Fantasías Animadas #9: Kihachiro Kawamoto (1): Marioneta y mito
A nivel general, la vasta historia de la animación japonesa ha estado vinculada a la animación 2D. El anime, con su serie de particularidades técnicas consagradas principalmente desde Astroboy (1963) de Osamu Tezuka, no tiene exponentes demasiado famosos por fuera de esta tradición. Por esta razón, aunque sus trabajos fueron reconocidos tempranamente, es más común encontrar el trabajo de Kihachiro Kawamoto en la historia general del stop motion de marionetas que en los recuentos tradicionales de animación japonesa.
A nivel general, la vasta historia de la animación japonesa ha estado vinculada a la animación 2D. El anime, con su serie de particularidades técnicas consagradas principalmente desde Astroboy (1963) de Osamu Tezuka, no tiene exponentes demasiado famosos por fuera de esta tradición (una generalización, claro está, si tomamos en cuenta las disputas del término que se han hecho desde Studio Ghibli y otros sectores). Por esta razón, aunque sus trabajos fueron reconocidos tempranamente, es más común encontrar el trabajo de Kihachiro Kawamoto en la historia general del stop motion de marionetas que en los recuentos tradicionales de animación japonesa.
Hasta cierto punto, esta agrupación puede tener sentido considerando la deuda internacional que mantenía Kawamoto ante sus dos primeros maestros animados. Después de algunos años de trabajar en el departamento de arte del famoso estudio Toho, Kawamoto tuvo sus primeros trabajos en el rubro animado para las películas de Tahadito Mochinaga, pionero del stop motion japonés (y también del 2D gracias a su trabajo en Momotaro's Sea Eagles). De todas formas, los trabajos más famosos de Mochinaga vendrían después, en los famosos cortometrajes navideños de Rankin/Bass realizados para la televisión estadounidense.
Después de estos primeros pasos, Kawamoto encontraría una formación todavía más importante al alero de Jiri Trnka, el maestro checo de la animación de marionetas, con quien trabajaría durante algunos años. Fue Trnka, de hecho, quien le recomendó que se sirviera de la tradición japonesa para su trabajo futuro, consejo que tiene sentido considerando su profuso uso de la tradición folclórica checa. La influencia formal de Trnka se nota en varios detalles, especialmente en la rigidez de los rostros y expresiones de las marionetas de Kawamoto, quien normalmente renuncia al lipsync para utilizar la narración por encima, incluso cuando los personajes "hablan".
Con toda esta influencia ecléctica, Kawamoto parece haber seguido el consejo de Trnka al escoger su material de trabajo y estilo. Con algunas excepciones, los relatos de Kawamoto se extraen de leyendas populares japonesas. Su estilo visual también se apoya en la forma plástica de estos relatos, como en el emakimono (rollo de pintura), la famosa narración horizontal en pergaminos que relata combinando texto y dibujo. A diferencia de los escenarios silvestres confeccionados por Trnka, los fondos de Kawamoto muchas veces son pinturas, algo que genera divertidos contrastes entre el ambiente plano y el diseño tridimensional de sus marionetas.
Dojoji Temple (1976)
19 min.
Animación de marionetas (Puppetry).
Se puede ver acá: https://www.dailymotion.com/video/x14ix7c
Después del reconocimiento internacional alcanzado con El demonio (1972), Kawamoto experimentó brevemente con la animación de recortes, para finalmente volver a la confección de marionetas con Dojoji Temple. En este punto, el perfeccionismo y nivel de detalle de los muñecos de Kawamoto ya era reconocido más allá de sus cortometrajes, trabajando también para otras producciones y exponiendo sus personajes en muestras por separado. Es necesario considerar que las dimensiones de las marionetas de Kawamoto eran más grandes de lo normal, como se puede apreciar en la foto de cabecera. Nick Park decía que el primer ejercicio para considerar el tamaño de un muñeco en el stop motion era preguntarse por el tamaño de las cosas que rodearán al personaje en las maquetas. Es decir, si el personaje tiene determinado tamaño, ¿de qué porte será su puerta? ¿O su casa?
Este problema obtiene otra solución en Dojoji Temple, donde casi todos los fondos siguen el estilo de los pergaminos pintados. Si bien Kawamoto ya había probado esta interacción entre los muñecos y lo fondos planos en El demonio -donde muchos fondos eran árboles recortados sobre negro-, en Dojoji Temple esto adquiere mayor relevancia y estilización. En algunos momentos, los personajes incluso interactúan con el paisaje, como en la impresionante escena en que la protagonista nada en medio de un océano compuesto por olas dibujadas dispuestas en perspectiva. Si bien el corto es una adaptación de un relato folclórico del Período Heian (794-1185), la máxima influencia en esta forma viene de la versión pintada Dojoji engi emaki, donde el estilo pictórico de algunas partes aparece prácticamente calcado en la película, aunque reemplazando los personajes planos por marionetas.
Como otras historias de Kawamoto, se trata de un relato sombrío sobre la obsesión amorosa. Lo que al principio parece una visión oscura de un amor no correspondido, termina mutando hacia los elementos demoníacos folclóricos que habían aparecido en sus animaciones anteriores. Esto es también una excusa para probar con los cambios de expresión y forma de los personajes, rígidos durante casi toda la película hasta el momento en que interrumpe el elemento extraterrenal.
La casa de las llamas (1979)
19 min.
Animación de marionetas (Puppetry).
Se puede ver acá: https://www.youtube.com/watch?v=MSQwbN_u97w
Nuevamente utilizando la obsesión y la culpa amorosa como tema, La casa en llamas mantiene algunas relaciones estéticas con Dojoji Temple, así como algunos elementos nuevos. La presentación de la película ya muestra esto: todavía en el estilo de los pergaminos pintados, los primeros personajes caminan horizontalmente frente a un paisaje pintado. Sin embargo, después vemos las manos de unas agricultoras cultivando unas plantas tridimensionales. La interacción de los muñecos con el fondo plano se mantiene, pero al mismo tiempo Kawamoto complementa el paisaje con ramas de árboles y arbustos tridimensionales, más cercanos al estilo clásico de las maquetas de las animaciones checas.
Esto no quiere decir que se trate de un cortometraje más convencional, sino simplemente que su abanico de opciones se amplía y se ven interacciones entre estas formas de animación más detallada y las pruebas "minimizadas" de sus trabajos más apegados al pergamino pintado (un estilo más convencional si se vería más adelante, en el largometraje El libro de los muertos del 2005). Por otro lado, el elemento del fuego aparece de una manera curiosa, como dibujo 2D difuminado sobre la imagen. Este elemento de "choque" entre estilos aparece con especial prominencia en la escena que da título a la película, donde las llamas consumen todo por encima de los escenarios reales (algo que ya habíamos visto en la quema de la campana en Dojoji, pero más discretamente que en la escena infernal de esta película).
El elemento de la narración literaria también se explota con mayor fuerza, especialmente cuando el narrador habla "a través" de los personajes sin que estos abran la boca. La inspiración folclórica de Kawamoto se extiende a la tradición oral, asemejando sus desvíos narrativos a las acotaciones hechas por un cuentacuentos. En medio de flashbacks y monólogos interiores, es también uno de sus trabajos más ambiciosos en términos narrativos.