Algunos documentales (2): Finding Vivian Maier (John Maloof y Charlie Siskel, 2013)
¿De cuántos otros artistas nos estaremos perdiendo?, esa fue la primera pregunta que me hice luego de terminar de ver Finding Vivian Maier por primera vez. Mi siguiente pregunta fue ¿acaso existe justicia para con los artistas? Y casi de inmediato respondo que la justicia no tiene nada que ver, y que si alguna vez tuvo algo que ver en todo esto, ahora, gracias a este documental, no importa: el nombre de Vivian Maier ya está en mi cabeza. Quizás lo que sí tenga que ver en toda esta historia es la suerte (y aquí se abre un paralelo entre esto último y el reconocimiento), ya que es gracias a un hecho fortuito que el director del documental, John Maloof, se topa con el material de la compleja señorita Maier y decide hacer lo que hizo.
Ya entrando de lleno a lo que es la crítica, resulta útil para poder evaluar de una forma más eficiente Finding Vivian Maier poner en manifiesto los dos objetivos que se plantea el documental. El primero tiene que ver con registrar la relación que tiene Maloof con el trabajo de Maier, desde su descubrimiento hasta la difusión; el segundo, y que ocupa gran parte del documental, guarda relación con elaborar un perfil psicológico de la artista, con descifrar su carácter y buscar la respuesta a la inquietante pregunta de por qué nunca publicó nada en vida. Objetivos que tienen más en común de lo que parece a simple vista, ya que se complementan y nos permiten entender el fenómeno Maier. Veamos, entonces, cómo el documental se las apaña para completar ambas tareas por separado.
El primer objetivo se cumple correctamente, e incluso cabría decir que de la mejor forma posible para que la historia principal permanezca intacta. Maloof interrumpe pocas veces la construcción psicológica que hace de Maier para entregarnos información acerca de su relación con la artista y su trabajo. Aquí no se nos cuenta de forma extensiva el frustrante proceso de postulación a las galerías o todo el trabajo que tomó revelar las fotografías u ordenar los objetos personales. Los primeros minutos tienen un ritmo adrenalínico, similar a la emoción que debió haber sentido Maloof al ver por primera vez el trabajo de Maier. En relación con lo anterior, cada una de estas “interrupciones” sirve para que el documental tome una dirección emocional específica; por ejemplo: la algarabía del descubrimiento da pie a la osada empresa que inicia Maloof para descifrar quién era el artista tras la cámara, o las dificultades que enfrenta para armar una exposición sobre el lado más oscuro de Maier. En muchas ocasiones dentro del documental Maloof expresa el enorme respeto que siente por la figura de Maier, y es este paralelo que traza con su historia y la de la neoyorquina el que termina por expresar de forma más concreta ese sentimiento.
Por otro lado, el segundo objetivo se cumple pero hay un punto en la investigación en el que se podría haber ahondado. Para armar el perfil de Maier, Maloof contrapone los recuerdos de las personas con las que la artista trabajó como niñera, que van desde los adultos que la contrataron hasta los propios niños que cuidó. Y esto funciona en un principio puesto que las opiniones son lo suficientemente ricas para reflejar la compleja personalidad de la fotógrafa, quien podía vestirse de ángel o demonio a su voluntad. Sin embargo, al armar la vida de Maier, el director plantea un antes y un después, un punto en donde la artista brilla y otro donde está en plena decadencia. Desafortunadamente, el punto de quiebre entre estos dos periodos nunca se desarrolla y el perfil queda inconcluso, con más preguntas que respuestas. Ahora bien, se desprende de las entrevistas que Maier poseía rasgos excéntricos (como el de acumular diarios con noticias macabras o sentir una extrema aversión hacia los hombres) por lo que uno podría pensar que el declive de la artista se debió a su propia personalidad, pero Maloof ni siquiera se abre la posibilidad de ir un poco más allá, de especular si quiera y se salta esta parte, por lo que el perfil termina por no ahondar en los porqués, cosa que se plantea como objetivo desde un principio. Al final, se siente que Maier era una persona que excéntrica con días buenos y malos. Ahora bien, soy consciente de que conocer las motivaciones personales de cualquier individuo es una tarea complicada (por no decir imposible), pero en este caso creo que el documental se hubiera beneficiado de una búsqueda más profunda en estos aspectos, como lo hizo Verlaine con “Los poetas malditos”.
En resumen, Finding Vivian Maier es un documental que sirve más bien como una introducción y una explicación al fenómeno Maier, mas no a la personalidad de la fotógrafa. Es, en cierta medida, el complemento perfecto para atraer la atención hacia la obra de Maier. Se rescata de su factura, toda la información que recaba Maloof y la forma en que la expone, ya que logra captar nuestro interés y, en una primera instancia, emocionarnos con la historia que narra. Sin embargo, esta atención y emoción no sobrevive a un segundo visionado y el trabajo para armar el perfil psicológico se queda pequeño ante las nuevas preguntas que nos hacemos. Maloof nos cuenta una historia ya conocida, la del artista maldito, y no avanza en las preguntas importantes.
Comentarista: 5/10
Título original: Finding Vivian Maier // Dirección y guión: John Maloof, Charlie Siskel // Reparto: Vivian Maier, John Maloof, Daniel Arnaud, Simón Amédé, Maren Baylaender, Eula Biss, Bindy Bitterman, Roger Carlson, Phil Donahue, Karen Frank, Danayara García, Howard Greenberg, Sylvain Jaussaud, Patrick Kennedy y Virginia Kennedy. //País: Estados Unidos. // Año: 2013 // Duración: 83 minutos.