Desobediencia (3): Sobria inteligencia
A fuerza de no haber visto otros reputados trabajos de Sebastian Lelio (Gloria, Una mujer fantástica), al enfrentarme a un filme como Desobediencia he de señalar que estamos ante una película más que interesante, con una elegante factura fílmica y que se apoya en el triangulo interpretativo formado por Rachel Weisz, Rachel McAdams y Alexandro Nivola, los tres dando lo mejor de sí mismos en situaciones donde no siempre con igual fortuna se mezcla el amor, la mentira, los silencios significativos, los recuerdos agridulces y el descubrimiento.
A pesar de que el relato se vuelve forzosamente melodramático, al estar situado en una comunidad judía ortodoxa, se toma su tiempo para mostrar el amor entre las dos protagonistas, un amor entre dos mujeres abordado sin sensacionalismo y sin tapujos, aunque con un final poco convincente y poco consistente. Es posible que el último tramo de la película esté un poco alargado con las idas y venidas de Ronit (inspirada Rachel Weisz, dentro de sus registros), ese personaje femenino que vuelve al lugar donde creció con motivo del entierro de su padre, un ilustre rabino, pero el realizador ha conseguido una madurez expositiva que impide cualquier atisbo de aburrimiento en este drama familiar e historia de amor contracorriente. Entre los entresijos del filme destaca la relación pasada de Ronit con su padre, del que se había mantenido alejada hasta su muerte, y la desobediencia a una forma ultra-conservadora de imponer la religión al amor y el deseo, llegando a sofocarlos.
Es posible que la factura visual, en tonos oscuros y otoñales, así como, sobre todo, algunas trampas argumentales, lo hagan un filme imperfecto, más cercano al cine independiente estadounidense o al cine inglés de “qualité” que a la obra de un autor chileno, dejando en el camino muchos signos de autoría. Pero Lelio se toma su tiempo en la descripción de los ambientes, la comunidad, la estructura en la que viven insertas sus criaturas y en mostrar la ambigüedad que arrastran casi todos sus personajes, entre las presiones sociales y el amor pasional, la verdad y las normas de un entorno cerrado y opresivo. Aunque las dos actrices protagonistas logran superar la dificultad de sus personajes al límite, el gran talento de Desobediencia vuelve a ser el siempre excelente Alexandro Nivola, que mezcla la sutileza y la represión con una gran fuerza expresiva y sin el menor aspaviento interpretativo, con una sobriedad admirable.
Tal vez algunas secuencias no logran combinar del todo la tensión y la ironía, la elegía fúnebre y el renacimiento de un amor adormecido, pero Desobediencia, a pesar de su aparatoso desenlace, es un filme sólido, rodado con inteligencia, una evocadora fotografía de Danny Cohen y con un guión astuto. Una muestra de que un realizador chileno en su primera película rodada en inglés puede elevarse por encima del cine rodado con la marca internacional y puede superponer su talento a las limitaciones de la industria y de una historia, dotándola de fuerza.
Nota comentarista: 6/10
Titulo original: Disobedience. Dirección: Sebastián Lelio. Guión: Sebastián Lelio, Rebecca Lenkiewicz (novela de Naomi Alderman). Fotografía: Danny Cohen. Montaje: Nathan Nugent. Música: Matthew Herbert. Reparto: Rachel Weisz, Rachel McAdams, Alessandro Nivola, Anton Lesser. País: Estados Unidos – Reino Unido. Año: 2017. Duración: 114 min.