Camaleón (2): Violencia conservadora
En conjunto con El Tila, fragmentos de un psicópata (Alejandro Torres, 2015), Camaleón es el segundo thriller con un psicópata por protagonista que distribuye este año Storyboard media. Aunque es temprano para determinar si existe una línea editorial clara de películas que se quiere consolidar, sí es claro que ambas películas tienen cosas en común, entre ellas: la invasión de un “otro” a un hogar, cierta opción distanciada y cínica de la violencia y algún esbozo de que esa violencia tiene algún tipo de explicación social: ambos son psicópatas de estrato social bajo y en, en ambos se busca vincular esto a una violencia social.
En Camaleón se trata de una pareja de lesbianas, Paula y Paulina, que el día posterior de una fiesta en su casa en la playa reciben la visita de Gastón, quien logra ingresar al hogar y hacerse de confianza por vía de un conocido en común. Su ingreso produce ciertas tensiones en la pareja, las que vamos visualizando tienen ejes de clase y poder, donde Paulina maltrata a Paula por ser de clase social más baja y menor educación. Por su parte, Gastón parece también ser de estrato social más bajo, aunque su actitud parece más bien ambigua. Hacia los tres cuartos, como se adivina, viene el golpe de violencia, y es cierto lo que argumenta Jaime Grijalba en su crítica: empieza un periplo más bien previsible al respecto, lo que aqueja en el interés y el ritmo de la narración.
Sin embargo, quisiera argumentar algo ligeramente diferente: la triangulación de las tensiones entre la pareja y el tercero visitante establece que el guión dramático dibuje algunas líneas de conflicto. Entre ellas se encuentra la búsqueda de complicidad de clase que busca establecer el psicópata con Paula, ya que esta es siempre mirada en menos por Paulina. Tal cuestión la hace estallar en un monólogo resentido que ayuda a perfilar un cuadro de tensiones con algo más de complejidad.
Tanto El Tila, fragmentos de un psicópata como Camaleón, buscan hacer del thriller un género desde el cual se podría problematizar o representar conflictos de clase. En El Tila, la violencia es directamente de clase, como aparato de control y exclusión. En Camaleón, emerge como un telón de fondo aunque el único momento de empatía del personaje sicopático es con Paula, con quien comparte cierto sentimiento de exclusión y resentimiento. Ambos psicópatas se articulan como un “otro” amenazante y violento frente al cual “el hogar” está en peligro. La violencia concreta y explícita se vuelve una especie de “cuadro didáctico”, donde no queda clara su necesidad más que en la exposición de la vejación desde un punto de vista sádico. La posición que se puede ver al respecto de la mostración de la violencia es la de la complicidad cínica o el rechazo moral por parte del espectador, fluctuando entre ambos. Pero sumado a la cuestión central de la representación de la conflictividad social local, la violencia adquiere un carácter conservador y de deseo de restauración del orden (narrativo y social) luego de su catarsis. Es a ello que llamamos “violencia conservadora”.
Estimo que la cuestión de la violencia, la conflictividad social y su representación se va a volver un tópico creciente en el cine de ficción chileno. Se vuelve relevante, entonces, ir a pensar sus formas de representarse, los tipos de violencia y los efectos buscados de su puesta en escena y materialización, en pos de cuestionar su fetichismo y pensarla políticamente.
Iván Pinto
Nota comentarista: 6/10
Título: Camaleón. Dirección: Jorge Riquelme Serrano. Guión: Jorge Riquelme Serrano. Fotografía: Cristián Petit-Laurent. Montaje: Valeria Hernández, Jorge Riquelme Serrano. Música: Carlos Cabezas. Reparto: Gastón Salgado, Paulina Urrutia, Paula Zúñiga, Alejandro Goic. País: Chile. Año: 2016. Duración: 80 mins.