desarrollarlos, sin duda; pero con negligencia.
De la mano de lo anterior va el problema de desarrollo de los personajes, ya que los momentos donde conocemos un poco más acerca de su pasado y sus problemas personajes son tan breves y anecdóticos que terminan por olvidarse. Quizás solo se salva de este problema el personaje de Russell Crowe, pero los de Gosling y Rice no logran superar el estereotipo. Pero ojo, no quiero sonar drástico pues todo pasa a segundo plano por el carisma de los actores y el oficio del señor Black. A final de cuentas, Dos tipos peligrosos es una película por sobre el promedio, que maneja los elementos básicos del cine que entretiene. ¿Por qué no podemos contar con más películas como esta? Eso es un misterio que no tiene solución.
Josemaría Naranjo
Nota comentarista: 6/10
Título original: The Nice Guys. Dirección: Shane Black. Guión: Shane Black, Anthony Bagarozzi. Reparto: Russell Crowe, Ryan Gosling, Angourie Rice, Margaret Qualley, Kim Basinger. País: Estados Unidos. Año: 2016. Duración: 116 mins.